Sentado frente a un enorme monitor de computadora y con dos altavoces que apuntan a cada lado de su cabeza, el ingeniero escucha atentamente lo que la máquina suena. Sus ojos están pegados a las formas de onda que visualiza en la pantalla. De repente hace un gesto, frunce el ceño y detiene la reproducción; desliza el mouse para abrir ventanas, girar perillas virtuales y activar y desactivar botones. Vuelve a reproducir el fragmento musical y surge una amplia sonrisa en su rostro, afirma con la cabeza y exclama: “¡Perfecto, ahora sí está bien!”. Después se dirige a nosotros, los músicos que lo flanqueamos alrededor de su silla, y pregunta “¿Qué tal?, quedó mejor, ¿no creen?”. Sorprendidos, nos miramos unos a otros: no sabemos qué decir. Por fin, alguien se atreve a hablar: “Sí, está más definido, ¿no?”, y los demás lo respaldamos. Si fuéramos honestos, tendríamos que decir que no hemos percibido la diferencia. No es que creamos que el ingeniero nos engaña –basta comparar las pistas que trajimos al estudio con el estado sonoro actual para confirmar que no es así–, sino que sabemos que él escucha detalles y sutilezas que nosotros nunca advertiremos.
La importancia del entrenamiento
Dentro del proceso de cambio tecnológico que ha producido artículos cada vez más accesibles y de mejor calidad –desde electrodomésticos hasta instrumental médico, pasando por teléfonos y computadoras–, los músicos se han beneficiado con dispositivos y programas que les permiten grabar su voz e instrumentos en la comodidad de su casa. Muchos jóvenes músicos han atiborrado sus recámaras con altavoces, micrófonos, interfaces de audio y MIDI, sintetizadores y demás arsenal para tener un registro grabado de su música. Sin embargo, tener el mejor equipo y manejar a la perfección una estación de trabajo digital no garantiza una grabación de alta calidad, porque en este listado hace falta un elemento de la mayor importancia: el oído del ingeniero.
El aprendizaje del manejo del hardware y software de un estudio de grabación puede realizarse relativamente rápido, pero el desarrollo del oído del ingeniero se ha llevado a cabo en muchos años y, por lo general, no en una escuela, sino dentro del mismo lugar de trabajo, ya sea en el estudio o en el escenario sonorizando a alguien. Sí, un músico puede tener un excelente oído para reconocer intervalos, escalas y acordes, pero esto no sirve de mucho cuando tiene que juzgar la calidad de una grabación, porque el ingeniero de audio está entrenado para escuchar otros elementos, como bandas de frecuencias, cantidad de reverberación y reconocimiento de distorsiones, entre varios más.
Afortunadamente, han surgido varios recursos tecnológicos que permiten al aspirante a ingeniero acelerar este aprendizaje auditivo indispensable para poder discriminar lo que se escucha y tomar decisiones adecuadas con el equipo que maneja. Aquí va una pequeña lista para tener en cuenta.
Comienzo con el libro “Critical Listening Skills for Audio Professionals”, de F. Alton Everest. Este libro se acompaña de un disco compacto con archivos de audio con la narración de todo el texto de la obra, al que se añaden demostraciones y ejemplos auditivos de los conceptos presentados –lo que es una idea simple, pero de gran ayuda para el aprendizaje–. De esta forma, tener el libro sin contar con el CD no tiene mucho sentido; asimismo, tener únicamente el disco resultará en un aprendizaje parcial, porque el libro está profusamente ilustrado, incluyendo multitud de gráficas que complementan la comprensión de los temas y recuadros con los conceptos clave. La primera parte del libro trata de las habilidades auditivas esenciales para un profesional del audio y al finalizar cada capítulo se presentan ejercicios donde el lector debe identificar cambios en frecuencia y nivel sonoro, el resultado de la aplicación de diferentes filtros, distorsión y coloraciones en la grabación y demás. La segunda parte habla del sistema auditivo del ser humano y la manera como percibe las frecuencias, amplitudes y otras características de las vibraciones sonoras –esto es, la disciplina conocida como psicoacústica . Creo que la fortaleza de esta obra es la perfecta integración de partes teóricas con demostraciones auditivas y gráficos que clarifican o expanden el conocimiento. Es un gran libro para comenzar, con ejercicios de audición bien diseñados, aunque muy pocos, porque nadie creería que después de escuchar cinco o diez ejemplos de cada proceso sonoro, el aprendiz pueda llegar a reconocerlos con certeza.
Sonidos para distinguir sonidos
Si bien los discos compactos con ejercicios auditivos representan una gran ayuda para desarrollar el oído, puede ocurrir que tras una escucha repetida, el usuario llegue a grabarse las respuestas de los ejercicios y utilice su memoria para responder en lugar de lo que percibe. Una mejor opción es un programa de entrenamiento auditivo en el que el usuario escucha ejercicios creados aleatoriamente y puede definir el grado de dificultad, así como los parámetros que se mantendrán fijos y los que variarán.
El libro “Audio Production and Critical Listening” de Jason Corey, proporciona en su sitio web un programa de entrenamiento auditivo que cualquiera puede usar en línea para practicar el reconocimiento de diferentes tipos de procesos sonoros, como ecualización, reverberación, compresión, expansión, distorsión y otros. Aunque la parte fundamental de esta obra es el software que proporciona, el libro trata con detalle el papel del ingeniero de audio, qué es el entrenamiento auditivo y para cada uno de los procesamientos que abarca el programa ofrece un capítulo donde los explica con gran detalle.
Para tener una idea del funcionamiento del programa, describiré brevemente el módulo de ecualización. El usuario escuchará ruido rosa o un fragmento de audio proporcionado por él, al que se le ha aplicado una ecualización de forma aleatoria y tratará de reconocer qué valores de frecuencia, de ancho de banda y de ganancia se han usado. Con el ecualizador paramétrico mostrado en pantalla –al principio de una sola banda, aunque puede cambiarse a dos o tres–, el usuario manipulará los tres parámetros (en los primeros ejercicios el factor Q y la ganancia se mantienen fijos y la única variable es la frecuencia central), para que su ecualización corresponda a la que aplicó el programa; para esto, el usuario puede escuchar alternativamente la pregunta y su respuesta cuantas veces quiera antes de pedir ser evaluado –en la modalidad llamada “Matching”, o puede ser que sólo escuche una vez la pregunta –en el modo de “Matching Memory”–, y después utilice su memoria para lograr la ecualización solicitada. La selección de la frecuencia puede ser entre dos tipos de resolución: por octava (con un total de nueve valores a escoger: 63, 125, 250, 500, 1000, 2000, 4000, 8000 y 16000 Hz.), o por tercios de octava –con dos valores adicionales entre cada par de números de la lista anterior–, lo que, por supuesto, es mucho más complicado.
En estos programas es recomendable que los tiempos de práctica no sean muy largos: alrededor de unos quince minutos cuando se comienza y después ir incrementando gradualmente hasta llegar a unos cuarenta minutos. Más de ese tiempo no funciona porque mantener una escucha atenta y enfocada es bastante cansado. En general, son preferibles tiempos cortos pero regulares, que largos y esporádicos.
Existen otras interesantes plataformas en línea como Pro Audio Essentials de Izotope y SoundGym. En la primera, se incluyen videos para explicar el audio digital, la compresión y la ecualización, algunas simulaciones para explorar estos procesamientos y varios ejercicios de práctica auditiva sobre ecualización, mientras que la segunda es más completa, al incluir entrenamiento auditivo en detección de frecuencias, compresión, coloración, cambio de ganancia y más.
La importancia del entrenamiento auditivo –ya sea formal o informal–, puede corroborarse en un simple hecho: habiendo tanta gente que usa los mismos programas y procesadores, no todos obtienen los mismos resultados. Es evidente que el éxito no está en el equipo, sino en las manos y en los oídos de quien lo maneja.
¡Hasta el siguiente artículo!
*Licenciado en órgano por la Facultad de Música de la UNAM y profesor del Conservatorio de Música del Estado de México. Después de ser tecladista del grupo de rock Iconoclasta, en 2009 funda su agrupación GOVEA, con quien ha producido dos discos compactos y un DVD. Ha compuesto obras para orquesta de cámara, cuarteto de cuerdas, orquesta Big Band y su pieza “Subliminal” (para cello y electrónica) fue grabada en 2019 por Jeffrey Zeigler (ex-integrante del Kronos Quartet). Escribe sobre análisis y apreciación del rock progresivo en su blog www.salvadorgovea.com