Cambio volumen por dinámica, mal negocio…

(Primera parte)

Pensé que ya no iba a escribir un artículo sobre Loudness War, pero aquí estamos nuevamente.

La música es lo que supuestamente todos amamos y nos importa en este gremio; la dinámica en ella es una herramienta que está a disposición de los compositores y debería ser utilizada como recurso para sorprender y “jugar” con quien escucha de manera constante. Las partes bajas hacen que prestemos más atención, mientras que las fuertes nos transportan a una especie de clímax o resolución. Imagínense Carmina Burana o la Quinta Sinfonía de Beethoven sin dinámica; estamos de acuerdo en que la experiencia sonora sería algo totalmente distinto, ¿no? Ya sé, supuestamente soy un antiguo que utilizo ejemplos “pasados de moda” y que nadie escucha; muy bien, puede ser…

La dinámica siempre está presente

Muchas veces me han dicho que la música moderna no tiene dinámica. ¿Cómo? ¿De verdad creen eso?

La dinámica también se manifiesta en la ejecución de un músico; por ejemplo, un bajista haciendo un groove funk acentúa algunas notas mucho más que otras, dando un efecto agradable que aporta musicalidad y claro, groove.

Lo mismo sucede con baterías, percusiones y sus notas fantasma:

En todos los instrumentos musicales, la dinámica está presente, haciendo un aporte que enaltece la música.

Por supuesto, la voz humana es un fiel representante de la dinámica, con interpretaciones que van desde lo más sutil hasta lo más agresivo, incluso en una misma canción.

En los últimos 25 años se ha instalado una búsqueda frenética por lograr un máximo volumen; el mito de “cuanto más fuerte vende más”, hizo que muchos ingenieros de mezcla y masterización empezaran a desarrollar técnicas para que todo suene más fuerte, destruyendo la dinámica por completo.

Un sonido fuerte sin dinámica es el equivalente a una persona que grita todo el tiempo.

Pregunto: ¿quién quiere estar con una persona que grita todo el tiempo? Ahora podemos argumentar: “¡Ah, pero la música que se programa (electrónica, trap, reguetón y demás), no tiene dinámica!”. Esto tampoco es cierto; estos géneros musicales contienen loops de percusión, por ejemplo, de manera que esos sonidos sí tienen dinámica y si la base rítmica estuviese bien programada (para eso existe el parámetro Velocity en MIDI), también deberían tener dinámica, sobre todo si se utilizan sintetizadores analógicos, ya que como muchos saben, funcionan basados en CV y esto tiene un resultado fantástico al ser ejecutado con dinámica, porque hace que el sonido cambie constantemente. Lo que en realidad está cambiando es el voltaje: a menor pulsación, menos voltaje y viceversa.

Conclusión: desde el punto de vista de la música, la dinámica es un recurso fantástico para embellecer y sorprender y lo único que hemos hecho es destruirlo.

La industria…

La música más emitida por todas las radios del mundo gira en torno a los años setenta y noventa. Esto también coincide con la encuesta “Los mejores 500 grandes discos de todos los tiempos”, que realizó la revista Rolling Stone en 2012. ¡Oh, casualidad la música de esos años no estaba tan comprimida como la actual! Otra vez volvemos a lo mismo, ejemplos viejos…

En los medios también hay problemas

El otro día estaba viendo una película y lamentablemente, los diálogos estaban bajos y la música fuerte; seguramente fue la intención del director que así fuera, pero era prácticamente imposible disfrutar la película sin tener que bajar el volumen cuando aparecía una canción. ¿Qué sucedía? En líneas generales, era imposible lograr un equilibrio agradable entre la música y las voces al estar sobrecomprimida la primera en comparación con las segundas, que quizás sonaban demasiado naturales.

Quien haya mezclado este film, seguramente se guió por los medidores, pero no tuvo en cuenta que la música, al ser canciones en su gran mayoría de rock, carecían de dinámica y eso hacía un efecto en contraste con los diálogos de la película, dando como resultado que la música se escuche demasiado fuerte a niveles molestos.

El tema de los medidores y las mediciones K, LU y LUFS

Con muy buenas intenciones se agregan nuevas mediciones en los programas de audio; parece que no sirvió de mucho o que nadie puso atención, porque el sonido siguió aumentando e incluso aparecieron dos nuevos problemas:

1. Muchos ingenieros se obsesionan por llegar a -14db LUFS porque este nivel es el máximo solicitado por casi todas las compañías de streaming y aquí aparece otra mala interpretación, y es que no toda la música debe estar en ese nivel: -14db LUFS es el nivel sugerido máximo y no el estándar o promedio; lo que quiero decir con esto es que si masterizamos una canción a -14db LUFS con batería, bajo, guitarras distorsionadas y voces y otra con guitarra española, bajo y voces, cuando escuchemos las dos canciones sentiremos que la que no tiene batería suena más fuerte. Esto sucede porque cuando una canción no tiene transientes fugaces, como el sonido de un bombo o una batería, se llega de manera más fácil y natural a niveles más altos.

Las plataformas digitales están preocupadas por este asunto, porque en las playlists a veces se nota mucho la diferencia entre una canción y otra, dando como resultado que hoy el pop suene más fuerte que el hardcore, obteniendo así una relación musical ridícula.

2. Obsesión por el low end. Muchos ingenieros de mezcla o mastering agregan demasiados subgraves a sus grabaciones; cuando esto sucede, los medidores (que miden energía), llegan fácilmente a -14db LUFS (recuerden que las frecuencias graves son las que más energía tienen), pero después, cuando escuchan sus trabajos en las plataformas de streaming, suenan bajos en comparación con otros. Recibo un promedio de dos llamadas por semana consultando por este problema.

Los procesadores en el Mix Bus

Los últimos años han aparecido miles de videos (incluso de famosos), con la leyenda: “Cómo hacer sonar tu mezcla más fuerte”.

Esta es una de las peores prácticas de los años recientes en la ingeniería en audio, que está causando un daño irreparable a la dinámica de la música.

No digo que no tengamos que usar procesadores en el Mix bus; cualquier procesador que se ponga ahí debe ser analizado con detenimiento, porque tendrá un efecto positivo o negativo en toda la mezcla. Ejemplo, supongamos que descubres un emulador de cinta que añade un glue, color o calidez especial, palabras muy utilizadas en los procesos del Mix Bus.

La pregunta que debemos hacernos antes de ponerlo en el Bus Master es: ¿Queda bien en el hi hat y en el bajo este proceso? ¿Queda bien en el bajo, en el bombo y en el cuerpo de la voz?

Mi punto es que muchos de los procesadores que pones en el Bus Master seguramente pueden quedar mejor en etapas anteriores; en el Bus Master de la batería, por ejemplo, o insertado en el bajo si fuera necesario.

Hace poco tuve que masterizar un disco pop y el ingeniero de mezcla me envió unas mezclas que tenían más nivel de RMS de lo que yo le hubiese dado en la masterización. Conclusión: tuve que dar todavía más volumen, porque imagínense que si mando un mastering que suena más bajo que la mezcla, lo primero que pensará el productor o el artista es: “Este ingeniero no sabe masterizar”.

Poner un limitador de mastering en el Mix Bus de una mezcla es el equivalente a grabar la voz con reverb en la etapa de grabación, lo siento…

La mezcla es el proceso más creativo de las tres etapas de la producción musical, porque es cuando más se puede modificar una canción.

Lamentablemente, a lo largo de los años, la mezcla ha perdido sus verdaderos objetivos.

Profundizaremos más de este tema en nuestra próxima entrega. ¡Gracias por leer!

*Es músico, compositor, productor musical e ingeniero en audio. Imparte cursos privados online y en universidades sobre Ingeniería en audio, Producción musical y Desarrollo de la creatividad. Es profesor de Técnicas de mezcla y mastering en REC Música y SAE Institute México.