Nacido en California, formado en Tijuana. Kiko Cibrian ostenta una brillante carrera en la producción musical del pop latino. Aprendió a rasguear la guitarra en el grupo de mariachi que dirigía su padre, pero en 1990, se mudó al Distrito Federal para trabajar como guitarrista de Luis Miguel. Llevaba seis meses de gira cuando lo invitaron a producir en San Diego a un joven desconocido. Era Agua Nueva, álbum debut de Cristian Castro, donde viene aquel himno generacional llamado No Podrás. Kiko daba en el blanco al primer flechazo.
La hora y el lugar exacto. “Siempre fue por las ganas de decir que sí”, plantea el productor al iniciar el encuentro; “porque me preguntaron si podía hacer un disco y yo dije que sí, pero obviamente nunca había hecho uno. Aunque había trabajado en estudios (como guitarrista) de productor no, y menos con la responsabilidad de escoger canciones para un álbum”.
Regresando a la Ciudad de México, Kiko hizo su segunda producción: Aries de Luis Miguel, considerada por la mayoría de sus admiradores como la más sofisticada y aventurera de sus entregas. “Pienso que el primero me ayudó a hacer el segundo y Aries ha sido un gran disco; uno que en algún momento me gustaría repetir”, observa quien también ha dado forma a CDs de Ednita Nazario, Rocío y Shaila Dúrcal, Jesse & Joy y los cinco álbumes de Reik.
La batería, instrumento complicado
“Sí”, valora Kiko; “es el más difícil de grabar, pero también el más divertido. Por supuesto, tiene que ver la sala donde se graba y el baterista. No: la sala, el instrumento y el baterista”, corrige; “esa es la parte grande. Obviamente, aplicando una buena colección de micrófonos con unos preamplificadores de micrófono ayudará muchísimo, porque yo no uso compresión para grabar baterías; eso lo añado después”.
Tensión del tambor, crucial. “Afinamos la batería en el tono de la canción. Es específico; si empiezo con el baterista tocando la canción y en la tarola escucho que su tono me está dando un Do# y la canción está en Sol, prefiero que lo mueva a Re, que es el intervalo de quinta o bien, que lo baje a Do; lo que suene mejor. Y lo escuchamos”.
Fina toma. “Trabajo con músicos que son muy sensibles al tono de los instrumentos y podemos hacer esos ajustes; para mí, esa es la clave”, subraya; “igual hago con todos los toms y el bombo: siempre trato que estén en el tono de la canción porque eso me facilita la mezcla. Si en algún momento la canción me pide que ponga mucho ambiente de cuarto, sé que estará en el mismo tono o no y quedará diatónica. Para mí, eso es gran parte de lo que importa”.
Herramientas de su control room
Software global. “Tenemos el programa de grabación multitrack Pro Tools 10 porque hace año y medio que compré el Pro Tools 11 pero no he hecho el cambio aún porque sobre los plug ins, hay muchos que uso y todavía no están optimizados para la versión 11”, describe Kiko; “además, porque me he mantenido trabajando: he ido de disco en disco y de proyecto en proyecto. No me ha dado tiempo de hacer la adaptación; pero Pro Tools es lo que uso”.
Preamplificadores gourmet. Me gusta Neve, API y Focusrite”, repasa mentalmente; “de compresores, tengo un Manley; pero busco mucho Universal Audio; el modelo 1176LN. También tengo Tube Tech, que uso bastante. De distressors, los que utilizamos casi diario son dos Retro Instruments que tengo: uno es el 176 Limiting Amplifier y el otro, el Sta-Level Tube Compressor”.
Microfonía adulta. “Los Telefunken me encantan”, sus ojos brillan; “Neumann me fascina, lo mismo que Audio-Technica”, respira profundo; “de micrófonos de listón, desde luego los Royer me cautivan, pero mi micrófono favorito, si yo nada más pudiera tener uno, sería un Neumann U67: si fuera a vivir en una isla, sería el micrófono que me llevaría”.
“La música ha cambiado por la tecnología”
Sonar a futuro. “Hemos llegado a un punto en el que no necesitas a cuatro músicos en un cuarto para hacer una canción”, contempla el productor; “uno se puede encerrar para crear producciones completas y sin saber tocar un piano, pero conociendo un poco de música puedes guardar las notas con un mouse para escribir partes completas; lo que he siento es que a veces me hace falta corazón en esas canciones: esa conexión que me haga sentir algo, que me ponga alegre, triste o romántico, pero que me haga sentir”.
Arte desapercibido. “Se ha convertido en papel tapiz o en ruido de fondo”, asevera; “pero de vez en cuando salen esas canciones que todavía me hacen ir a la tienda a comprar el disco. No descargar la canción en una tienda digital, sino comprarlo”, vuelve atrás; “me acuerdo del primer día que escuché a Norah Jones, me emocioné. No conocía la voz ni el estilo, pero me emocionó tanto, que estuve esperando a que el locutor dijera el nombre, para ir por el disco. Es lo que sigo buscando”.
Se muestra optimista
A los que estudian producción musical. “Siempre les digo que lo más importante es la relación humana y lo segundo la canción”, ilustra; “por lo demás, creo que hay suficiente tecnología para poder arreglar algún problema de audio que exista, pero es más importante tener esa emoción entre el artista y el productor para tener una buena materia prima, que es la canción”.
El compositor finaliza la entrevista hablando del año que comienza. “Estoy terminando la nueva producción de Reik. Viene bien y me emociona muchísimo este disco porque hay temas muy buenos y los chicos han madurado. Sería nuestro quinto CD”, precisa finalmente; “el álbum todavía no tiene nombre; pero ya sale”.
Y como todas sus producciones, seguro será otro taquillazo marca Kiko Cibrian.