Torreblanca: Bella Época forjada en El Ensayo

Torreblanca es el apellido de Juan Manuel, un cantautor que al mando de su sintetizador se ha rodeado de Alejandro Balderas, Andrea Balency, Jerson Vázquez y El Abuelo Zavala para manufacturar un álbum titulado Bella época, la confirmación de que su EP previo sólo fue el primer paso de una carrera que podría ser de largo recorrido. Amparado por la producción de Quique Rangel (Café Tacvba), el quinteto liderado por Juan Manuel se anuncia deseoso de crear canciones que enganchen con el público bajo una premisa bien definida: “lo que queremos hacer es música fácil de escuchar, pero complicada de elaborar”, como el propio tecladista declara en entrevista.  
  ¿Cómo ocurrió el encuentro con Quique, el productor del disco?
“Él nos vio tocar en noviembre de 2010. Nosotros estábamos en lo nuestro cuando lo vimos desde el escenario debido a que es bastante alto. Iba con Joselo y nos pusimos nerviosos cuando descubrimos que ahí estaba. Andrea era la única que no sabía quiénes eran esos dos tipos que al resto del grupo nos ponía tan tenso. Bueno, el asunto es que nos defendimos sobre el escenario y al final de concierto pasaron a saludarnos. Fue muy emocionante. Al otro día, no sé cómo, Quique consiguió mi teléfono y me llamó para decirme que le parecía que teníamos una propuesta fresca y original. Quería saber cuáles eran nuestros planes a futuro, si podría ayudarnos de alguna manera. Se planteó entonces la posibilidad de grabar un disco bajo su producción y claro, todos brincamos de gusto. De inmediato puso a nuestra disposición El Ensayo, el estudio de Café Tacvba, con Luis Román y David Parra, los ingenieros de casa”.

¿De qué manera modificó Rangel el sonido de Torreblanca? 
“Honestamente sí teníamos mucho miedo de que nos modificara mucho las canciones y por eso mismo le dimos una peluqueada a los temas antes de juntarnos a ensayar con él. Finalmente todos nos sentimos muy a gusto porque los comentarios que hacía se traducían en cambios drásticos -todos benéficos-, pero provenientes de detalles casi imperceptibles; retoques que nosotros jamás hubiéramos imaginado que pudieran ser tan determinantes definieron el curso de varias canciones”.


Ahonda respecto a la “peluqueada” que aplicaron a su repertorio. 
“Básicamente ocurrió con canciones que ya llevábamos un buen rato tocando, composiciones viejas, por así decirlo, que sentíamos la necesidad de renovar. En el grupo tendemos a hacer puentes largos y a veces demasiado complejos, y esa clase de detalles no son del todo positivos cuando se graba un tema. Aunque procuramos retomar esa complejidad después, cuando volvemos a tocar los temas en vivo. Creemos que en el estudio es mejor simplificar; cuando uno hace un disco es mejor pensar en un conjunto de canciones, procurar el bien de todos los temas, meditar qué sobra y qué hace falta. Buscar la esencia de las canciones”.

El grupo ha tenido una excelente fortuna. Primero se le acercó Leonel García para producirle un EP y ahora Quique Rangel para hacer lo propio con un álbum…
“Sí, hemos tenido muy buena suerte. El disco anterior lo co produjimos con Turra Medina (quien también trabajó con Pedro Piedra) y fue algo espontáneo, porque lo hicimos en el estudio de Leonel García, quien nos ofreció su espacio gratis. Ahora, Quique nos ha permitido obtener una grabación de ensueño sin tener un quinto. Porque de entrada no nos cobró; el disco se irá pagando conforme podamos hacerlo, con las tocadas. Pero si hubiéramos tenido que llamar a productores y checar presupuestos para obtener un producto como el que ahora ofrecemos, definitivamente jamás hubiéramos alcanzado la meta”.

Supongo que pisar el estudio de Café Tacvba fue una experiencia fabulosa…
“El Ensayo es un lugar impresionante. Apenas entras y te topas con un cuarto repleto de amplificadores y baterías increíbles. Además, Quique llevó bajos fabulosos y teclados muy buenos. Y qué te digo respecto a los fierros; los pre amps y efectos con los que cuenta ayudan mucho. Por otro lado, Luis Román y David Parra saben bien cómo sacarle jugo a todo eso. Las bases de todas las canciones las hicimos en sólo cuatro días y todo lo grabamos juntos, ejecutando al mismo tiempo, aunque cada uno en una habitación diferente, para no contaminar las pistas. Digamos que Quique nos lanzó a la cancha directo, a jugar, nos medimos con los grandes y no nos fue tan mal. De hecho, acabamos la grabación rápido y eso nos permitió explorar el proceso de mezcla con mayor calma”.
 
 
  En ese sentido, hay un cambio respecto a tu voz; ocupa un lugar predominante en la mezcla si se le compara con su presencia en tu EP previo.
“Es que trabajamos mucho Andrea, Quique y yo con las voces. Solía gustarme mucho doblar mi voz, enriquecerla con texturas y otras armonías, y acepto que en buena parte se trataba de una inseguridad mía; no me atrevía a poner mi voz encima de los demás instrumentos pero, vaya, Quique nos vio en vivo antes que nada y desde entonces me dijo que quería que el disco se aproximara lo más posible al sonido que escuchó aquella noche durante nuestro concierto, y fue algo directo; comuniqué con mi voz de manera inmediata. En Bella época sonamos muy pop debido a eso, pues poner la voz encima de todo durante la mezcla es un truco muy pop, pero creo que como experimento resulta interesante”.