Guillermo “Memomix” Aceves: las leyes del espectáculo

El ecosistema de la producción mexicana se ha hecho de incansables personajes que cumplen un importante rol en el desarrollo de los grandes festivales, así como en el mundo de los eventos sociales y corporativos. Guillermo Aceves Cabanillas, conocido en el medio como “Memomix”, ha estado presente en importantes circunstancias históricas y artísticas que han incidido en el rumbo del medio de y desde Guadalajara. Su trayectoria de 44 años participando en diversas áreas de los espectáculos lo ha derivado a la creación de Mix Concert Solutions, prestadora de servicios enfocados a resolver diversos conflictos de producción en los escenarios.

“Todo surgió como una coincidencia. Empecé a frecuentar a Green Hat -Sombrero verde/Maná- y a ofrecerme para colaborar con ellos y cargar equipo”.

Leyes y espectáculo

“Memomix” abre la conversación con su historia personal: “Mi familia es de Guadalajara. Mi padre y hermanos hombres son abogados, incluyéndome a mí”. Memo recuerda cómo fue su primer contacto con la música: “Durante tres o cuatro años empecé a tomar clases de piano, gracias a lo cual, creo, mi oído musical se desarrolló. Aunque siempre me gustó la música, soy muy inquieto y no aguanté la presión de las clases, así que lo dejé y me dediqué a la escuela y a jugar futbol con mis amigos. Creo que yo ya traía desde entonces un chip rockero, ya que en sexto de primaria, cantaba ‘School’s Out’, de Alice Cooper, cuando salía de la escuela”.

Memo prosigue: “Ya cuando crecí, en mi colonia había muchas fiestas en casas particulares y escuelas, y en estas había conciertos. A mí me gustaba asistir y en una ocasión me gustó un grupo que se llamaba Green Hat -posteriormente Maná-, que empezaba a hacer canciones propias y jalaban mucha gente. Ellos rompían un poco la línea de bandas locales de generaciones anteriores que tocaban más pesado, como La Revolución de Emiliano Zapata, La Fachada de Piedra y Toncho Pilatos, y hacían rock más orientado al pop.

En esta nueva ola de bandas también estaban Rocking Pills, donde cantaba “Cala” (Rostros Ocultos) y Mask, en donde cantaba José Fors (Cuca) y tocaba la guitarra Arturo Ybarra, todos casi unos niños”. Este encuentro fue el parteaguas para los inicios de “Memomix” en el medio de los conciertos: “Todo surgió como una coincidencia. Empecé a frecuentarlos y a ofrecerme para colaborar con la banda y cargar equipo. Finalmente recibí la invitación de Fher para ser el encargado de la consola. Green Hat tradujo su nombre a Sombrero Verde y posteriormente a Maná. Las circunstancias me fueron llevando a trabajar como operador de audio, viajando con ellos, empezando a ganar dinero e incluso participando en la creación de los shows, que incluían romper un gran espejo en escena y un maniquí. Así empecé a sonorizar a otras bandas, como Kenny y los Eléctricos y otras donde militaban los entonces quinceañeros Iván González y Jorge “Chiquis” Amaro. Fue cuando entré a la Facultad de Derecho. Durante la mañana estudiaba, a la vez era inspector de la Secretaría del Trabajo y por las tardes me vestía de rockero”.


Cambio de rumbo

Una coyuntura inesperada sucedió y el rumbo cambió para el joven Memo: “Vino una transición en la que Fher y Ulises Calleros -quienes eran la cabeza de la banda-, conocieron a Mildred Villafañe, entonces manager de Flans, quien los tomó bajo su ala. La estrategia fue cambiarles el nombre, llevárselos a Ciudad de México y establecer un año sabático sin tocar, lo cual obviamente me dejó sin trabajo. Nuestra separación se dio de manera amigable y yo empecé a ejercer como abogado, también en Ciudad de México. Debido a un accidente y un problema legal, decidí regresar a Guadalajara a retomar el rock. Ya tenía las bases y así empezó mi carrera en la producción en sí. Mucha gente que conocí en los setenta y ochenta ahora eran grandes amigos y empresarios, quienes empezaron a generar minifestivales en varios foros improvisados. Así pude participar en la mayoría de las compañías de producción y en las primeras incursiones de Las Fiestas de Octubre en el rock de los ochenta, al igual que en la Concha Acústica, foro emblemático de la ciudad, además de la primera Feria Internacional del Libro, en 1987. Asimismo, pude participar en el primer concierto masivo de la ciudad, realizado en el Estadio Jalisco y en el que nos visitó la banda metalera Quiet Riot. En esa ocasión los teloneros fueron los aún llamados Sombrero Verde y Toncho Pilatos”.

Loa años pasaron y “Memomix” empezó a acumular anécdotas de sus experiencias en los crecientes conciertos masivos: “En algún momento, las empresas empezaron a adquirir equipo de primer nivel y se especializaron en técnicas y métodos. Me tocó participar en festivales internacionales en los que el aprendizaje es mucho. Pude empezar a detectar y cubrir ciertos requerimientos, como en la visita de Marilyn Manson, quien acostumbraba romper equipo, y eso requería el pago de una fianza para cubrir los inconvenientes. Además, se solicitaba un camerino quick change sobre el escenario que debía estar a cero grados centígrados, para lo cual tuvimos que contratar camiones especiales de aire acondicionado”.

El río de historias fluye y Memo recuerda: “Por otro lado, la visita de Morrissey al Roxy Fest nos hizo prepararnos, ya que él es vegano y hubo un antecedente en los Estados Unidos en el cual canceló su actuación debido al olor de carne de los establecimientos de comida. Ordenamos a los food trucks no cocinar nada durante su actuación, aunque, a pesar de esto, resultó que el escenario donde Morrissey tocaría, estaba patrocinado por una conocida marca de tenis, a lo cual se negó a tocar hasta que la marca fuera retirada, ya que en la manufactura de sus productos utilizaban piel. Finalmente, el enorme letrero fue cubierto por tela negra por los riggers y el show, aunque retrasado, se realizó”.

“Una situación tensa fue cuando Aerosmith tocó en el Estadio Akron. Yo trabajaba para Procolor, una de las compañías más importantes de Latinoamérica y que estaba estrenando un equipo nuevo L-Acoustics completamente digital, muy diferente a lo que se conocía. Ahora los equipos son más compactos, pero más potentes, aunque muchos de ellos requieren de más energía y son muy sensibles al voltaje, el cual debe ser muy firme; de otra manera el equipo se protege y automáticamente se bloquea. Cuando empezó a tocar el grupo en la segunda o tercera canción, se fue el audio. Solucionado el caso, debido a un generador que se apagó, transcurrió otra canción y la situación se repitió. El ambiente se iba recrudeciendo conforme pasaban los segundos, ya que si la planta se apagaba una vez más, los amplificadores se bloquearían. Estábamos revisando la planta en el exterior del estadio, cuando escuchamos que la asistencia empezaba a cantar una canción de la banda a capella, lo cual nos dio el tiempo de apagar bloques de amplificación dirigidos a las zonas del público que no estaban ocupadas, con el objeto de aligerar la carga eléctrica. El show transcurrió sin obstáculos”.

Para finalizar estas grandes historias de su carrera, Guillermo manifiesta las características que debe tener el negocio actual: “La puntualidad es muy importante en este medio. Esta es otra generación y otro tipo de gente, aunque, aun así, necesitas estar un poquito loco para trabajar en esto, que no es para todos. Es necesario que no te duela tanto sufrir, porque la producción es sufrida física y emocionalmente”, concluye.