El músico, productor e ingeniero de audio se autodefine como una persona extremadamente sensible. “Siempre he aprendido y me gusta reconocer mis sentimientos y a tenerlos a flor de piel. Salvador Dalí decía que un artista no es el que crea, sino el que hace sentir a una persona. Soy muy emocional y me he abierto camino gracias a muchas personas”. Y justo ese perfil es el que se requiere para estas profesiones.
“Creo que cada área del audio tiene su parte presumible, y he podido hacer música para películas, series, programas de televisión y documental, pero la publicidad es un trabajo tan condensado, que como lección de vida es importante estar en este medio un tiempo, porque le deja a uno mucho”.
Todo por la música
“Si bien no he tenido una educación formal en el medio, yo aprendí de juntarme con gente maravillosa”, señala Nacho; “muchos de mis maestros han sido músicos y grandes personas, como Paco Navarrete y Mike Moreno, gente que me ha dado la oportunidad de ver qué es lo que están haciendo, además de que también he tenido mucha curiosidad desde chavito por saber cómo hacían para que la música sonara así, tanto en los instrumentos musicales como en la parte de audio”.
El camino se fue abriendo. “Me fue gustando más la música, conocí los sintetizadores y me voló la cabeza cómo se podía manipular el sonido, sin una formación académica o internet, pero con la gente correcta. En la escuela iba con Juan Pablo Manzanero, crecí en su casa, y un día, su papá (Armando Manzanero), nos soltó una película y la hicimos como pudimos. En algún momento, él me dijo: ‘vamos a hacer estos demos. Después conocí a Paco y a Mike, grandes maestros no sólo en lo musical, sino en lo personal. Así fue como entré al mundo de la publicidad y fui conociendo a más gente: Rodolfo Vázquez, Rodolfo “Fofo” Cruz (QEPD), o Juan Lino, quienes me dieron la oportunidad de aprender. Realmente no me considero un ingeniero de audio, pero me gusta mucho. Me ha costado muchos años saber y me sigo encontrado a mucha gente muy valiosa, como Erick Urbina, Icautli Cortés o Juan Switalksi”.
“Algo que me ha ayudado mucho es tratar de no olvidar que todos fuimos verdes alguna vez y mantener la humildad. Siempre hemos tenido experiencias increíbles, como nos pasó en una sound:check Xpo, cuando terminamos cenando con Leslie Ann Jones y Michael Romanowski, y me di cuenta de que ellos también están ávidos de seguir aprendiendo, lo que es muy inspirador. Soy mis amigos, soy el resultado de mucha gente”.
El camino a la publicidad
“Mike Moreno me invitó a hacer música para publicidad en 1993. Me invitó a moverle al Synclavier, que me lo tuve que aprender; sin embargo, también me gustó tener una banda, que también me gustó mucho, pero cuando terminó, Mike me invitó de nuevo a trabajar con él, y ahí encontré un medio que yo creo que es indispensable para todos algún día en la vida. Creo que eso da garra, te topas con poco tiempo para hacer el trabajo, problemas técnicos complicados y tienes que hacer una producción musical completa en treinta segundos, con los medios que tengas. Cuando doy charlas en universidades, les digo a los alumnos que entren a la publicidad por lo menos dos años, aunque este rubro está estigmatizado. Creo que cada área del audio tiene su parte presumible, y he podido hacer música para películas, series, programas de televisión y documental, pero la publicidad es un trabajo tan condensado, que como lección de vida es importante estar en este medio un tiempo, porque le deja a uno mucho”.
“También les digo a los alumnos que el ochenta o noventa por ciento de su tiempo van a trabajar para alguien más, ya sea en publicidad, disco, películas o series, pero ese alguien en publicidad tiene mucha presión y hay que aprender cosas como la negociación y la improvisación”.
“Me parece que tenemos mucho que hacer. Hay un impacto y tiene que haber una adaptación y un crecimiento. Éste es el momento para tomarnos ese tiempo”.
Acerca de la evolución de la música en publicidad, donde trabajaron figuras como Gerardo Suárez, Javier Azali, Toño De los Cobos, Luis Gil o Eugenio Toussaint, entre otros, Nacho menciona: “Creo que sin duda, la reducción de precios de los equipos y la evolución de la tecnología han hecho que se vean como lo peor o lo mejor que le pudo haber pasado a la publicidad. A mi generación le tocó aprender de los grandes, pero no nos tocó comprar una consola de 250 mil dólares para hacer lo que hacíamos. Nos tocó grabar en cinta, pero también nos tocó invertir mucho menos en equipos. Ya grabábamos digitalmente y la tecnología nos permitía hacerlo más fácil; ya los samplers eran otra cosa y eso nos benefició, pero los clientes empezaron a cortar presupuestos y sin duda, se empezaron a afectar otros aspectos, como los tiempos de trabajo, el personal, los espacios y demás”.
“Creo que todo es como lo queremos ver. Creo que todo tiene una cosa buena y mala. Ahora yo veo a los músicos que producen en una laptop (“laptop warriors”, como les decimos), y lo hacen maravillosamente. Al final, las herramientas son herramientas y el talento ahí sigue y mientras éste haya, siempre habrá tiempos de oro. Es verdad que hay más competencia y cada vez habrá más, porque también hay más escuelas y se ha democratizado el audio y la producción musical, y se ha perdido el tabú de que ser ingeniero de audio no era buena carrera. Lo que yo traté de demostrar es de hacer lo que se puede con lo que se tiene”.
Y la entrada a la música para cine de Nacho Retally fue así: “Puedo decir que tuve dos entradas al cine; la primera cuando llegó Armando Manzanero con un videocasete y no teníamos mucha idea de cómo hacerlo. La primera película que hicimos fue con María Antonieta De las Nieves, dirigida por Fernando Pérez Aguilar; luego hicimos “Sor Batalla”, “El robo del museo” y “Un ángel para los diablillos”, en 1991, 1993, y lo que cambió fue hacer cues, cosas largas que se nos hacían eternas, pero teníamos veinte años y lo hicimos con lo que teníamos”.
“Mi segunda entrada al cine fue con Rafa Lara. Nos encerraron en una oficina, platicamos y nos caímos bien, hubo una conexión espiritual emocional muy profunda y me invitó a hacer su siguiente película. Hice 17 cues, los escuchó y me aprobó 16 de ellos. A partir de eso he hecho todas sus películas (“5 de mayo” o “El tamaño sí importa, por ejemplo), y ha habido muchos aprendizajes y referencias hacia mi trabajo; yo quisiera hacer más cine, pero vuelvo a la parte de la competencia y los presupuestos y sin embargo ha sido muy bueno hacer de todo. Cada rubro tiene su cosa linda”.
“Les diría a las jóvenes generaciones que nunca se olviden que también fueron principiantes. Es importante levantarte, sacudir el polvo y seguir”.
Los juguetes de Nacho
“Siempre he sido mucho de outboard, sin cuantizar, me gusta lo orgánico. Tengo sintetizadores viejitos: TX81 con seis módulos, Moog, Roland, Akai que no uso mucho, pero tengo mucha librería, D50, Korg, Waldorf, que me gusta mucho, pero que casi no uso. Tengo interfaces Apogee, bus compressor SSL, Focusrite, preamplificadores Amek Neve, mi superficie de control Euphonix. Trabajo principalmente In The Box, uso Logic Pro y muchas librerías de samples, me gusta mucho experimentar, pero lo que siempre trato de hacer en mis producciones es empezar con alguien diferente, nunca empiezo igual mis procesos creativos y experimento con muchas cosas. Creo muchas librerías, me gusta borrar los presets y crearlas”, narra Nacho.
Como resultado de la experimentación viene el aprendizaje, muy apreciado por Nacho: “Hace poco vi una conferencia de Eduardo Briseño acerca de los conceptos de la zona de desempeño (el ambiente donde estás todo el tiempo, sabes moverte y no fallas), y la de aprendizaje (donde crecemos, mejoramos y se vale fallar), y que estamos acostumbrados a estar demasiado tiempo en la primera, cuando sería mejor pasar más tiempo en la segunda. Esto se puede aplicar en muchísimas cosas y en la música también sería muy importante hacerlo para mejorar”.
“Yo creo que hay que mantenerse positivos. Les diría a las jóvenes generaciones que nunca se olviden que también fueron principiantes. Es importante mantener levantarte, sacudir el polvo y seguir. Lo peor es dejarte caer y pensar que no sirven para esto y hay que juntarse con gente talentosa. Es muy importante desarrollar el criterio y nunca dejar de ser tú; puedes no estar de acuerdo con alguien, pero es muy importante saber escuchar y equivocarse”.
Por último, y para dar una sugerencia a las generaciones jóvenes, Nacho afirma: “Los ingenieros de audio, músicos y productores somos bichos raros, pero me atrevería a decir que somos más felices y más solidarios; nos pasamos tips y esa fraternidad es muy característica de esta industria, no hay que olvidarlo”.
Palabras que no hay que dejar de escuchar.