Actualmente estamos invadidos de aplicaciones para el celular, tablets y computadoras. Vivimos una época en la que prácticamente todo puede ser solucionado con uno de estos programas. En nuestro lenguaje coloquial actual a estos programas les llamamos “app” como una abreviación de la palabra en inglés “application” y si bien, las denominadas “apps” nos solucionan muchas tareas y nos brindan información valiosa, en muchos casos han sustituido diversos ítems que utilizábamos con frecuencia como la Guía Roji; algunas personas, sobre todo jóvenes, pueden no saber lo que esto era: se trataba de los mapas en formato impreso como un libro que vivía en nuestros autos debajo de un asiento, con los cuales investigábamos una calle y llegábamos a nuestros destinos.
Funciones insustituibles
Así como los mapas y geo-localizadores fueron sustituidos por las apps en nuestros teléfonos celulares, prácticamente todos los sectores: productivos, comerciales, financieros, sociales y de entretenimiento, representados por diversas empresas, han creado una app propia, con el fin de que el usuario pueda consultar el saldo de su cuenta bancaria, ver películas, escuchar música, llevar un control de su agenda, elaborar presupuestos, presentaciones, diseños, elaborar rutinas para hacer ejercicio, llevar el control escolar y administrativo de sus hijos, hacer la lista del supermercado, además del creciente número de juegos que pueden entretenernos mientras estamos sentados en la sala de espera de algún consultorio médico.
Los seres humanos contemporáneos vivimos pegados a un celular y dependemos de él para prácticamente realizar todas nuestras actividades diarias, mantenernos en comunicación con nuestros colaboradores de trabajo, amigos, familiares y con todo lo que sucede en el mundo actual.
Dentro de todo este desarrollo tecnológico se han creado diversas apps de manera similar para intentar sustituir algunas funciones, que en mi punto de vista, son imposibles de ser sustituidas. Actividades que tienen una relación con la habilidad humana de crear, con la capacidad de usar su creatividad para construir algo único, sobre todo en el terreno artístico y estético. Con este instinto tecnológico, se han creado apps que hoy en día pretenden eliminar la participación creativa del ser humano en procesos en los que ningún diseño de código o proceso de inteligencia artificial puede igualar el resultado producido a través del proceso humano que involucra el conocimiento, la observación, la sensibilidad y la emoción.
Hoy existen por ejemplo, aplicaciones para sustituir locutores, diseñadores de logos, compositores, que un músico escriba sus propios arreglos musicales; aplicaciones que mezclan música automáticamente por medio de algoritmos, aplicaciones para conseguirnos la pareja perfecta; me imagino que alguien debe ahora mismo estar creando una aplicación para escribir poemas que rimen y, sin duda, existe mucha gente diseñando hoy estrategias de venta para convencernos de que estas aparentes ventajas tecnológicas, en particular las relacionadas con la supresión de la creatividad humana, son la evolución de una nueva y conveniente forma de vivir, cuando en realidad son su decadencia en este tema en particular.
Procesos creativos, joya humana
El resultado de estandarizar los procesos creativos humanos, nos está indiscutiblemente llevando a que toda la música suene igual, a que el público se acostumbre a consumir fórmulas prediseñadas y a quitarle el privilegio a los artistas de vivir el proceso creativo que es en sí, una de las mayores y más valiosas facultades humanas.
Seres humanos creativos: no debemos creer en nada de esto; el proceso de crear las cosas y culminarlas con un resultado producto de la imaginación y de cierta habilidad aplicada es precisamente lo que nos hace vivir la vida. Aunque exista una visita por internet 3D-con vista de 360 grados en resolución 4K del Museo de Louvre, el día que uno visita físicamente el museo, se da cuenta del valor que tiene la realidad en contraparte con la virtualidad.
Por más que hoy contemos con magníficas herramientas para poder obtener más información, estamos olvidando que el mundo real tiene mucha mayor definición que cualquier cámara con el mayor número de pixeles. Acudir a un concierto en vivo para pasarlo tomando registro del mismo a través de una cámara me parece un desperdicio en la forma y el concepto de vivir la realidad. Aunque hoy podamos en YouTube disfrutar de conciertos en los que no pudimos estar presentes, no debemos sustituir esta experiencia por la decisión de acudir personalmente a un concierto en el presente y por supuesto en el futuro. Aunque hoy podamos impartir o tomar una clase a distancia cómodamente, el contacto real y vivir la vida a través de la presencia física, con la gente en vivo, siendo parte de los espacios, experimentando el contacto con las cosas reales, es insustituible.
Si en lugar de contratar a un locutor que puede comprender mi idea y reaccionar intuitivamente a las diversas emociones que se requieran al momento de grabar un spot publicitario, prefiero utilizar un programa que puede decir mi texto sin errores, de manera inmediata, con distintas voces aunque sean robóticas, me estoy privando del proceso de llevar a cabo algo creativo en colaboración con un ser humano, con el que a pesar de los retos que implique dicho proceso, tendrá un resultado muy superior, debido a que contará con el ingrediente humano. Parte de lo que nutre nuestra existencia, es crear algo humano para los humanos, una obra única, personal y no algorítmica. Al pretender cambiar el proceso natural de la creación humana, al suponer que lo virtual puede sustituir a lo real, estamos dirigiendo nuestro destino hacia un callejón sin salida.
En lugar de comprar fórmulas, aprendamos a hacer algo, practiquémoslo, mejorémoslo, enfrentemos el reto, hagámoslo nosotros mismos y observemos con gusto nuestra propia creación. No dejemos que nada ni nadie nos cobre por privarnos de tal privilegio.
Pensemos por nosotros mismos, creemos, no compremos ideas que solo nos darán soluciones momentáneamente: no hagamos de nuestras vidas una aburrida e insípida formula. Usemos la tecnología para lo que sirve: como una herramienta para eficientar muchas actividades de nuestra vida diaria, pero no la utilicemos para sustituir la maravillosa creatividad humana, llena de sensibilidad y de emociones, convencidos a través de una algorítmica ilusión, de que algún día Siri tendrá algún sentimiento real por alguno de nosotros.
“Hoy estamos tan cerca de gente que se encuentra al otro lado del mundo, estando tan alejados de quien duerme a nuestro lado”. Ernesto Sábato.
Por Mario Santos*
*Es músico, pianista, compositor y productor musical mexicano con 35 años de experiencia en el medio musical contemporáneo. Ganador de un Latin Grammy como productor musical, ha sido director y arreglista en múltiples proyectos y con diversos artistas: Natalia Lafourcade, Café Tacvba, Filippa Giordano, Gustavo Dudamel, Eugenia León, Cecilia Toussaint y Fernando de la Mora, entre otros. Ha sido compositor para diversos proyectos de cine, teatro y danza y es fundador de CCM Centro de Creadores Musicales, pedagogo, conferencista e importante impulsor de la educación musical en México.