Luego de alejarse de la luz pública durante once años, el combo regiomontano Zurdok regresó a los reflectores para ofrecer su espectáculo en uno de los escenarios del festival Vive Latino durante su edición 2014. La experiencia resultó tan gratificante que el cuarteto apartó una fecha en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México para satisfacer a sus fans con una puesta en escena cuyo acento estuvo en que las composiciones de los músicos se escucharan de modo impecable. Para lograr tal empresa, la labor del cuerpo técnico que rodeó a los norteños resultó primordial.
Monitores para el rock and roll
Carlos Rodríguez, ingeniero de monitores, fue interceptado minutos antes de que el concierto diera comienzo y comentó que su primer show con Zurdok tuvo lugar en el pasado Vive Latino, aunque antes ya había trabajado con varios de sus integrantes por separado, específicamente con Chetes y su proyecto solista, Maurizio Terracina (The Volture) y Gustavo Hernández (Quiero Club). Para la cita en el Metropólitan, Carlos echó mano de una consola “Avid Venue Profile y un rack a 24 salidas. Me gusta usarla porque uno puede jugar con plug-ins, crear escenas y programar cada canción siempre que sea necesario. Su sonido es muy funcional; tengo 26 canales de mezcla y el input list es de 34 canales”. Por su parte, el grupo usó sistemas in ears en estéreo reforzados con dos de piso para Chetes y Mauricio, más front fill y un subwoofer Meyer Sound 650 para el baterista (David García “Rojo”), quien solicitó empuje en los graves.
Respecto a la mezcla, Carlos explica que, en su caso, se trata de una labor muy sencilla: “Esto es rock and roll. Usamos una mezcla bastante básica. Chetes trajo su propio pedal de efectos para voz, entonces me entregó su línea procesada, con sus delays y reverberaciones controladas. Por su parte, Mauricio pide que le pongamos un delay muy corto para su voz. Hay que destacar también que Chetes trae guitarras eléctricas y acústicas, al igual que Gustavo, quien además toca unos toms y usa un saxofón que pasa por una pedalera donde todo se filtra por reverberaciones y delays. Básicamente es eso. Aparte, mi manera de mezclar no es complicada tampoco. Sí, duplico algunas cosas como guitarras, también aplico reverberación a ciertos toms y guitarras acústicas para darle cuerpo a los in ears, pero cuando los músicos controlan sus instrumentos totalmente significa que tienen muy claro cómo les gusta sonar, así que sólo te ofrecen una pauta, que uno debe mantener bajo control”.
En el terreno de los in ears, “los músicos usaron Sennheiser y Shure (eW 300 IEM G3, PSM 900 y 1000, respectivamente). Además, mantengo contacto visual con la gente del escenario –continúa Carlos. Los músicos a veces batallan para expresarse. Luego te dicen que escuchan algo raro y uno no entiende a qué se refieren, así que hay que conocerlos para comprender sus términos. Yo me llevo muy bien con todos ellos y nos tenemos confianza. Hablamos de lo que les incómoda y también experimentamos mucho”.
Carlos detalla un punto clave durante el espectáculo: “cuando arranca el show tengo que estar pendiente de que corran bien las canciones y de mutear. En el concierto del Metropólitan, Maurizio (bajo), intercambió papeles con Rojo en la batería, mientras él tomó el bajo; esto sucedió durante dos canciones. En este caso, hubo que “voltear” completamente las mezclas. Pero no hay gran complicación en ello. A grandes rasgos se trata de mutear y quitar el mute, además de que una de mis responsabilidades es no contaminar las mezclas de cada de músico”. Antes de colocarse sus audífonos y continuar con su trabajo, Carlos detalla que percibe el sonido en sus oídos a través de “unos Sensaphonic de tres vías. Son audífonos muy finos y ligeros. Son de silicón, muy suaves, y detallan el sonido muy padre. Son un poco caros, eso sí”.
El gozo del trabajo
David Parra trabaja como ingeniero de sala y comenta que su trabajo le apasiona: “Disfruto desde el primer acorde hasta el encore. Por eso doy el máximo, porque disfruto mi labor”. David se integró al equipo de producción de Zurdok tras un show en Tampico: “Me encantó mezclar al grupo afuera porque toca increíble. Viene muy ensayado y cuando una banda suena bien amarrada uno disfruta mucho más trabajar. Para la cita del Metropólitan hicimos un sound:check extenso para supervisar las mezclas, pero básicamente para coordinar varios aspectos del área de video”. Respecto a la acústica del teatro, David destaca una herramienta fabulosa que aligera bastante su trabajo; un Ipad. “He creado una red virtual para moverme a lo largo y ancho del teatro y así detectar cualquier sonido raro que pudiera generarse. Es fantástico, actualmente ya no es necesario que me quede todo el tiempo detrás de la consola. Puedo dar la vuelta por todas partes; por ejemplo, en el Metropólitan me coloqué cerca del balcón porque en esa área se genera un efecto único, extraño, que hay que tener bajo control. Como ahí estas pegado a la pared, hay frecuencias que por el cambio de altura despistan. Pero no se trata de algo complicado de resolver”, explica.
David trabaja con una Avid Venue Profile: “Funciona de modo muy intuitivo y suena muy bien. Cuenta con la ventaja de los plug-ins y eso me encanta porque uno puede sacarles mucho provecho”. Ahondando en la relación que sostiene con los músicos, David explica: “Chetes y Mauricio son los más clavados en aspectos sonoros. Entonces mantengo mucha comunicación con ellos dos en especial. Regularmente me hacen comentarios respecto a efectos en las voces y en el piano, ciertos movimientos en la batería, determinados puntos del concierto donde se encuentran tres guitarras y hay que saber darle su plano a cada una. Esto, charlar frecuentemente con confianza, genera tranquilidad a los ejecutantes”.
¿Es importante escuchar los discos grabados en estudio por los músicos con los cuales trabaja un ingeniero de sala? David responde: “en mi caso, sí. La verdad eso me ha ayudado mucho para llegar al show con más herramientas. Dependo de un equipo, de los instrumentos sobre el escenario, y siempre busco la limpieza; aunque a veces no es posible obtener una fidelidad total, el rollo de tocar en vivo significa generar ciertos aspectos sonoros que en los discos no existen. Uno busca emular determinados sonidos del disco, o sea, la intención es replicarlos, pero no hay que olvidar que en el Teatro Metropólitan no contamos con los mismos micrófonos y amplificadores que Zurdok usó para hacer un disco como Hombre sintetizador. Los del estudio de grabación y los conciertos son mundos distintos. Además, hay que respetar el hecho de que existe un público que también forma parte de la vibra que se genera en un acto en vivo”.
¿Zurdok es un grupo que vaya a la caza de la limpieza de la cual habla David? Él mismo contesta: “En este caso estamos hablando de rock, y en ese sentido la limpieza no es primordial”. Sin embargo, que el combo suela preferir el feedback controlado cuando sus temas lo requieren, no significa que los matices no existan. Es David quien lo aclara: “podría hablar de una canción en especial, Hombre sintetizador, que tiene un comienzo muy relajado que hay que mantener así, aunque parezca que hay poco volumen, porque cuando entra el resto de la banda se crea un contraste fabuloso. Hay que saber darle su presencia a ciertos instrumentos que parecen que no suenan, pero en esos matices relucen mucho. Se trata de respetar la tensión, la tranquilidad y también la euforia”.
“Con la vibra que ellos proyectan es suficiente; no hay que hacer mucho más”, comenta David a modo de cierre cuando se le pregunta cuál es la principal complicación que se le presenta durante un concierto de Zurdok. “Finalmente se trata de un grupo que tiene todo bajo control desde el escenario; uno sólo debe mantener esa inercia andando y listo. Todo está perfectamente planeado para que ningún error tenga lugar durante el show”.