Matt Bellamy, Dominic Howard y Chris Wolstenholme, los astros británicos de Muse, hicieron parada en México para presentar en vivo su álbum más reciente, The 2nd Law, una producción cuidada con esmero y que integra al público de tal modo en el show que al terminar éste, todos quedan convencidos de que han experimentado uno de los mejores espectáculos que se han puesto en escena en la historia del rock. En el transcurso del concierto, mientras las canciones se suman una a una y son coreadas a gritos, una pirámide desciende lentamente hasta “envolver” a la banda, acompañada siempre de un impecable sonido y juegos de luces que dan forma a una obra completa. En medio de una marea de técnicos, movimientos de escenario y equipos al por mayor, Chris Vaughan, jefe de producción, y Marc Carolan, ingeniero de audio de sala, abrieron la puerta de su oficina en el Palacio de los Deportes para platicar en exclusiva sobre la consistencia de las entrañas de una producción excepcional.
“Empecé a trabajar con Muse en 2006, durante la gira correspondiente a Black Holes and Revelations –comenta Chris, quien, además, fue una de las cabezas que dirigió la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos en Londres -, así que ya son siete años de relación”. Durante este tiempo, el trío ha cambiado mucho musicalmente, así como su puesta en escena, y Chris lo explica: “la de Black Holes and Revelations fue una gira única, inmensa, para estadios, que visitó varios festivales. En cuanto al diseño de luces y escenario fue un asunto muy distante del que encontramos en la gira actual. Y lo mismo ocurrió con la previa (The Resistance), pues ésta poseía un enfoque muy relacionado con juegos visuales en tercera dimensión”.
“Ahora contamos con un escenario cuya visión es de 360 grados”, se extiende el jefe de producción; “tanto para los espectadores como para los músicos. Y hay un punto determinante: no existe un techo que contenga a la banda, es decir, esa sensación de que los músicos se encuentran en una especie de cápsula alejada de la multitud, aquí no tiene lugar. El diseño está planeado para que quienes se encuentran más alejados del escenario sientan que forman parte del mismo espectáculo que experimentan quienes están en las primeras filas”.
Con Matt y Chris paseándose a lo largo y ancho de un escenario con múltiples niveles y Dominic coronado por pantallas que adoptan múltiples formas y altura, podría creerse que tal estructura es complicado de mover; sin embargo, Chris Vaughan explica que “se pone en pie con las mismas facilidades que se desarma. No nos toma más de seis horas armarlo; y en Guadalajara lo desarticulamos en dos horas”. Para lograrlo, la producción cuenta con un equipo de 68 personas trabajando duro (sin contar a las más de cuarenta que laboran cerca del grupo, incluido, por ejemplo, el chef); sin embargo no se considera el jefe de todas ellas: “digamos que me encargo de facilitar las cosas. Hago planes, proyectos que transformo en realidades. ¿Que es un trabajo complicado? Sí, un poco. Porque para salir adelante hay que conocer bien las demandas y elegir la mejor opción para facilitar el trabajo de los demás”.
“Lo más duro de estar de gira con Muse es recordar que quienes estamos aquí no formamos parte de un ejército, sino que somos seres humanos”, aclara quien encabeza la producción; “que todos tenemos una vida fuera, en casa, con nuestra familia. Por otro lado, no hay que dejar de lado que existe una buena cantidad de dinero de por medio, que traer el espectáculo de Muse a México, por ejemplo, cuesta mucho dinero; y todos queremos ofrecerle al público el mejor show del mundo. Todo esto hay que tenerlo en mente a la hora de trabajar”.
¿Se trata de una gira amigable a nivel ecológico? Esa es la pregunta para Chris Vaughan, quien responde que “ésta no es la más amistosa de las giras. Claro, procuramos echar mano de elementos que la hagan menos agresiva al medio ambiente; buscamos mecanismos para reducir su daño, para ahorrar energía, conscientes de nuestro lugar en la tierra. Pero así debemos de ser todos, no únicamente nosotros. Desde el gobierno hasta el público, todos tenemos la responsabilidad de adquirir esa conciencia. Finalmente, nuestro trabajo aquí es crear entretenimiento, ofrecer uno de los mejores espectáculos que se hayan visto. Hacer rock and roll”. Y aunque Chris habla de rock and roll, vale decir que éste ha cambiado su facha en los conciertos con el paso del tiempo, pues lejos está la era de los muros de amplificadores; Muse, por ejemplo, presume un escenario limpio donde no se ven cables ni monitores; apenas se divisa un amplificador para Matt Bellamy y la batería de Dominic Wolstenholme, no más. Es bajo los pies de los músicos que algo similar al tablero de control de una nave espacial tiene lugar.
Calidez análoga
Marc Carolan se desempeña como ingeniero de sala y tiene ya 13 años colaborando con el trío. Solía trabajar con el grupo JJ72 cuando estos abrían los shows de Muse en Europa y de ahí nació la relación con Matt y el resto. Marc establece que para la gira en México hubo que hacer cambios en el concierto, siempre pensando en la audiencia, que por cierto, son muy entusiastas, gritan y aplauden muy fuerte y esto dificulta aún más el asunto.
Respecto al departamento de las perillas, el temario de Muse pasa por una consola análoga, la Midas XL4, que, como Marc comenta, “para el trío es ideal, porque su música posee cierta consistencia que una consola digital no puede registrar; sin embargo, como una extensión, contamos con una mesa digital, la Midas Pro 2C. En la análoga tenemos al corazón de la banda: batería, bajo, guitarra y voz, mientras que en la digital manejamos detalles como trompeta y teclados. Un asunto curioso resulta observar algo que Marc denomina “nuestro protector de cerveza”, un plástico que cubre los controles de mezcla de la lluvia de cerveza que esporádicamente tiene lugar en el llamado domo de cobre, un implemento también usado por Marc Carolan en Irlanda, Brasil y España.
Los periféricos que el ingeniero de sala usa incluyen reverbs Bricasti M7, Line 6 Echo Pro (modelados digitalmente), Eventide H3000 UltraHarmonizer y un procesador Yamaha SPX2000, complementados con Empirical Labs Distressor, ecualizadores dinámicos BSS DPR-901 en voces y compresores de bulbos Tube-Tech LCA 2B en guitarras y bajos. La batería fue tratada con el compresor dbx 160 y compuertas Drawmer DS501 y XTA G2.
Más allá de las condiciones acústicas propias del lugar, Marc apunta que ciertas canciones resultan más difíciles de trabajar que otras; “como Hysteria, porque tiene una línea del bajo muy rápida y mezclarla para que se entienda todo con claridad es un poco complicado”. Por otra parte, el grupo no suele ejecutar el mismo listado de canciones cada noche y de hecho, la improvisación tiene lugar con frecuencia. “Cuando improvisan, el lenguaje corporal anticipa detalles que debo atender. Por eso no me gusta mirar a la consola cuando hago la mezcla, sino a la banda”.
Para los shows en México, el ingeniero de sala comenta que el grupo no hizo sound:check. “A veces lo hacen, pero para que los músicos arreglen algún detalle netamente musical, porque en el aspecto técnico confían plenamente en nosotros y en el equipo, como la compañía SKAN, que aportó el PA, consistente en sistemas d&b audiotechik de la serie J, subwoofers J-SUB y gabinetes serie Q. También se usó un arreglo cardioide de subwoofers en piso, con una combinación de cajas J-INFRA y J-SUB, y todo está alimentado con amplificadores D12, también de la marca alemana. Todo es aprender; por ejemplo, durante el primer show que hicimos en el Palacio de los Deportes aprendimos mucho y de eso sacamos provecho para mejorar en las siguientes fechas”.
Chris regresa al habla para cerrar el tema: “nuestro trabajo es conseguir la mejor calidad de sonido, que todo camine tecnológicamente a buen ritmo. Para Muse es especialmente importante la calidad de sonido, por eso el PA viene del Reino Unido, así como las luces; usamos el mismo equipo para todo el mundo, no porque creamos que en otras partes sea malo, sino para que todos vean y escuchen con la misma intensidad. ¿Para qué tomar riesgos? Nosotros vamos a lo seguro: en Guadalajara han disfrutado exactamente del mismo show que presentamos en París, y lo mismo ocurrió en el Distrito Federal y en Nueva York”.
Para el jefe de producción, mucho del éxito de esta gira de Muse se debe, claro, a la música que los ingleses producen; sin embargo, considera que “la música, en este caso, es parte de una obra inmensa; uno de los colores de una gran pintura”. Y tiene razón, existe una especie de parábola dramática durante los conciertos de esta gira; “a mí, me encanta cómo arranca, con nada exótico, sólo la banda tocando. Pero luego el baterista es sepultado como por un montón de televisores en medio del caos. Mucho del trabajo lo consigue la música, es cierto –remata Chris-, pero esto es, finalmente, un espectáculo. De hecho, ésta es una buena forma de describir lo que hacemos ahora: una obra espectacular”.