La China Sonidera, evolución sonora de origen oaxaqueño

Se trata del tercer disco de esta banda que hace fusión de estilos —cumbia colombiana, vallenato, hip hop, rock ranchero y funk costeño—y es originaria de Oaxaca, México. El álbum “Presente” representa una evolución sonora para el ensamble, siendo el primer trabajo en el que incorporan a un productor para su concepción, como fue el caso del también cineasta, el venezolano Andrés Levin, fundador de la banda Yerba Buena, con créditos junto a Chaka Khan, Caetano Veloso, David Byrne y Natalie Merchant, entre otros. 

Grabado en los estudios The Sound Hotel (CDMX), Elith Sound (Estado de México) y El Comalito (Oaxaca), de la placa se han desprendido los sencillos “Las velas encendidas”, “Quise mal”, “Pásale a tu casa”, “Llora y canta” y “Ráspale a la chancla”, muestra de la maduración de la propuesta sobre lo que comparten Georgina Saldaña y Salvador, vocalista e ingeniero en vivo.

Evolución y confianza

Una pausa de tres años precedió una nueva directriz y esquema de colaboración: “Ya queríamos trabajar con un productor, no lo habíamos hecho antes porque es complicado darle esa confianza a alguien externo, pero fuimos entendiendo que era un plus, enriquecernos no solamente en la parte creativa sino de aprendizaje. Fue impresionante e incluso más de lo que esperábamos”, expone Georgina y amplía:

“Conocimos a Andrés Levin por un muy querido amigo que desde que nos escuchó creyó que sería un buen elemento para nuestro sonido. Es el fundador del grupo Yerba Buena, tiene una facilidad y riqueza impresionante en su producción de géneros y lo corroboramos cuando vimos su currículum. Pensamos que sería difícil que aceptara, pero le gustó nuestro sonido y aceptó. Nos dimos a la tarea de hacerle comprender nuestro sonido y de reunir nuestros recursos económicos para la producción, por eso fue tardado. Teníamos la intención de trabajar con él sólo tres sencillos e irlos estrenando de a poco, pero nos dijo que si ya iba a trasladarse a México, hiciéramos un disco de diez canciones al menos”.

“Ese proceso tardó como un año (maquetear canciones, juntar dinero y coordinar la logística para traerlo). Luego decidir dónde íbamos a grabar. Nosotros grabamos nuestro segundo disco en el estudio de Pepe Ortega, Elith Sound, en Tlalnepantla, y nos fue muy bien. Andrés se puso en contacto con Pepe y alistó el estudio para grabar ahí la mayor parte de las cosas. Después nos trasladamos al estudio de Ulises Solís, un amigo de Andrés, en The Sound Hotel en la Ciudad de México. Andrés quería la experiencia de grabar ahí porque hay muchos instrumentos y eso nos permitió meter un cuatro venezolano y muchas percusiones. Para grabar los metales y no gastar tanto en viajes, buscamos un estudio aquí. Salvador, nuestro ingeniero de sala, trabaja en el estudio de Paul Cohen y Lila Downs, El Comalito, en Oaxaca, y ahí cerramos con broche de oro los metales y las voces”, explica Georgina.

Con Lila Downs y Paul Cohen

La valía del productor

Un guía, no un dictador, así se marcó el desenvolvimiento de la alianza creativa para la producción de “Presente”: “Fue la médula, lo más importante de todo este disco fue esa experiencia, esos momentos de tanto aprendizaje y sorpresa, la estimulación en todos los sentidos de trabajar con Andrés Levin. Nosotros teníamos ideas muy concretas o muy casadas de lo que hacíamos como tener canciones propias siempre, pero en este caso Andrés nos dijo que escogiéramos covers, al menos tres, y eso también fue un reto porque no sólo es tocarlo bien, sino interpretarlo como La China Sonidera, en nuestro idioma. Teníamos el de “Las Velas Encendidas”, que ya habíamos tocado, pero como banda nos fue más sencillo componer lo propio que hacer buenos covers, porque nuestros músicos han tocado rock, jazz y otros géneros, e interpretar la cumbia tal cual, no era tan sencillo”.

“Aprender a interpretar los covers de la forma en que Andrés nos llevó a hacerlo fue una gran experiencia. Luego el modus operandi, cómo planeaba el día, como los buenos genios, combinaba un caos de ideas que se entrecruzan y la planeación, de extremo a extremo”. “Nos sacaba de onda, pero al ver cómo embonaba todo nos dejaba maravillados, porque trabaja mucho por instinto, con todos sus sentidos alertas y receptores. Su proceso en el estudio fue el normal: primero se grabaron las bases rítmicas, la batería, el bajo, luego el piano y los overdubs de piano, después acordeón, clarinete, luego guitarra y overdubs de guitarra; era sorprendente cómo nos tenía a todos sin entender lo que estaba pasando, pero muy felices”.

“Otra de las cosas que hizo Andrés fue quitar todos los solos, porque nos dijo que en un disco eso no funcionaba, pero en vivo, sí. Eso también nos llevó a hacer un trabajo de egos. Lo otro que nos sorprendió y que a mí particularmente me gustó mucho, fue ver cómo nos leía y trataba de explotar en el sentido creativo, que nosotros mismos pudiéramos darle una mejor forma a nuestra creación, pero encaminándonos y dándonos luz, dando pistas de por dónde”.

En El Comalito se capturaron los últimos detalles de la grabación y Salvador, quien lleva año y medio como ingeniero de sala y monitores del grupo, pudo asistir y dar testimonio de la labor de Andrés: “Para grabar la voz de Georgina se usó un micrófono Neumann 149, luego probó el clásico Shure SM7B y la verdad es que le encantó para ella por cómo realzaba ciertos aspectos de su voz y así terminó de grabar las voces que faltaban. Con los metales usó también el Neumann 149, Shure KSM32; en la batería puso Sennheiser y un Shure Beta 52 para el bombo, apoyado con un KSM. Es un genio trabajando; utilizaba y mezclaba, se la pasaba todo el tiempo experimentando y moviendo, pero muy conciso en el sonido que buscaba”.

Mezcla y masterización

De mayor inversión en tiempo, la mezcla y masterización del disco dieron colofón a un meticuloso proceso: “La mezcla la hizo Roy Cañedo junto a Andrés y Salvador, además de los integrantes más antiguos de la banda y nuestra manager, Ileana Gordillo. Nos tomó unos seis meses, porque al final siempre había una canción a la que sentíamos que le faltaba algo. Nuestro masterizador, Luis Felipe Herrera, de Masterhead Lab, también nos ayudó muchísimo a solucionar problemas y estar en contacto con Roy para evaluar tal o cual propuesta. Luis ha masterizado todos nuestros discos y quedamos muy contentos con su trabajo. Lo buscamos para éste porque es muy profesional y pulcro. Lo que hace nos gusta mucho”, continúa Georgina.

Los básicos de su sonido en vivo

Salvador disfruta a tope de la propuesta del grupo y de ahí el gozo que suma con su trabajo: “Es una fusión interesante de integrantes y de estilos, porque al baterista le encanta el punk, al guitarrista el rock, el bajista trae un flow muy padre; su fusión de ritmos está impulsada hacia la cumbia y la verdad es que disfruto mucho estar con ellos. Cuando llegamos a festivales y presentaciones, ya sé qué debo ajustar y donde no hay tiempo de prueba de audio no hay problema, porque ya los conozco y fluye, que es de lo que se trata al final”.

“En los conciertos usamos lo que está disponible en cuanto a consolas y sólo si ponen en riesgo el show sí se analiza o busca negociar porque son una banda con un performance dinámico, los micrófonos, por ejemplo, deben ser inalámbricos porque tienen mucho movimiento y cambios de posición en el escenario. Geo lleva su propio sistema de monitoreo personal y su micrófono Shure PSM y Beta 58”.

Por un lugar en la independencia

“Nuestra propuesta atiende a un sector en Oaxaca ligado, sin que nos lo hayamos propuesto, al sector cultural: nos buscan para inaugurar museos, aniversarios y la Feria del Libro, pero fuera del estado nos cuesta trabajo encajar en los grandes festivales, donde hay muchas bandas y suena música digamos un poco más occidentalizada, y también en el sector popular porque ni somos cumbia, ni ska, ni rock, ni reggae. Es difícil encontrar nuestro público cautivo”, menciona Georgina.

“En Oaxaca llevamos diez años, nos conocen bien, pero también hemos dejado de tocar en bares porque hemos entendido que ya no queremos ni podemos ser la banda de esos espacios. Sí hay momentos de transición donde estás creciendo, que no perteneces ni a las bandas pequeñas que sobreviven muy bien porque tocan mucho, ni a las bandas grandes que ya tocan y pueden ser contratadas en más espacios”.

“La China Sonidera es una banda que necesita mucha paciencia en su existir y que el amor por lo que hacemos sea más grande. Lo que ha funcionado entre tanto cambio de integrantes es que nos disfrutamos a pesar de que somos muy distintos porque nos vemos como familia. Esto es un oficio de corazón y de estar bien, de quererse, porque si no, la música no sale”, concluye con acierto la cantante del combo.

Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco