Illya Kuryaki and The Valderramas, de regreso al estudio

Tres fueron las ciudades elegidas por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur para materializar Chances, el álbum que significa su regreso formal a la carretera después de diez años de ausencia: Buenos Aires, Minneapolis y Los Ángeles. Fue entre febrero y julio del año pasado que el dúo se internó en los recovecos de los catorce temas que el trabajo incluye; un disco co producido entre Dante y Emmanuel y el prestigiado Rafael Arcaute (once veces ganador del Grammy Latino y viejo colaborador de Andrés Calamaro y Calle 13, por sólo mencionar un par de nombres). Así, la dupla vuelve a las andadas tras diez años de ausencia como aliados y en los cuales forjaron carreras discográficas por separado.

Es primero Emmanuel quien explica cómo se distribuyeron los tiempos y espacios durante el proceso de producción: “Grabamos en tres estudios ubicados en Argentina: Ave Sexua, Unísono y Casa Submarina, y lo mezclamos con Rafa, en su estudio, en Los Angeles. Empezamos sin un plan certero de qué hacer, aunque antes de decidirnos a volver como banda nos fuimos a Brasil con unas guitarras acústicas y nuestros hijos; el puntapié que requeríamos para ponernos a trabajar. Entonces no teníamos banda, tirábamos beats y hacíamos teclados, bajos y guitarras y nos poníamos a improvisar encima de todo eso”. El hijo de Luis Alberto Spinetta abunda al respecto: “No somos un grupo de hacer demos; pero grabamos todos los ensayos. Queríamos algo funky, con mucha humanidad, por eso la banda que grabó el disco es la misma que nos acompaña en vivo”.

El equipo que los creadores usaron para grabar los ensayos fue un Ipad “con un par de micrófonos ambientales, sólo para captar la esencia. Luego ya editábamos —tomábamos ciertos pedazos, veinte segundos, lo que fuera importante—  y hacíamos collages, onda Frankenstein”, explica Dante.  “Sí, el Ipad lo usamos mucho, por primera vez, y encontramos que se trata de una gran herramienta para componer, continúa Emmanuel. Uno puede grabar en equipos viejos, como grabadoras de mano, pero si cuentas con un video tienes a la vista los acordes, para que no los olvides nunca”. Con alrededor de treinta canciones de su lado, los argentinos se reunieron con Rafael Arcaute. Así, “los tres hicimos equipo para que las composiciones elevaran su nivel y al mismo tiempo cada una de ellas se encontrara con una personalidad sonora bien definida”. Respecto a la mezcla, el dúo comenta que no todo fue miel sobre hojuelas, pues “al iniciar nuestro trabajo con Rafael Sardina (Dr. Dre, Steve Wonder), el encargado de la mezcla, descubrimos que algo sonaba extraño: sus propuestas no ofrecían lo que buscábamos, como los detalles que suelen definir la estética de nuestras canciones”.

Pero, ¿a qué se refieren los músicos cuando hablan de definición estética? Emmanuel tiene la respuesta: “Bueno, nos gusta ir al fondo cuando se trata de equipo. Para hacer este disco incluso buscamos el drum kit que Prince utilizaba, así como sus teclados. Investigamos de verdad, pasamos horas en Google buscando fotos y también diversos sonidos de las baterías electrónicas de aquella época. Obviamente, al final todo esto fue mezclado con herramientas nuevas, pero armar un arsenal de guitarras y otros instrumentos para generar sonidos ricos, nuevos para nosotros, divertidos, agradables para crear temas interesantes, fue importante”. Dante sigue con los detalles: “La sección de vientos que grabó el álbum es la misma que llamamos cuando hicimos el disco Leche, o sea, ¡la que usaba Prince! Se trata de un grupo de músicos de Minneapolis con el que tenemos buena relación. Le mandamos los temas y mediante Skype nos contaba qué tenía planeado hacer con ellos. Nos moríamos cuando esto pasaba porque Prince es nuestro ídolo”.

Respecto al trabajo de cuerdas que la obra posee, la dupla comenta: “Lo coordinamos vía Skype hasta Puerto Rico. En algunos temas le dijimos a los músicos qué ideas teníamos planeadas (les enviábamos líneas vocales para que éstas les sirvieran como una guía), pero también hubo libertad para que ellos pudieran moverse hacia otros terrenos”.

Dante Spinetta es claro cuando se refiere a los aditamentos digitales de los cuales echaron mano: “grabamos en Pro Tools porque nos encanta; para nosotros es bueno mezclar el sonido digital con la tracción de la sangre, conseguir un híbrido. Claro, eso lleva horas de edición, pero así se obtiene un sonido humano. Para nosotros es importante usar micrófonos poderosos, Lausanne y Neumann; un montón de cosas. La cosa es siempre andar en la búsqueda”. El par de creadores considera que además de mantener el ambiente controlado, también es importante, de pronto, acudir a la suciedad, es decir, “si quieres que suene el plástico en determinada canción, bueno, si de micrófonos se trata no hay nada mejor que meterlos en línea, así, directo. Es muy funky. A veces hay que seguir el instinto, el mood del momento. Todo el equipo que usamos es de bulbos, pero cuando queremos obtener un sonido de goma, como ya dijimos, metemos los instrumentos por línea, a propósito, para que suene “nasty” (sucio). Amamos lo vintage, pero igualmente lo digital. Somos un híbrido entre riffs modernos y secos”.

“Rafael Arcaute se desempeñó como ingeniero de grabación y mezcla (previamente, con Emmanuel produjo un disco llamado Mordisco) —comenta Dante—, y se acopló naturalmente a la producción, se desempeñó como nuestro ordenador en aquel caos musical. Entre los tres seleccionamos los temas que se quedarían finalmente en el disco, es decir, no nos desligamos para nada de la producción; la seguimos todo el tiempo de cerca, sólo sumamos una cabeza más”.  Armados con un arsenal de pedales viejos, Illya Kuryaki & The Valderramas se definen a sí mismos como un dúo que “con los años hemos aprendido que las emulaciones digitales son buenísimas, pero cuando uno enchufa un aparato viejo, de verdad, a un amplificador tan bueno como un Two- Rock, una marca que hace equipos de bulbos de boutique, la cosa cambia radicalmente”.

El par de sudamericanos ejemplifica la magia que se generó durante la grabación de Chances una vez que tuvieron acceso a una serie de instrumentos que, en definitiva, le ofrecieron un pulso excepcional a temas como Águila amarilla. Dante lo explica: “ese tema lo hicimos para mi padre, por eso usamos una guitarra de él”. Para finalizar, Emmanuel habla sobre una guitarra prestada por la familia de Gustavo Cerati: “se trata de una acústica. La familia de Gustavo nos dijo que podíamos usar cualquiera de sus instrumentos, algo que jamás había ocurrido antes; pero saben el cariño que le tenemos, de hecho, su hija, Lisa, es fan de nosotros. Un día tomamos esa guitarra y la llevamos al estudio con la que me dejó mi papá y fue una sesión maravillosa. Porque esas cosas místicas están en el disco. Le dan una energía especial; le ofrecen la fuerza de corazón. Y esa es la que, al final, más empuja”.