Darío Peñaloza: calidad sonora, ante todo

Cuenta con cuarenta años de trayectoria como ingeniero de audio profesional y su experiencia abarca tanto estudio de grabación como sonorización en vivo. El venezolano Darío Peñaloza posee dos Latin Grammy (2014 y 2018), es autor del libro “Lo humano del audio” y actualmente, es docente presencial en Sala de Audio, Amerike y MAP en México y en línea en otras 3 instituciones de Latinoamérica. Aquí los principios que guían su criterio sonoro.

Inspiración y vocación

“Mi papá era audiófilo y melómano, además de accionista en una emisora de radio en Caracas, así que mi conexión con los equipos, manipularlos, era algo súper natural. Recuerdo que a los 16 años me regalaron un grabador de casete TEAC que tenía faders. Siempre quise estudiar electrónica para poder especializarme en audio y tuve que empezar por la Ingeniería formal”, recuerda.

Su interés por atender el llamado de la vocación le llevó a buscar escuelas de audio cuando éstas aún eran escasas en todo el mundo, hasta que encontró dos de ellas en Nueva York, Estados Unidos, y otra en Ontario, Canadá. Tras ese periodo formativo sellado por ir más allá de lo que le ofreció el aula, volvió a Caracas para aplicar lo aprendido:

“Mi hermano es baterista e iba a grabar su tercer disco con un grupo que tenía, así que al volver a Venezuela fue lo primero que hice. Luego conseguí trabajo en una empresa de doblaje donde ya usaban sistemas con grabadores multitrack a cuatro canales usados en el cine; paralelamente hacía grabaciones musicales hasta llegar a Estudios Telearte, del sello Sonográfica, donde colaboré con bastantes grupos pop”.

Luego comenzaron las agrupaciones de jazz y la grabación para el pianista Gerry Weil fue una de las más destacadas. “Nos encerramos desde la preproducción y nos tomó seis meses trabajarlo. Grabamos e hicimos las capturas, todo se pasaba junto al MIDI y yo iba mezclando directo a DAT; terminé involucrándome hasta en el diseño de la portada. Lo hice en un estudio mediano con pocas herramientas digitales y supe que las cosas se pueden hacer si le pones empeño, pasión y planeación. Fue un disco muy importante para mí, porque me dio la visión de que las cosas se pueden hacer sin estar en el gran estudio”.

“Ahí comenzaron las grabaciones de jazz que fueron importantes, ya que las bandas me invitaban a hacerles el audio en vivo cuando tenían conciertos y, a partir de esa época, comencé a incursionar en el sonido en vivo para Arturo Sandoval, Eric Daniels, C4 Trío, Guillermo Carrasco, Saxomanía Orquesta y entendí la responsabilidad grande que esa labor implica, porque cuentan contigo para defender su arte”.

Ese estudio Le Garage adoptó equipamiento digital y el formato de audio multicanal ADAT: “Empecé a generar otro contenido y calidad de trabajo que comenzó a llamar la atención y un año me permitió realizar alrededor de 15 discos, de jazz y clásicos, entre otras cosas. Mi norte siempre ha sido la calidad, que las cosas suenen bien”. Cuando Venezuela entró en crisis en los años noventa, la opción de Darío y sus colegas fue hacer un sello propio de jazz donde publicaron cinco discos con esa calidad sonora e incluso visual.

Nuestro trabajo es ser invisibles la mayor parte del tiempo. No importa el género o el target, debemos buscar que la sonoridad sea la mejor posible”.

De afuera hacia dentro de la caja

“Viví toda la transición del audio: pasé de una Studer de 24 canales a trabajar en un estudio pequeño con procesadores Lexicon o Yamaha. Me compré una laptop, salió la primera interfaz firewire y empecé a trabajar con Nuendo y Cubase VST32; ahí fue cuando hice la transición completa a digital y a trabajar “In the Box”. Hablé con los distribuidores de Genelec y me alquilaron unas 1029 que luego compré para poder trabajar en casa. En un estudio buscaban a alguien que les trabajara 5.1 y yo estaba en eso, así que hicimos una alianza perfecta: me alquilaban uno de los espacios en sus estudios y monté mi sala 5.1, donde hice series de televisión dobladas al español y películas. Fue el periodo en el que también mezclé el disco del C4 Trío que ganó el Grammy en ingeniería. Para mí ya estamos en un muy buen nivel de calidad de sonido digital hace mucho rato. Es cuestión de saber cómo ponerlo en lo que capturas”.

La distancia tampoco es pretexto

Afianzado en su modelo de trabajo In the Box, para Darío, el trabajo a distancia es la ruta: “Hace un año decidí vivir en México. Acondicioné el estudio con mis monitores Genelec para seguir haciendo mi trabajo de mezcla y actualmente estoy realizando dos proyectos de cantantes venezolanas que viven en París. Estoy involucrándome lo más posible con la música mexicana, recibiendo clases de Alex Abara en su estudio Fábrica de Éxitos. Encontré una media que me funciona muy bien y puedo revisar las mezclas con mis audífonos Sennheiser y así mantengo mi sonido. Mi trabajo está en la computadora”.

Hoy busco aportar a la Industria de la Música mexicana y latinoamericana, porque al final, lo que debemos entender es que se está globalizando un estilo de música”.

Lo humano del audio

Para Darío se trata de hacer que la música funcione y lograr la mejor calidad posible, defenderla del abuso de tecnología, los egos o inseguridades de los mismos artistas, las tendencias. “Nuestro trabajo es ser invisibles la mayor parte de tiempo. No importa el género o el target, debemos buscar que la sonoridad sea la mejor posible, porque si existen los programas y los plug ins es porque detrás de eso también hay músicos e ingenieros. En la medida en que nosotros nos involucremos en el proceso, vamos a vencer el miedo a cosas como la Inteligencia Artificial, que como cualquier otra innovación debe ser una herramienta de trabajo”.

“Hoy busco aportar a la Industria de la Música mexicana y latinoamericana, porque al final, lo que debemos entender es que se está globalizando un estilo de música y algo que apoyo que dice George Massenburg y me parece muy importante de la nuestra es el groove, la parte rítmica que para nosotros es fundamental y tenemos que hacerla entender”.

Entrevista: Nizarindani Sopeña Romero / Redacción: Marisol Pacheco