En Masada, esta vez Aída

El Monte Masada, en territorio israelí, fue escenario de la ópera Nabucco el año pasado y por segunda vez, la locación tuvo la presencia del productor Eyal Lavee y su equipo, de la compañía The Design Group hace algunas semanas, para la puesta en escena de Aida, interpretada por la Ópera Israelí y dirigida por Daniel Oren, en una co producción con la compañía francesa Les Choragies d’ Orange.

The Design Group manejó todos los aspectos de la producción técnica y la gestión de la locación. Eyal Lavee trabajó con su equipo de producción técnica, liderado por Elad Mainz y Eviatar Banayan, junto con otras 150 personas y técnicos.

Una vez más, las compañías HSL y Britannia Row del Reino Unido, proveyeron el equipo de iluminación y audio, respectivamente. “El año pasado fue un gran éxito, así que fue lógico mantener el mismo equipo y colaborar con las mejores compañías en la industria para proveer todo lo necesario”, comenta Eyal.

 
 

Los especialistas de The Design Group construyeron el escenario diseñado por Emmanuel Favre, parte del equipo de producción francés, mismo que incluyó cuatro figuras de esfinges de seis por dos por cuatro metros; dos obeliscos de 18 metros de alto y la figura de un faraón de doce metros como pieza central del diseño, alineado con el monte. El color del escenario se mezcló sutilmente con los tonos de la arena de los alrededores, sólo que en esta ocasión todo fue aproximadamente treinta por ciento más grande y con varios elementos nuevos. Mil asientos extra fueron agregados porque el programa de diez funciones de Aida fue completamente vendido, atrayendo a más de setenta mil amantes de la ópera, de muy distintos destinos.


A su vez, el área del escenario fue aumentado a 150 metros de ancho por cien de profundidad y fue instalada una mayor cantidad de iluminación en la formación rocosa; además, se colocaron más luces laterales, un área más grande de foyer y se aumentó la potencia de los proyectores en el escenario.

Sin embargo, el factor visual destacable y el aspecto técnicamente más desafiante en la producción de este año fue la instalación de Galaxy Effect, una pieza de arte luminosa concebida por el diseñador de iluminación Avi Yono Bueno Bambi, quien usó páneles LED de 900 pixeles hechos como cuerdas de 32 por trescientos metros, mismos que fueron colgadas en la fachada del monte en un sistema inalámbrico que también alimentó las señales de datos de retorno, controlando las ochenta luces móviles y doscientas luminarias estáticas estacionadas en la base del monte, hacia la consola de iluminación ubicada en sala. El colgado e iluminación del Efecto Galaxy tomó seis días…todos para producir un verdadero efecto exclusivo.

Una montaña como escenografía
Para llevar hasta el Monte Masada todo el equipo de iluminación necesario para esta producción, de enormes dimensiones, se utilizaron cuatro contenedores; tres por mar y uno más por tierra. Esto incluyó 180 luces móviles (principalmente Robe ColorSpot 2500E AT, LEDWash 600 y REDWash 3●192, más 54 luminarias Martin Professional MAC 3K y 250 ETC Source Four, barras de ACL, PAR y seguidores Robert Juliat).

Por otro lado, para iluminar el monte, se usaron 54 barras de ACL, 18 luminarias MAC 3 y sesenta seguidores Panther Xenon. El Monte Masada jugó un papel predominante en la puesta en escena de este año, así que Bambi requirió una gran cantidad de opciones de iluminación, desde los estilos más delicados hasta los más dinámicos, mientras que el resto de las luces estuvieron en el escenario. Elemento importante: el equipo debía soportar las ásperas condiciones de operación.

El diseño de Bambi y sus técnicas fusionaron muchos estilos para producir un ambiente individual para la ópera de este año, emulando la conformación geométrica e iconografía egipcia en la escenografía y coreografía.

 
  El director de video Charles Roubaud inició la idea de las proyecciones de escenario, mismas que fueron facilitadas por la compañía AVS para The Design Group, con la adquisición de cuatro nuevos dispositivos Christie y un servidor de medios Hippotizer HD. Las imágenes proyectadas hicieron una gran diferencia en la profundidad del escenario, brindando un elemento extra de complejidad visual, percibida por todo el público, incluyendo aquellos quienes estuvieron en los asientos VIP, muy al frente del escenario.

Sonido operístico en el desierto
El staff de Britania Row de nueve personas estuvo liderado por Josh Lloyd, quien fue el responsable de la instalación de un sistema L-Acoustics Kudo como el año anterior, conformado por 18 altavoces dV-Dosc para front fill en cinco pilas, más un sistema de retraso integrado por ocho cajas L-Acoustics 108, rodeando la parte superior de las butacas, más seis unidades d&b audiotechnik E3 y dos 115. El sistema fue ligeramente más grande que la vez pasada para cubrir los asientos adicionales y todo fue diseñado por Josh y Richard Sharrat, quien ajustó la consola Midas XL8 en sala. También hubo una mesa de control Yamaha M7 para manejar treinta micrófonos shotgun y ambientales.

Richard y Josh emplearon todas las funciones de procesamiento de la XL8, y añadieron un reverb digital Lexicon PCM 91, así como un procesador de efectos digitales de la misma marca, ambos seleccionados para la orquesta y principales.

En monitores se encontró Graham Blake, quien usó una consola Yamaha PM1D. Los monitores de piso fueron Turbosound 420 y L-Acoustics 115, mismos que fueron ubicados en el escenario en repisas personalizadas bajo rejillas, dejando el espacio completamente limpio.

El equipo incluyó un amplio sistema de intercomunicación sobre fibra óptica para todos los departamentos técnicos, que fue operado vía el sistema Yamaha Digital Mixing Engines y el protocolo Dante, con control directo de un sistema complejo que involucra estaciones alámbricas e inalámbricas.

Todas las promesas de realizar un concepto completamente diferente, trayendo nuevas y emocionantes ideas, así como retos para el equipo, fueron cumplidas esta vez en el Monte Masada, gracias al conocimiento y experiencia del equipo que ahí colaboró, desafiando a las difíciles condiciones ambientales que rodean al Mar Muerto. Con Aida se logró otro espectáculo dramático de alta calidad, tal y como ocurrió el año pasado con Nabucco.