Alejandro Rodríguez – la música como primer motivo

Es una frase trillada pero muy cierta: “Sólo puedes realizar grandes cosas si crees en ti mismo”, y el ingeniero Alejandro Rodríguez puede dar fe de ello. Comenzó su carrera en La Habana, Cuba, y posteriormente decidió mudarse a México para darle empuje a su carrera, realizando trabajos tan importantes como ser ingeniero de grabación de Jesucristo Superestrella en el show en México e impartir clases de audio y técnicas de grabación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, hasta llegar hoy a ser profesor asociado del departamento de producción musical e ingeniería del Berklee College of Music en Boston. De todo esto y otros pormenores charló durante su estancia en nuestro país, a propósito de su plática en el Programa Educativo de AES México, en el marco de la pasada sound:check xpo.  
 
“Provengo de una familia musical”, inicia Alejandro, “mi padre era compositor de música clásica, mi madre profesora de música muy reconocida y mi hermana, pianista. Yo estudiaba también piano, pero llegó un momento en mi vida en el que me di cuenta que tal vez no tendría mucho futuro en eso. Casualmente en aquel entonces mi padre era el director de la Casa Editorial de Música, que tenía su oficina en el mismo edificio donde se encontraban los estudios del Egrem (muy reconocidos en La Habana). Entonces cuando iba en algunas ocasiones con mi papá, también aprovechaba para visitar los estudios. En este momento fue cuando me di cuenta que no podía vivir sin la música, y como no podría convertirme en pianista profesional decidí que el camino tal vez sería por el lado del audio”.

¿Cómo es un día normal en Berklee?
“Mi día comienza y termina siempre en estudios de grabación. Mi departamento es el de producción musical, donde hay tres estudios y todas las clases se imparten en ellos. Mis grupos de grabación en vivo son de seis alumnos, los demás de ocho, y los grupos de critical listening son de hasta doce integrantes. En ocasiones se me llama para realizar trabajos especiales planeados por Berklee, como la grabación del concierto homenaje a Gary Burton”.

 

¿De qué se trató este concierto?
“Fue grabado en el teatro de Berklee, que tiene una capacidad para más de mil personas. Cuenta con sistemas Meyer Sound y consolas Yamaha, y la grabación se hizo en el mismo edificio, aunque no está directamente ligado a la sala principal del mismo (de hecho está a varias decenas de metros de distancia). Sin embargo, tuvimos visibilidad con cámaras instaladas en la zona del escenario. Tuvimos 64 canales conectados a equipo de primera calidad, como los preamplificadores Grace Design —que en estos días contar con esto es verdaderamente un lujo—, y tuvimos todo sincronizado a video. Berklee tiene la costumbre de sincronizar todo a video para su grabación, pero en este caso era especialmente importante, ya que éste sería lanzado al mercado”.

“Como sistema principal tuvimos uno bastante sencillo llamado Radar, cuya única función es la de grabación multipista. Lo usamos como superficie principal para el registro por dos razones: la primera es que es muy estable, ya que no podemos permitir fallas durante una grabación en vivo. La segunda razón es por la calidad de sus convertidores análogo a digital”.

“El concierto estuvo distribuido en tres sets donde se requerían disposiciones diferentes en el arreglo de los instrumentos y en la manera en que se distribuiría el sonido. Cada set tenía músicos diferentes, en donde el clímax comenzaba a partir del segundo donde estaban John Scofield en la guitarra, Antonio Sánchez en la batería y otros músicos importantes”.

¿Cómo estaba distribuida la lista de entradas?
“Se decidió en función al plano del escenario (stage plot). Esta decisión la tomó el ingeniero de sala, quien asignó los canales de manera que cada cable que conectaría los instrumentos estuviera lo más cerca de su fuente. Normalmente uno inicia de izquierda a derecha colocando las entradas de la batería, pero él no lo hizo de esta forma. Asimismo, el tipo de micrófonos que se utilizaron fueron elegidos por el ingeniero de sala, a lo cual yo me tuve que adaptar, excepto por los micrófonos del vibráfono. Para el que propuse unos Neumann u87 (matched pair), que de hecho Gary Burton donó al departamento de producción musical hace algunos años y que están reservados para determinados tipos de eventos. Al ingeniero de sala le pareció óptima mi propuesta y se llevó a cabo”.

En un evento donde habrá diferentes consolas con diferentes propósitos se utilizan los llamados splitters. En este caso, ¿los preamplificadores estaban antes o después de ellos?
“Los preamps deben ir forzosamente después del splitter. Cada ingeniero debe ajustar los niveles de entrada de la señal a su consola según sus necesidades, y sólo se puede hacer de esta forma. En mi caso, como ingeniero de grabación, debo asegurarme de recibir una señal alrededor de 0Vu, que es lo que marcarían mis medidores”.

 
  ¿Hubo algún requerimiento especial en lo que se refiere a la mezcla de este proyecto?
“La mayor parte de los trabajos que he hecho para Berklee son orientados hacia video y las mezclas se hacen bajo este concepto. En este caso la mezcla se hizo enfocada a la transmisión del concierto por medio de NPR (National Public Radio), estación de radio con gran prestigio en los Estados Unidos, por lo cual debía quedar en un CD. La grabación se hizo en una frecuencia de muestreo de 48kHz, pero debido a que no se tenía presupuesto para una masterización con el objeto de optimizarlo para la frecuencia de muestreo de un CD que es de 44kHz, pues simplemente se tuvo que convertir directamente de 48kHz a 44kHz”.

Cambiemos un poco el tema, ¿cuál es el perfil de un estudiante de la carrera de producción musical en Berklee?
“Déjame decir que el joven que quiera estudiar esta carrera en Berklee debe ser primero músico… ¡es requisito! El ingeniero de audio debe tener un entendimiento pleno de lo que está sucediendo dentro de una pieza musical para poder estar en posición de tomar buenas decisiones al momento de la mezcla. El proceso no puede ser a la inversa, si vas a trabajar con música tienes que saber de ello. He observado que hay muchos otros colegios que ofrecen la educación en producción musical sin ofrecer primero una educación como tal en esta área. ¡Grave error!”.

¿Aparte del entrenamiento en conceptos de audio y uso de equipo, se debe tener algún entrenamiento especializado para el desarrollo de un oído crítico?
“¡Definitivamente! Y para desarrollar el oído seriamente hay cursos como el que enseño en Berklee. Este curso es el Critical listening, que está diseñado para aprender a escuchar en función de la música primero y después en las frecuencias; posteriormente en función del paneo y por último en la profundidad. La verdad es que si uno puede tener acceso a un curso como éste, podrá estar seguro que tendrá grandes ventajas en su carrera y será un gran comienzo. Si no se tiene acceso a este tipo de cursos se tiene que dar entrenamiento al oído de igual manera: escuchando mucha música, buscando información para saber cuáles son las limitaciones del oído humano y demás. Se trata de estudiar mucho”.

¿Cuáles han sido sus trabajos más satisfactorios?
“Creo que me pasa como a la mayoría de los artistas que piensan que su trabajo más reciente es el que mejor ha resultado, pero hay un par de discos a los cuales regreso frecuentemente y que escucho con mucho encanto. Son discos con pianistas, uno es con Tony Pérez y el otro con Osmani Paredes. Son discos de latin jazz que grabé aquí en México y de los cuales estoy muy contento”.

Más allá de los estereotipos de ser latino en nuestro vecino país del norte, el talento y disciplina de quienes se abren paso en aquel país es lo importante. El arte no conoce fronteras y alguien como Alejandro Rodríguez lo demuestra a cada paso, compartiendo todo lo que sabe tanto a sus alumnos en Berklee como a quienes lo pudieron escuchar en el programa educativo AES México. ¡A todos ellos felicidades por invertir en sus carreras!