¿Qué sería de una orquesta sin director?
Mientras que los músicos que conforman una orquesta saben leer música y tocar su instrumento perfectamente, además de conocer las obras que están interpretando, ¿por qué se considera necesario tener un director para que la interpretación de la obra sea la adecuada?
De igual manera ocurre al mezclar una canción o un disco. Mientras que los mejores músicos pudieron haber grabado con instrumentos óptimos, en el estudio ideal, equipo, productor e ingeniero inmejorables, es indispensable que el ingeniero de mezcla se encargue del siguiente paso. Así, fungiría como director de orquesta, controlando dinámicas, entradas y salidas de instrumentos, tiempo de efectos y demás.
Elementos integrados
Como todo ensamble musical, ya sea orquestal o contemporáneo, cada instrumento cumplirá una función específica dentro de la composición y el arreglo, por lo cual es indispensable respetar el lugar correspondiente de cada instrumento al momento de mezclar. Indudablemente el instrumento protagónico o principal en la música popular actualmente es la voz y es por esta razón que gran parte de lo que definirá una buena mezcla es cómo la voz está integrada con los demás instrumentos. Es común que cuando empezamos a mezclar nos preocupamos más porque la batería suene increíble o porque la distorsión de la guitarra se escuche enorme y le damos poca importancia a la voz, asumiendo que lo único que hay que hacer es subir el volumen para que se escuche. Por obvias razones, esto es un grave error, lo cual nos lleva a la pregunta: ¿Qué podemos hacer para integrar mejor la voz a nuestra mezcla? Así como con la mayoría de las fuentes musicales, acudiremos a tres medios de procesamiento: ecualización, compresión y reverberación.
Generalmente queremos conservar la naturalidad de la voz, por lo cual la ecualización será preferentemente sustractiva; es decir, queremos atenuar o eliminar las frecuencias que hagan que cierto aspecto de la voz suene exagerado y así proporcione un sonido artificial. De igual manera, si es que al momento de grabar no se utilizó un pop filter o cualquier dispositivo que atenúa las sílabas plosivas, es recomendable incorporar un Hi Pass Filter (HPF) al flujo de señal, ya que así todo lo que se encuentre debajo de 100 Hz será atenuado y se prevendrá cualquier tipo de saturación en la voz dentro de ese rango de frecuencias. Sin embargo, hay que tener cuidado al ecualizar la voz, ya que hay situaciones en las que podemos opacar el brillo y/o el color de cierta voz y así, afectamos la interpretación del nuevo hit.
En caso de que la voz tenga demasiada presencia en el rango medio-agudo (específicamente enfatizando la sibilancia), debemos acudir a nuestro gran amigo, el De-Esser. Y la pregunta del millón: ¿Qué hacemos si no tenemos un De-Esser? Recordemos que este procesador es un compresor de frecuencia selectiva; es decir, lo podemos simular con un ecualizador y un compresor. Al darle una atenuación sutil al rango agudo de la voz, específicamente al momento de cantar palabras sibilantes, se abrirá más el espacio para el rango agudo de la guitarra y los platillos de la batería, integrándose mejor a la mezcla. Vale la pena mencionar que el resultado auditivo no será el mismo si únicamente atenuamos las frecuencias agudas con ecualizador, que si se comprimen específicamente cuando el compresor es “triggereado” por la copia de la voz que tiene esas frecuencias amplificadas.
Propósitos claros
El siguiente paso es el uso del compresor en la voz, solamente que en este caso sí lo utilizaremos como compresor específicamente, pero no en conjunto con un ecualizador para simular el De-Esser. Hay vocalistas que facilitan la vida del ingeniero al aportar su propia compresión al momento de grabar la voz; es decir, sin necesidad de un procesador, ellos mismos se acercan y alejan del micrófono o aumentan y disminuyen su nivel como vaya siendo relevante a la dinámica de la canción. En estos casos específicos es casi nulo el procesamiento dinámico que hay que hacerle a la voz; sin embargo, debido a que esa situación no es el común denominador, el compresor resulta ser uno de nuestros mejores amigos al querer incorporar o encajar la voz mejor en una mezcla, pero es importante tener claro el objetivo del uso del compresor en este caso. Por ejemplo, ¿queremos saturar la voz? ¿queremos aplastarla o simplemente mantenerla a un nivel constante en la mezcla? El 99 por ciento de las veces, la respuesta es la tercera opción, sin olvidar que es indispensable conservar la dinámica natural de la interpretación, pero resaltar un poco las partes suaves y atenuar ligeramente las partes fuertes. Así ya no será necesario automatizar el fader de la voz y que éste parezca sube y baja.
Mientras que la compresión se puede aplicar directamente en la voz, como acabamos de ver, también puede ser aplicable en otros instrumentos para ayudar a que la voz resalte más. Por ejemplo, todos estamos familiarizados con el famoso “efecto ducking”, que consiste en que cierta señal se atenúa o “agacha” cada vez que otra señal entra en escena. En el caso de la voz en una canción, es sumamente funcional aplicar el efecto en fuentes que están agrupadas o que pueden abarcar bastante del rango frecuencial de la voz.
Digamos que estamos trabajando en una canción en la que hay cuatro tracks de guitarras acústicas y otros tres de guitarras eléctricas. Un truco podría ser, en el coro de la canción, comprimir ligeramente todas las guitarras, por medio de la voz que está activando el compresor. Es decir, todas las guitarras fueron agrupadas (acústicas en un grupo y eléctricas en otro) y ruteadas a dos canales del compresor. La voz actuará como trigger y atenuará ligeramente las guitarras cada vez que entre el coro. Este efecto no será directamente notorio, pero sí logrará que la voz tenga más espacio para resaltar.
Finalmente, tenemos los procesadores de tiempo y en este caso, específicamente, la reverberación. Si hay un efecto que ayuda a que la voz encaje mejor con el resto de los instrumentos y que dé la impresión de que todo fue grabado en el mismo cuarto, es el reverb. Éste puede ayudar a mantener la naturalidad de la voz, ya que es muy poco común que estemos ubicados en un ambiente que sea completamente seco y no tenga resonancia o reflexión alguna, solamente que tendemos a olvidar que cuando agregamos reverb a una voz, estamos agregando un efecto que tiende a enfatizar ciertas frecuencias y atenuar otras.
Por esta razón es muy recomendable, en el caso de estar mezclando en una consola análoga, regresar los efectos a canales abiertos, para que tengamos acceso absoluto a la ecualización del canal. En el caso de no poder hacer esto, los filtros y ecualizadores del mismo procesador resultan increíblemente útiles, tanto en el estudio como en vivo. Hay que tener cuidado en el rango medio grave y aún más cuidado con el rango agudo de la reverberación. Los recursos internos del procesador, específicamente el Low Pass Filter, pueden ayudar inmensamente a que no regrese la sibilancia en la voz, una vez que esté sonando junto con todos los demás instrumentos.
No cabe duda que la mezcla de una canción o disco es cuestión de gusto y creatividad. Sin embargo, hay ciertos parámetros técnicos y objetivos que hay que considerar al hacer el procesamiento de un instrumento tan protagónico e importante como la voz humana. No es cuestión de simplemente “subir el volumen” a lo que queremos en primer plano, sino lograr que todos los elementos que conforman nuestra mezcla se complementen entre sí y proporcionen un sonido final y placentero para el oído humano.
¡Hasta el próximo artículo!
*Productor, ingeniero, compositor co-fundador y tecladista de Fiusha Funk Band. Actualmente es coordinador de la Licenciatura y Diplomado de Negocios de la Música en SAE Institute México.