Karen Souza, el jazz ya tiene quien le escriba

Pese a que tiempo atrás labró una carrera en los terrenos de la llamada música electrónica bajo diversos seudónimos, fue hasta que participó en la saga de Jazz and 80´s (con reversiones a clásicos de aquella década en clave de música para coctel), que descubrimos ante las dotes vocales de Karen Souza.

“Empecé hace diez años en esto, entonces tenía muchos amigos DJs y bastante afinidad con la música electrónica, como cualquier joven”, comenta la cantante. “Siempre tuve facilidad para acercarme a la música, digamos que nací con eso pese a que mi familia no tuvo un contacto a nivel profesional con dicho arte, aunque todos cantan y aman la música”.

Karen dice que nació para cantar, pero una vez que se le escucha pocos podrían dudar de su palabra. Ella misma ahonda respecto a su gentilicio: “nací en Argentina, pero jamás viví ahí. Mi idioma natural es el inglés porque tuve que viajar al lado de mi padre”. Luego de que su voz se paseó por las pistas de baile del planeta, Karen vivió un cambio de ruta; “en determinado momento me contrataron para grabar las canciones de una serie de discos que incluían temas de los setenta, ochenta y noventa y sorprendentemente descubrí que se trataba de un temario que iba muy bien conmigo. Para mí fue una revelación, un nuevo mundo”.

La intérprete llevaba años codeándose con el jazz, sin embargo su enlace definitivo tardó en llegar, como ella misma explica: “si bien yo escuchaba jazz y bossa-nova desde muy pequeña, jamás se me hubiera ocurrido la alternativa de cantarlo bajo las leyes de los discos en los que lo hice”.

Fue en 2009, luego de una gira por Brasil, que la carrera de la intérprete encontró un nuevo punto de arranque que hoy la tiene presentando Hotel Souza, un disco donde, además de cantar, se asoma como compositora bajo la producción de Joel McNeely, reconocido ampliamente por su trabajo al lado de artistas de la talla de Tony Bennett, Al Green y Jaco Pastorious, entre otros más, y el apoyo en la composición de Pamela Phillips Oland, quien ha compartido su pluma con Whitney Houston y Aretha Franklyn, por mencionar solamente un par de artistas, así que se trató de un choque de titanes que Karen aprecia como un lingote de oro: “verdaderamente fue un honor grabar este disco con la gente que estuvo a mi alrededor y con una orquesta sinfónica. Se trató de un lujo que me pude dar y que voy a llevar de por vida. Fue alucinante”.

“Con Joel McNeely se trató de un encantamiento – explica la argentina- con un señor que desde hace muchos años hace jazz, él es director de orquesta y su trabajo fue fundamental en este disco porque se trata de una persona muy culta y sensible que se sorprendió con mi voz. Yo digo que fue amor a primera vista”.

Grabado en Warner Brothers Eastman Stage y The Bridge Recording, California, con una orquesta de cerca de 45 músicos, Hotel Souza es un álbum que la propia intérprete jamás imaginó manufacturar —“francamente nunca pensé que podría estar con tal cantidad de músicos”—, y que llevó su voz a un escalón más alto del que antes pisó. “A la orquesta le tomó alrededor de tres meses grabar sus partes, pero yo hice mi labor rápido, no tuve muchas dificultades. Joel se sorprendía de lo pronto que lo conseguía. Ocasionalmente me preguntaba si ya me sentía cansada de cantar o si seguíamos haciendo tomas, y yo le decía que hiciéramos ochenta si quería, para tener tela de dónde cortar, para elegir la mejor de todas”.

 

“Con Joel mantuve una dinámica de cierta privacidad donde, al mismo tiempo, estaba pendiente de su reacción”, continúa la cantante. “Hay momentos en el disco que yo encuentro muy etéreos, lapsos que sin la dirección de Joel hubieran sido muy difíciles de interpretar. Cuando terminaba de grabar cada sesión nos juntábamos frente a los monitores para ver si estábamos de acuerdo en el sentimiento que le estábamos poniendo. Y es que ambos somos muy puntillosos, por eso dimos lo máximo de cada uno”.

Sin requerir condiciones especiales en el estudio, consciente de que todos “somos humanos y tenemos malos días”, Karen recuerda especialmente una anécdota durante la grabación de Hotel Souza: “pasó algo durante la grabación de Break my heart: yo sentía en los audífonos como una especie de reloj sonando. Un ruido que cuando me acercaba al micrófono se acrecentaba. Llamé a unos de los asistentes y le pregunté si ese sonido lo escuchaban todos o sólo yo. Entonces descubrimos que se trataba de mi corazón palpitando. Para mí es difícil cantar ese tema en vivo porque me involucro mucho con la letra, la siento de verdad. Literalmente puse mi corazón en esa canción”.

Respecto a su labor como compositora, la sudamericana explica que desde que empezó a “escribir canciones no he parado de hacerlo, pues encontré que es un mundo nuevo, muy grato. Para mí, hacer canciones es como escribir guiones de cine. No cuento con un proceso de composición establecido aunque, claro, hay estructuras, historias que se apropian, pero yo considero que la magia del momento es única, es decir, la música ofrece palabras y sólo tengo que escribirlas”. ¿Cómo fue la relación con Pamela Philips? Karen responde: “fue, también, amor a primera vista. Nos encantamos la una a la otra. Ella es una persona increíble, con una carrera muy extensa. Hubo un aprendizaje para mí porque sí, yo escribo canciones, pero ella tiene un oficio de muchos años dentro de la industria, entonces acercarme a ella para trabajar me dio toda una escuela para escribir canciones y crear historias en el futuro”.

Una vez terminados los once temas que integran el álbum, “la mezcla fue hecha junto a Joel en Green Acres Studio, pues tiene una carrera impresionante respecto al jazz, pero fue una labor que realizó prácticamente junto a mí”. Karen se refiere a que se trató de un intercambio de archivos vía internet, pues ella se encontraba de gira. “Todo el tiempo nos mandábamos archivos, escuchábamos versiones al mismo tiempo e intercambiábamos impresiones a distancia. Esas son las ventajas de la modernidad”.

Respecto al perfil sonoro de la mezcla, la cantante comenta que buscaron un sonido clásico, lo más cercano posible a los discos básicos del género. “Aunque las leyes de grabación de hoy día sean otras, encontramos una mezcla que se localiza entre el sonido clásico y los nuevos elementos que existen para producir y grabar”.