El son huasteco

El huapango es un genero musical-dancístico llamado también son huasteco, cuyo origen lo encontramos dentro del folclore español, derivado de los cantos flamencos, los fandangos y fandanguillos, peteneras, los ritmos de boleros, tangos y guajiras, entre otros géneros líricos y coreográficos que llegaron a nuestro país desde el siglo XVI, apareciendo en la región huasteca a fines siglo XVII y principios del XVIII.

La palabra huapango tiene sus raíces en la lengua náhuatl: cuahuitlipanco, que proviene de cuahuitl, que significa “leño o madera”, e “ipan”, que quiere decir “en él” o “sobre”, y “co”, adverbio de lugar, lo que se deduce como: “Baile que se ejecuta sobre una tarima o plataforma de madera”, y es necesario conocer sus características para grabarlo y producirlo correctamente.

Historia

A raíz de la conquista española sobrevino la formación del poder económico y político de la España feudal en tierras de América, dando así inicio al proceso de dominación cultural emprendido por los colonizadores que sustentaban así su hegemonía sobre los indígenas. Por la fuerza de la represión, la evangelización y el mestizaje, los huastecos adoptaron la cultura occidental, suprimiendo muchas manifestaciones culturales precortesianas, dentro de las cuales se encuentra incluida su música y su danza, que formaba un espacio importante dentro de su vida social, política y religiosa.

Existían en esa época danzas guerreras de agradecimiento y de peticiones a sus dioses; algunas de ellas aún se conservan, como la del tigrillo en la huasteca veracruzana, o la del volador del Totonacapan; muchas danzas fueron suprimidas y otras fueron preservadas por los indígenas, agregándoles características europeas, como la danza de los santiagueros, moros y cristianos, que son un ejemplo de la influencia occidental durante el movimiento evangelizador.

Estas manifestaciones de cultura precortesiana fueron condicionadas a seguir los cánones establecidos por la iglesia católica, eliminado el carácter ritual que presentaba; a partir de esto, los misioneros enseñaban a los indígenas diferentes patrones musicales con la adopción por consecuencia de instrumentos y la supresión del canto en su lengua nativa. A la par de la música se encontraba la danza, la cual sufrió un cambio importante adaptándose a las necesidades del culto de la religión católica.

En la época colonial surgió una notable influencia de los bailes españoles, formándose una cultura mestiza, y es ahí cuando aparece un nuevo género musical llamado huapango o son huasteco, que adopta un estilo propio y se identifica como toda una cultura representativa de la región. Aunque lo correcto es llamarlo son huasteco, se le conoce más por huapango, música regional considerada por muchos como el alma de las Huastecas. El escritor e investigador Joaquín Meade, en su libro sobre la huasteca, época antigua, sitúa en el mapa las siguientes regiones: parte de los estados de San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo y zonas anexas de Querétaro y Puebla, en donde conviven etnias como los teneek o huastecos, pames, nahuas, otomíes, tepehuas y totonacos, derivándose el nombre que reciben de sus pobladores más antiguos cuextecas o huastecas, quienes se encontraban asentados en dicho territorio desde hace más de doce mil años.

El baile y canto conocido como huapango, adquirió popularidad en la Huasteca y la Sierra Madre Oriental; existen diversos bailes como el veracruzano tamaulipeco, hidalguense, potosino, queretano y poblano, que tienen en común el huapango. La historia de la canción mexicana consigna que el huapango es una fiesta de música viva y alegre, los movimientos del baile se caracterizan por el taconeo de fases variadas con la música alterna y el canto de versos melodiosos e improvisados.

El baile se inicia con compases lentos que los bailadores siguen con movimientos pausados y los brazos colgando a lo largo del cuerpo; poco a poco, el ritmo se acelera y los cambios de los bailadores se hacen mas rápidos y variados. El zapateado, cada vez más vivo, resuena sobre la tarima hasta que la música cesa.

Los temas más frecuentes en el huapango son de amor feliz, frustrado, alegría, picardía de animales, lugares y mujeres, a quienes no se les ofende de ninguna forma, como sucede con otro tipo de canciones, ya que en el son del huapango, las mujeres son elevadas y reconocidas como lo máximo de la creación, lo más bello de esta vida.

El huapango o son es hoy la expresión musical más escuchada de la Huasteca. Las diferentes porciones que componen a la región se unen por tres voces y tres instrumentos hermanados por su historia y cultura. Sus fiestas religiosas y profanas se llenan de sonidos, olores y colores al escuchar el sonido del lánguido violín; el paisaje es parte de la vida del hombre y la mujer huastecos, llámense mestizos, indígenas, nahuas y teneek. Su prodigiosa abundancia se refleja en la belleza de sus tierras; en la exuberante vegetación, selvas de maderas preciosas, frutos apetitosos, mieles deliciosas, aromas de azahares y gardenias, ríos, lagunas, esteros y allá, más arriba, la sierra, con su manto de niebla en forma de halo.

La tradición musical de la Huasteca es múltiple y posee una gran riqueza cultural; el huapango es el heredero directo de la lírica española introducida por los conquistadores, junto con la influencia musical indígena y negra, que aún en la actualidad es posible identificar con sus matices particulares en el nombre de algunos de sus sones y el contratiempo de su ejecución, como el zacamandu, La guasanga, entre otros.

Tanto el son como el instrumental que se usa para recrear el huapango, provienen de los modelos españoles. El huapango es la síntesis de un mestizaje cultural que se expresa en la música, la lírica y el baile, y como expresión cultural de la Huasteca, el son huasteco ha sido recreado y enriquecido por músicos y trovadores indígenas y mestizos, que a través de la fina improvisación musical y literaria han dado forma a este género. Sostenido por el violín, la jarana y la quinta huapanguera, el huapango se canta tradicionalmente con coplas octosílabas.

La música del huapango se puede considerar homogénea, porque comparte rasgos musicales comunes, caracteriza e identifica a la región a pesar de que la conformación social de ésta sea multiétnica y pluricultural; es decir, el son huasteco se vincula con identidades y culturas diferentes.

La instrumentación musical del huapango

El origen de los instrumentos propios del son huasteco se remotan a la antigua historia de la guitarra y el violín europeos, estos instrumentos del siglo XVI, tales como la vihuela, la guitarra de cuatro órdenes (guitarra renacentista) y la guitarra barroca de cinco órdenes son antecesores de la guitarra utilizadas en el son huasteco. Se cree que la guitarra es nativa de España.

Origen de la huapanguera y la jarana huasteca

Al consumarse la conquista por los españoles en el siglo XVI, se procedió a realizar la conquista espiritual y cultural de estos pueblos. Entre los primeros instrumentos introducidos por los españoles al nuevo mundo figuran la trompeta, el pífano, el arpa, la vihuela y la guitarra, además de un sinnúmero de músicos. Los sones y romances traídos por los españoles se acompañaron por estos instrumentos en las fiestas religiosas y populares de los indígenas, quienes posteriormente aprendieron a tocarlos y a reproducirlos adoptándolos a sus necesidades.

La huapanguera

La guitarra española o guitarra quinta de cinco órdenes de cuerdas conservaron las principales características técnicas y musicales que poseían las originales. Al ser recreados por los artesanos indígenas adquiriendo un sello particular, hasta la fecha se le conoce en la Huasteca con el nombre de guitarra quinta o huapanguera; a principios del siglo XX, la encordadura de la huapanguera contaba de cinco órdenes de cuerdas (diez cuerdas), este instrumento proporciona los registros graves de la armonía y el pespunteo de bajos, sigue y acompaña la melodía del violín; no se sabe con precisión cuándo es el nacimiento de la huapanguera es posible que su gestación iniciara en el surgimiento del siglo XVII.

La jarana huasteca

A principios del siglo XX, el huapango se tocaba con dos instrumentos: violín y la guitarra quinta en las fiestas regionales, profanas o religiosas; esta tradición experimentó un cambio significativo al incorporarse la jarana, lo que vino a enriquecer el acompañamiento y la armonización para lograr una mayor riqueza musical en el trío huasteco. La jarana se originó en la región de Tampico, Tamaulipas, a fines de la década de los años treinta y principios de los cuarenta; las primeras jaranas fueron elaboradas por Pascasio Vargas y a sus hermanos se les asignó el merito de haber inventado la jarana. Ellos eran músicos y artesanos de Tampico, dedicados a la construcción de todo tipo de instrumentos.

El violín huasteco

El origen del violín huasteco se remota al cercano oriente y posteriormente a los antiguos pueblos lauderos de la Europa del siglo XVI. Italia ha tenido un papel importante en el desarrollo del violín; Claudio Monteverdi fue quien empleó primero el termino de violín para designar a este instrumento en la partitura de su opera “Orfeo” (1607).

El violín que se utiliza en el huapango huasteco es conocido como Stradivarius, con un sonido dulce y brillante, de manera que se ha convertido en el alma del conjunto huasteco, elaborándose en su mayoría por manos indígenas y siguiendo la plantilla de los famosos violines Stradivarius. El uso del violín en la Huasteca se cree que se generalizó en el periodo colonial. Se le ha atribuido a Kaspar Tieffenbregger de Baviera, haber construido el primer violín, pero por desgracia no se conserva ninguno de los que se supone que construyó antes de 1550.

El violín más antiguo que se conoce, data de 1562, construido en la ciudad de Briesca, Italia, por Gasparo de Salo.

Curiosamente, el tan conocido “Huapango” de José Pablo Moncayo, una de las obras más representativas de la música mexicana, no es propiamente un huapango, según han explicado diferentes especialistas en la materia. Carlos Mosiváis, cronista y periodista mexicano, decía que el Huapango de Moncayo (como se le conoce coloquialmente), es más bien un conjunto de sones veracruzanos.

En realidad, los huapangos más conocidos son “El Hidalguense”, “La Petenera” y “El Querreque”, teniendo éste último varias versiones, incluso, pudiendo modificar su verso, dependiendo de la situación y el momento en el que se esté tocando el son. Les invito a conocer y profundizar más escuchando huapangos.