Wirikuta Fest, producción luminosa y bien encausada

El cartel se antojaba insuperable y por eso el boletaje se agotó con rapidez; por otro lado, la causa que unía a tal cantidad de artistas lucía irreprochable. Este par de factores hicieron que Wirikuta Fest se ganara un lugar especial en la agenda de conciertos en México que han tenido lugar en nuestro país no sólo este año, sino en el listado de eventos anteriores. Porque sin el presupuesto de un Festival Vive Latino, por citar un ejemplo, el combo de personajes que se sumaron al esfuerzo —encabezado por Caifanes, Café Tacvba, Bunbury, Calle 13 y Julieta Venegas— unieron fuerzas con diversas asociaciones civiles con el único afán de ayudar al pueblo wixárica en su plan de cancelar las concesiones mineras originalmente planeadas en la reserva natural y cultural de Wirikuta. La convocatoria llevó a más de 50 mil personas al Foro Sol, y las ganancias se dirigieron por completo al rescate de la zona.

“Es curioso darse cuenta de que, pese a que se trató de un concierto que se hizo con poco dinero, pero con la ayuda desinteresada de muchas personas, los resultados fueran tan buenos”, comenta Sergio Serrano, parte de las cabezas de producción del evento. “Es decir, poco importó la inversión; la calidad artística y de producción del espectáculo fue de primer nivel”.

 
  “Originalmente se planeaba llevar a cabo todo esto en el Palacio de los Deportes“, continúa Sergio, “pero conforme fue haciéndose más grande se optó por el Foro Sol”. El productor también comenta que, tomando en cuenta el presupuesto con el que se contaba para llevar a cabo el festival, las circunstancias no parecían ser las más óptimas; sin embargo, el equipo de producción se esforzó lo suficiente para que el público quedara satisfecho con los resultados; “hubo que dejar claro que este festival no era un negocio, y todos tuvimos que adaptarnos a nuevas reglas, dinámicas distintas. Incluso en el catering; tuvimos que equilibrarnos en ese sentido”.

Con alrededor de sesenta stands provenientes de toda la República, dos escenarios (Xure y Yuawi), múltiples carpas, un tianguis cultural, una aldea para niños e incluso, cuatro temazcales, Wirikuta Fest se conformó por un equipo robusto totalmente comprometido con las anhelos del pueblo wixárica, tal como Sergio Serrano explica: “se repartieron dos mil gafetes y, bueno, nos han dicho que ni siquiera para el Vive Latino hay tanta gente involucrada, pero este concierto fue diferente, ya que nuestro presupuesto estuvo muy por debajo de otros eventos del tipo”.

“Wirikuta Fest fue sinónimo de un ambiente fraternal. Por ejemplo, Bunbury quería tocar de noche, y todos dijeron ‘perfecto, que lo haga y que Café Tacvba toque temprano’ porque no se trata de un grupo que se preocupe por esa clase de circunstancias. También procuramos evitarnos problemas respecto al backline, porque la idea siempre fue la de colaborar entre todos para llegar al mismo fin. Esta vez, los involucrados fuimos comodines; donde se nos necesitaba, ahí estábamos. Grupo Niza nos hizo el setenta por ciento de descuento en video, para que nos demos una idea de la colaboración con la que contamos”.

“La parte más complicada fue mediar entre partes”, continúa Sergio, “y acomodarnos a las circunstancias, aunque estructurarnos de manera distinta también fue bueno. En otros festivales ya existe una planeación y trabajar en ellos es similar a acudir a la delegación a llevar a cabo un trámite burocrático: ya sabes a cuál ventanilla dirigirte en determinado caso. Y eso está padre, así funciona, pero con Wirikuta no fue así; quienes organizaron buscaban otras opciones y se trataba de ser más abiertos”.

“Sin embargo, sobre el escenario no pudieron darse las concesiones que ocurrieron debajo de él. Por ejemplo, personas de Aho Colectivo querían subir en determinado momento al escenario, pero hubo que hacer a un lado esa idea. ‘¡Cómo, si nosotros somos los anfitriones!’, dirían ellos, y tendrían razón, pero había que tomar en cuenta también los músicos pueden negarle el acceso a los invitados porque cuando tocan, el escenario es únicamente suyo”. Cabe mencionar que el escenario tuvo como jefe de escenario a  Arturo Michel, mientras que en el audio estuvieron Eduardo González Trosky y Chucho.

Solidaridad que ilumina
Conscientes de que la causa era lo más importante en el festival, los esfuerzos no menguaron y al contrario, fueron siempre profesionales. En las luces pudimos encontrarnos a César Martínez, que labora en OCESA PRG desde que arrancaron actividades, hace más de dos décadas. El primer concierto en el que participó fue en 1992, con Héroes del Silencio en el Teatro Ángela Peralta, como asistente de escenario, haciendo cosas más generales y ayudando en todos los niveles. Ahora César lleva 17 años en Iluminación y durante ese tiempo ha sido testigo de cuánto se ha avanzado en México respecto a la tecnología en luces.

“Sergio Serrano hizo el diseño de las estructuras y las pantallas para el Festival Wirikuta, es decir, todo el concepto de escenario”, explica César. “Por mi parte, tuve una hoja con el listado del equipo con el cual se contaba y con eso como fundamento hice mi plan de iluminación, plasmé mis ideas en el diseño que propuse y después mostré mi plan a los iluminadores para que ellos programaran todo, los coordiné un poco, les platiqué cómo iba a quedar la consola ajustada y esos detalles. A mí, especialmente, me encantó la profundidad que daban los círculos y las pantallas, porque viéndolas de frente la perspectiva es que estaban muy cerca, prácticamente unidas, pero entre una y otra había más o menos cinco metros de distancia”.

 
  “Lo más destacable es que en este festival la verdad todos nos adaptamos a lo que hubo”, continúa César”, nadie pidió algo en especial, todos usamos lo que hubo a la mano. Para esa ocasión, en iluminación, me acompañaron 16 personas para encargarnos de esa tarea escenario. Me tocó básicamente estar al tanto de que todo funcionara correctamente y lo logramos”.

Inmersos en una vorágine de conciertos de todo tipo y en todo lugar, Wirikuta Fest reunió a la música y al baile en una causa común, que por fortuna fue seguida tanto por músicos (muchos se quedaron con ganas de participar), como por el público que masivamente acudió hasta el Foro Sol para solidarizarse con la cultura huichola. Enhorabuena por todos ellos y por demostrar que si se quiere, se puede.

Redacción: Alejandro González