Grabado en la Ciudad de México y Bogotá, Colombia, con la producción de Juan Galeano (el vocalista de la banda premiada con el Latin Grammy, Diamante Eléctrico, “Hay Días” es el sencillo del nuevo material discográfico titulado “Omm”, del cantautor y multinominado también al Latin Grammy, Santiago Cruz, quien ha gozado de un cálido recibimiento en nuestro país, con presentaciones en el Lunario del Auditorio Nacional, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el Teatro Metropólitan, el Plaza Condesa y giras por el interior de la República Mexicana.
“He grabado en España, Argentina y Puerto Rico con productores y gente muy reconocida de la industria, y actualmente, rodearme de gente tan joven de mi país que entiende bien la tendencia de la música, sin pretenderla, me ha permitido alimentarme de su visión”.
Detrás de la dinámica del sencillo
Tras la selección de material y el envío de la maqueta a guitarra y voz de la nueva canción, Santiago involucró a Juan Galeano, quien trabajó en su estudio en la Ciudad de México: “La canción originalmente era un poquito más lenta, correspondía un poco más a la identidad de la letra, un poco más densa, nada alegre para nada, y Juan tuvo el acierto —viéndolo ahora en perspectiva—, de subirle un poco el tiempo y que el arreglo hiciera contrapeso a la letra para que no se fuera por esa misma densidad. Al principio me sorprendió y me costó un poco acostumbrarme, pero soy de la filosofía de que, si invitas a un productor a participar, tienes que confiar en su visión, y estoy contento de haberlo hecho, porque siento que ese equilibrio que se logró permite que el mensaje llegue de manera más fluida”.
El proceso de grabación se hizo en México y Colombia, combinando procesos análogos y digitales, como detalla el compositor: “Juan hizo otras tres canciones del proyecto que armamos en grabación análoga, en cinta y con los músicos en bloque en un estudio en Bogotá. Aprovechamos eso para meter la voz de “Hay Días”, de la que ya estaba la programación y el esqueleto muy avanzado, y lo que hicimos fue añadirle teclado un Rhode y sumar unos coros, porque tiene algunos sampleados, pero hay donde participaron más personas en el estudio. Incluso está mi hija en ellos, pero gran parte de la estructura de la canción se hizo el noventa por ciento en la Ciudad de México”.
Política de colombianidad, una consigna
El proyecto más reciente de Santiago tiene la particularidad de involucrar únicamente talento colombiano, luego de una carrera discográfica con discos hechos fuera de su país y con talento extranjero: “He grabado en España, Argentina y Puerto Rico con productores y gente muy reconocida de la industria, y actualmente, rodearme de gente tan joven que entiende bien la tendencia de la música, sin pretenderla, porque una cosa es la tendencia y otra la moda, me ha permitido alimentarme de su visión y ayudarme a entender hacia dónde va el camino e involucrar sus elementos a lo que yo hago, sin querer ser otro tipo de artista, pero sí acomodar las cosas. Juan Galeano es un poco contemporáneo mío, tiene otra forma de trabajar, y hay gente como Mateo Lewis, quien mezcló la canción, y que está detrás del proyecto Elsa y el Mar y Caloncho; es un niño genio de la música y tiene mucha personalidad para mezclar. Por la parte de la masterización de la canción, la hizo Alejandro ‘Mosty’ Patiño y así cumplo esta política de colombianidad del proyecto, de alimentarme de la gente joven y de la tendencia, pero no de la moda”.
“Me animé a producir por primera vez en mi carrera. Algunos de los músicos que me acompañan son de mi banda en vivo y otros que ha traído Juan Galeano en las canciones que él produjo”.
“Actualmente estamos trabajando un proyecto de cuatro esquinas”, menciona Santiago; “terminando tres de ellas, a una mezcla y un mastering de ello. La última esquina precisaba del concurso de la gente, la participación del público que por ahora está en veremos. Las canciones están, los productores están, y esa última etapa quiero que la produzca Juan Pablo Vega, que está trabajando mucho en México y con muchísimos artistas y de quien pienso será, sino es que ya, uno de los grandes productores de la música hispanoamericana”.
Este material también permitió la faceta de productor de Santiago: “Me animé a producir por primera vez en mi carrera, hice cuatro de las canciones y grabé guitarras. Algunos de los músicos que me acompañan son de la banda en vivo y otros que ha traído Juan Galeano en las canciones que él produjo. El proyecto está dividido en cuatro partes, cada una tiene su personalidad definida: hay una parte más digital, de programaciones, de beats, sin irme a lo urbano porque mi camino va por otro lado. Hay una parte análoga, con grabación en cinta y el grupo en bloque, a la vieja usanza, y otra parte que es libre, un rincón ecléctico del proyecto donde hay ritmos como merengue a mi estilo, como resultado de tanto ir a República Dominicana y querer a ese país. Cada etapa ha involucrado equipos distintos”.
Complicidad encordada
Embajador de Martin Guitars, el compositor tolimense prefiere las encordadas de nylon en acústicas y el cuerpo semihollow en electroacústicas: “Trabajo con guitarras Martin, me gustan porque me parece un poco más cálido su sonido, por lo menos el que me gusta a mí. La guitarra que uso es, además, de una línea de guitarras ecológicas que sacó Martin —Sustainable Wood Series—, y su otra particularidad es que no posee ningún control, ni volumen, ni nada: suena lo que es. No tiene pila, se carga con lo que llega al plug de la guitarra y al otro lado se conecta a la corriente y está lista en dos minutos. Tengo otra de cuerdas de nylon de Martin que no es lo más habitual pues son conocidas por sus cuerdas de acero; una acústica clásica que es una delicia también, y en eléctricas prefiero las de cuerpo semihollow o hollow, macizas, como la Gretsch 335 y una Epiphone Casino que también tiene esa particularidad; una Gibson Les Paul Semihollow, que es también una delicia de guitarra”.
Los “en vivo” y el porvenir
Un proceso de calma y aprendizaje es la apuesta del compositor en este contexto de aislamiento: “Yo estoy haciendo el ejercicio de un día a la vez; no tengo idea de qué va a pasar, ni cómo nos van a dejar tocar, ni hacia dónde va esto. Lo que tengo claro es que la gente precisa de canciones y mientras podamos hacerlo desde este rincón, así será. Veo esas fotos en los foros con el cupo reducido en Alemania, donde ya están reabriendo los cines, y me entra un desasosiego tal que prefiero no pensar en eso; mejor ir en el día a día. ¿cuándo vamos a juntarnos? No lo sé. No sé si iremos con cascos o trajes especiales, prefiero no pensarlo hasta que haya solución. Para mí el escenario es un lugar sagrado y hace mucha falta”.
“Por otra parte, también está la opción de los auto-conciertos, que tienen su encanto, supongo; eso me gustaría experimentarlo. Lo de la distancia y los foros al treinta por ciento juro que no entiendo cómo va a ser. Lo que pasa es que yo vengo del vivo; entiendo que hay una camada de artistas que se sienten cómodos y crecieron en YouTube e Instagram, para quienes esta dinámica no es ajena, vienen de ahí y está perfecto, está buenísimo, pero yo me crié en bares, tocando en las noches en lugares para veinte, treinta personas. Desde 1994 canté en bares antes de que empezara mi carrera musical ya grabando discos. Yo vengo del contacto con el público”.
Algún día se reencontrará Santiago con su público, como todos los músicos que este año no han podido hacerlo; porque la música es necesaria en todos sus formatos, no lo olvidemos.
Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco