David Palau, la adaptación como divertimento

Músico de sesión, de gira, arreglista, ingeniero de grabación y productor, David Palau ha creado una carrera de más de tres décadas que le hizo vivir colgándose la guitarra en su natal Barcelona al punto clímax de la industria discográfica en España, como parte clave de un sinnúmero de grabaciones de la música pop y de los ensambles en vivo de artistas como Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Ana Torroja, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Joaquín Sabina, David Bisbal y, muy especialmente, de Joan Manuel Serrat.

“Mi recomendación para los jóvenes productores es que trabajen no sólo en sus computadoras y con los plug-ins, efectos y delays, sino que entiendan cómo opera la acústica, los micrófonos, amplificadores e instrumentos”.

Antes que nada, la reinvención

La inquietud por el trabajo y procesos en los estudios de grabación de David, a la par de la producción musical, fue consolidándose con el surgimiento y evolución de los estudios caseros al punto de idear y crear su propio estudio, llamado Divertimento. Desde ese nuevo cuartel, continúa la magia.

Los estudios de grabación y la famosa Movida Española: “Era un momento muy singular, en el que se grababa todos los días, algo que ya no se ve actualmente. Trabajé mucho como guitarrista de sesión y me iba impregnando del estudio —que siempre me ha impresionado—, y el concepto de tocar iba más allá porque siempre producía. Estaba constantemente en contacto con más productores, con más músicos, era una escena muy viva que ahora hace mucha falta, porque hoy todo es más mínimo, la gente se auto-produce en casa y se ha perdido grabar discos en compañía, que era algo más rico, porque entre todos se creaba ese momento que quedaba grabado”, menciona.

“Entonces, sin ser profesional de la producción, lo hacía desde los quince años: tenía una grabadora de casete a cuatro pistas y me iba por los locales de ensayo y grabación de los grupos de mi pueblo; eran inicios de los ochenta y eso fue evolucionando hasta que compré mi primer multi-pista. Tenía todo en una habitación pequeña y poco a poco fui ampliando. He tenido mucha relación con los arreglos musicales y empecé a trabajar producciones profesionales en 1993. A México vine como productor en 1997, con Pablo Ramos, un cantante portugués. Desde entonces quedé impresionado por la riqueza y cultura musical que tiene el país mexicano. Luego volví con Sergio Dalma cuando hicimos un showcase en el Hard Rock de la Ciudad de México”, recuerda David.

En paralelo: la guitarra, los escenarios y Serrat. “La primera gira internacional fue con Joan Manuel. Duró siete años y fue mi catapulta: luego de eso empecé con Alejandro Sanz, Miguel Bosé y Ana Torroja; fui director musical de David Bisbal, después regresé con Serrat, a la segunda reunión con Joaquín Sabina y luego hicimos la gira El gusto es nuestro, con Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos. Compartir con Joan Manuel es una bendición, es una leyenda viva, un artista que trasciende más allá de la fama, las historias y generaciones que están unidas a él ya por años”.

“Además, Serrat ha trabajado con músicos importantes que duran mucho con él. Es muy fiel, tanto que sigue haciendo algo que ya no hace nadie en la industria: sus músicos de gira son los chicos que graban el disco. En mi caso, si por alguna razón no podía hacer la gira, era quien grababa el disco. El último disco que grabé con él fue “Antología desordenada”, doble disco maravilloso con cincuenta canciones que dio pie a la celebración de su gira de cincuenta años como artista. Cuando estás cerca de personas así, si eres capaz de observar y de nutrirte, te alimentan, créemelo, más allá de lo musical”.

“Los plug-ins son una evolución increíble. Me gustan los preamplificadores análogos, tengo una consola maravillosa, pero también agradezco mucho poder trabajar a distancia”.

Adaptación a las nuevas tecnologías en escenario y estudio

“Un cambio muy potente que trajo el mundo digital fue la emulación que las guitarras han recibido. Yo trabajo con Line6 desde hace muchos años; es un equipo en el que puedo conectar tres guitarras y tengo ahí todos los sonidos, puedo buscar los volúmenes en cada uno de los preamplificadores para que el ingeniero no se vuelva loco conmigo; ecualizo y tengo control en detalle de cada uno de los sonidos de mis guitarras, algo que no tenía antes, y me siento mucho más cómodo. Manejo cuatro guitarras en un show —eléctricas y acústicas—, y con un cambio de botón elijo y muteo las demás; me sirve de caja AB, para separación entre ellas. ¡Tengo un control absoluto que agradezco en verdad!”, explica el guitarrista.

“En cuanto a los monitores personales, tomó tiempo porque es un proceso acostumbrarte, pero ya que pasó se facilitó todo. Tienes comunicación con el director musical, el público no escucha, tienes a punto tu mezcla estéreo y va más limpia. La verdad es que hemos ganado en tecnología y sigue evolucionando”.

“En el estudio ganamos comodidad y sobre todo, portabilidad. Los plug-ins son una evolución increíble”, reflexiona David. Me gustan los preamplificadores análogos, tengo una consola maravillosa, pero también agradezco mucho poder trabajar a distancia, con mi Cubase y editar, manejar todo in a box para llevarlo por aire o carretera. He pasado miles de días editando baterías, afinando voces, haciendo todo el trabajo de edición, en un avión. Eso era imposible en el mundo de la cinta; tanto, que en los siete años que fui director musical de David Bisbal pude hacer un proyecto acústico que se grabó en el Teatro Real, gracias a esta portabilidad. Pude llevarme trabajo a la computadora y luego al estudio. Creo que la máxima evolución ha sido en esto y en las grabaciones on line, que han cambiado por completo el concepto de la grabación: diario hago guitarras para la producción de otros amigos. Eso también ha sido una puerta abierta a la comunicación con otras personas de la producción, algo que antes era muy difícil”.

Una encordada a la medida. “Un amigo en Barcelona era la persona responsable de las guitarras Washburn y las importaba para España. Un día aparecí en una presentación que había en una tienda y me mostró una de las guitarras, me pidió probarla y darle mi parecer. Yo tenía buena visibilidad en el mercado latino y me dijo que le haría mucho bien a la marca pensar en un modelo signature, algo no tan común entonces fuera del mercado estadounidense. En un viaje al NAMM conocí al presidente de la marca y de ahí evolucionó la idea, se hicieron estudios de mercado y de mi repercusión entre músicos de toda Latinoamérica. Me siento muy orgulloso, es una guitarra con la que me siento muy bien, no es nada que yo venda porque me obligan; al contrario, es porque estoy completamente convencido de su calidad. Tengo también el apoyo de Line6 y acabo de firmar como endorser mundial de Yamaha para sus guitarras españolas. Me siento muy afortunado”.

“Mi primera gira internacional fue con Joan Manuel Serrat. Duró siete años y fue mi catapulta: luego de eso empecé con Alejandro Sanz, Miguel Bosé y Ana Torroja”.

Divertimento, el gusto es

“Inicié con el estudio hace quince años y hace tres lo remodelé —yo mismo lo diseñé y adecué—; hicimos una sala grande donde grabo voces y baterías cuando las quiero con más aire, y creamos una sala más pequeña, tratada completamente distinto con madera más cerrada para tener el sonido de los ochenta, cercano al de baterías que me gustan con el tipo de compresión que se usaba. Tengo una mesa Tascam M700 que tiene su historia porque provenía de un programa de televisión en vivo llamado “El séptimo de caballería”, muy famoso en España, que presentaba Miguel Bosé. Por ahí pasó desde José Luis Perales y Rocío Jurado hasta Prince. Me gustan mucho sus preamplificadores porque son muy abiertos, suenan muy bonito. El estudio lo hice muy cómodo: puedo ensayar dentro de él o grabar”.

“Para seguir en la industria debí —y debemos— adaptarnos. Yo lo hago enfocado al mundo de la música independiente porque no se necesita hoy la abundancia de antes; la música está más viva que nunca y todo mundo tiene la necesidad de grabar, pero hay que hacerlo con calidad profesional. El concepto de demo ya no existe: hoy debes entrar a grabar con una calidad absoluta, porque la gente juzgará lo que escuche de ti, en un track o en tus redes sociales”, explica David.

“Por otro lado, siempre he dicho que soy capaz de producir todo lo que soy capaz de entender: pueden traerme un proyecto de música celta y me documentaré, pediré referentes y llegado el momento de la grabación, sabré dónde y cómo meterme”.

“Entonces, mi consejo para el artista es que debe apostar e invertir en lo que quiere hacer, porque es su carta de presentación y la forma de llegar a su público. Mi recomendación para los jóvenes productores es que trabajen no sólo en sus computadoras y con los plug-ins, efectos y delays; que entiendan cómo opera la acústica, los micrófonos, amplificadores e instrumentos. No todo es virtual. A las grabaciones que escucho hoy les falta aire, dinámica, todo es muy pequeñito, comprimido o excedido de volumen. Deben intentar cultivar el concepto clásico de las grabaciones”.

“Sin ser profesional de la producción, lo hacía desde los quince años: tenía una grabadora de casete a cuatro pistas y me iba por los locales de ensayo y grabación de los grupos de mi pueblo”.

Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco