Alma quebradiza. En medio del profundo desastre que dejó en el Distrito Federal aquel terremoto de 1985, también se supo que el recinto de Lucerna 64, esquina Milán, bajaría su telón hasta nuevo aviso, que llegó 28 años después. Con la única intención de tener una esquina propia en dónde soñar, la popular actriz-cantante Mariana Garza y su esposo, el actor-productor Pablo Perroni, unieron sus destinos con Teletec, la mayor empresa mexicana de equipamiento teatral, para reabrir un moderno Teatro Milán.
Alcanzar una estrella. Con el estreno de Godspell el pasado mes de marzo, se inauguró un nuevo conjunto de arte escénico con 300 metros cuadrados que ofrece alta tecnología de audio e iluminación en sus dos teatros y la academia artística. Entre las muchas comodidades, se encuentra un área de fumadores, dos lobbies con elevador y sanitarios para personas con discapacidad, taquilla, dulcería y seis camerinos.
Las leyes de la magia. El teatro donde alguna vez actuaran Jacqueline Andere, Salvador Sánchez, María Rojo o una debutante Julissa, nos abrió sus puertas para reunirnos con Mariana, Pablo y David Alexander, director de Teletec, y conversar sobre el método que aplicaron cuando construyeron este puente a la luna.
¿Quién es Mariana Garza?
“¡Qué pregunta tan difícil!”, rompe el hielo al inicio de la plática; “tuve la fortuna de empezar mi formación en un teatro, a los siete años. Las clases que teníamos en el Centro de Capacitación de Televisa eran en un teatro. Ahí empezó mi pasión”, explica; “diario, de cuatro a ocho de la noche; desde los siete hasta once años. Luego, la parte que me tocó con Julissa; cuando montó Jesucristo Súper Estrella en el Teatro de la Ciudad”.
Llegó la banda. “Con Timbiriche, hicimos Vaselina en los Televiteatros”, reflexiona Mariana; “muchas veces, las familias con posibilidades meten a sus hijos al club y los niños crecen en la cancha de tenis. Lo que me pasó”, asegura la hija de la actriz Silvia Garza; “fue que crecí en teatros. Estar arriba es lo que siempre me gustó y ser empresaria teatral es algo que hemos buscado”.
Por experiencia propia. “Saber que cuando te quedas dormido en un teatro, hace frío”, sonríe; “aquí, buscamos que las áreas fuesen cómodas. Es la parte orgánica, porque amo el teatro como público y quiero que sea negocio de una manera real. Producir teatro y querer vivir del sueldo de una actriz es imposible. Me consta de familia… ¡y de generaciones!”, exclama.
El firme compromiso. “Si te dedicas a esto, a un nivel que te permita vivir dignamente, una manera es ser dueño. Y si no estás produciendo, contratar con un tercero y obtener rentas”, analiza; “nosotros pasamos por varias ideas, pero siempre sostuvimos que tenía que ser algo que nos apasionara. No es algo que sólo nos beneficia como familia, sino que es un regalo a la ciudad”, plantea.
Gran responsabilidad
“Nos la queremos echar encima”, argumenta Mariana Garza; “tenemos que ofrecer lo mejor: el teatro tiene que estar impecable, la gente tiene que escuchar y ver increíble. La experiencia de venir, invertir dinero y tiempo, para que diga: ‘oye, está bien venir al teatro. ¿Qué más vamos a ir a ver?”, invita la cantante; “queremos convocar a toda la gente que ama hacer teatro, pero no podemos perder de vista que es un servicio y pretendemos que la gente venga a pagar”.
¿Qué van a pagar? “¿Que fue muy intenso, que los actores se aprendieron el texto y que todos hicieron tu mejor esfuerzo?”, matiza la emprendedora; “no es suficiente. Estamos haciendo todo para que tengan una muy buena experiencia, un excelente lugar y un texto con propuesta, para que después pregunten: ‘¿qué más hay?’. El negocio tiene que ser integral. Es lo que queremos”.
Nuevos Teatro Milán y Foro Lucerna. “Abajo tenemos 260 butacas fijas marca Ideal. Arriba, pueden entrar de 90 hasta 140 personas, porque tenemos sillas y los practicables que fabrica Teletec”, comenta Mariana, subrayando la planeación; “quien ayudó a hacer el rider técnico fue el ingeniero Luis Román (Café Tacvba). Él trajo a Carolina Contreras, una mujer que parece tener un chip aquí”, se toca el oído; “o sea: se puso en medio de la sala y hace lo mismo que las gráficas: ah, sí: ya sé. Caro hizo todo el estudio acústico”.
La pasión como deber
“Nos interesa crear una nueva manera de recibir al público, contribuir a que el país tenga industria y que de verdad podamos hacer negocio con todos los involucrados”, invita la empresaria teatral. Lo primero que hicimos, fue ver quién era el mejor. Como dueño, piensas que las cosas van a funcionar y así conocimos a los Alexander. Nuestro rider lo empezamos a ver con los encargados de área en Teletec y cuando tuvimos la seguridad de que la financiera nos autorizaba el costo de lo que pretendíamos comprar, Pablo le llamó directamente a David”, recrea; “además, hay mucho cariño por la familia: trabajamos dos años con Susana y a Didier lo conocimos muy bien. Para mí, fue como la familia: gente que respetamos y llevan toda la vida en esto”.
Vamos juntos. “Sabiendo lo que queríamos hacer, les dejamos en la mesa si más allá de ser sus clientes, estaban interesados en crear una alianza que beneficiara a ambos partes”, se refiere Mariana Garza al inicio en sociedad con Teletec; “que no nada más éramos unas personas que piden una lista de aparatos”, contrasta; “y para nosotros fue una satisfacción, en los días que habíamos empezado los ensayos con público de Godspell, ver que la gente podía sentarse en la butaca y decir: ‘mira para qué sirve un elevador Spiralift. ¡Qué efecto hace! Y mira las luces. No son 48 robóticas encandilando a todo mundo, sino que es un espacio bien diseñado”.
No dudaron. “Cuando empezamos a diseñar el rider, le llamé a un ingeniero a decirle: quiero que pase esto y lo otro. Me dijo: es muy chiquito ¿para qué?”, abre grande los ojos; “¡para que en este país haya un teatro que lo tenga!
El rider final. “Obviamente lo hicimos con Teletec y fue revisado por David con los expertos. Creo que es una buena forma de que la gente interesada en comprar equipo sepa la oferta de lámparas, pero además hay una manera correcta de ponerlas”, recomienda Mariana.
Dos teatros, una academia
“El Liceo es un salón de ensayos”, destaca la emprendedora teatral; “tenemos una duela flotada para danza y espejos. Los miércoles por la tarde funciona como iniciación a la música, para niños de cuatro a 12 años. La maestra es Jenny Sotomayor. Nos interesa muchísimo la parte artística: Víctor Zapatero vendrá a dar su curso de iluminación, en el que puede impartir teoría en escritorio y luego utilizar los foros para llevar la práctica; que la gente ilumine en un teatro y lo que enseñó el maestro Zapatero, lo lleve a un montaje”.
De siete de la mañana a las seis de la tarde. “En la mañana, la programación es para gente que ya está en escena: cantantes y actores que quieran seguir en clínicas. Cada hora, hay diferentes disciplinas”, continúa; “Karina Gidi dará talleres de actuación. Alejandro Calva, Carmen Ramos y Mauricio Galas imparten el taller de acrobacia y acondicionamiento físico. Las tardes son para niños, principiantes y gente interesada en tomar clases. Nuestro director técnico Pepe Valdés, tiene un curso para certificar a la gente que se requiere para una producción”.
Teletec, en Jornadas Educativas. “Por otro lado, lo que queremos es traer a las marcas para hacer demostraciones de cómo utilizar los equipos y darles una certificación, para que existan mejores ingenieros de audio en México”, valora Mariana Garza; “por eso se llama Liceo: no es un salón de ensayos, sino queremos que tenga reconocimiento de la SEP y la UNAM para que tenga un grado de validez oficial. Si los técnicos tienen una certificación, tendrán mejor ingreso”.
Metidos al cien por ciento. “Es el resultado de lo hecho desde pequeña”, sentencia finalmente Mariana Garza; “al igual que Pablo, que desde chico dibujaba y armaba sus teatros”.
Actor, productor y amante del teatro
Pablo Perroni nació en México, pero terminando la preparatoria viajó para estudiar en Londres. Tenía 18 años y cada día vio todas las obras que pudo. Descubrió los principios del drama, en un curso de tres meses en la Royal Academy, especializada en Shakespeare. Concluyendo, entró a The Arts Educational Schools y después de dos años partió a Nueva York. Llegando, se enlistó en el Lee Strasberg Theatre & Film Institute, dande acudió un corto tiempo. Después cursó la carrera en la American Musical & Dramatic Academy y se especializó en la New School for Drama. En total, seis años en la gran manzana.
Y volver. “Me fui a los 18 años pero sabía que siempre podía regresar”, comenta Pablo Perroni al comenzar la entrevista; “entré directo a Televisa, tomé muchos talleres y me casé. Llevamos diez años de producciones. La primera fue cuando me asocié con Toño Calvo, del musical Regina; ahí nos conocimos Mariana y yo. Ella hizo la última parte de la temporada y después, han sido diez obras en estos últimos años”.
Arriba el Milán. Fue a raíz de haber recorrido todos los teatros de esta ciudad, de haber sufrido en muchos de ellos, como actores desde la producción, viendo cómo sufren escenógrafos, técnicos, directores o iluminadores”, considera; “es el sueño de cualquier teatrero, que a veces en el proceso se convierte en pesadilla: nuestro propio espacio. Tuvimos una producción en la que sufrimos mucho”. Pablo voltea al pasado; “en dos lugares en los que tuvimos que terminar la temporada. Siempre había sido un sueño personal tener un lugar propio.
Hacía falta un espacio funcional. “Accesible, que estuviera bien pensado para ser teatro y no que fuera sólo un edificio bonito”, valora; “muchos teatros están diseñados por arquitectos que le dan otras prioridades y a la hora del funcionamiento, un teatro es de los edificios más complejos que existen; al parejo de un hospital”, acredita; “primero, nos dimos a la tarea de buscar el sitio y ahí fue cuándo nos dimos cuenta de que las cosas, cuando son para ti, te tocan cuando tienen que llegar”.
Obra de suspenso
“A menos de un mes de haber empezado, nos llegó una fotografía del teatro por fuera”, documenta el actor; “por medio de una amiga de mi mamá, en una agencia que ofrecía el Milán, se empezaron hacer las investigaciones”.
No conocía esta esquina. “De hecho, no sabíamos la historia del Milán, a pesar de que nos enteramos que gente cercana a nosotros trabajó en él. Julissa debutó aquí”, se sorprende Pablo Perroni; “antes era parte de la Universidad Veracruzana, cuando lo compraron Guillermo Barclay y Manuel Montoro. Ellos lo llevaron varios años y fue un éxito: tenían producciones maravillosas; hicieron historia con muchas compañías del interior y extranjeras. Era un teatro importante, pero estuvo cerrado desde el temblor de 1985. Los daños fueron mayúsculos y quedó abandonado. Por eso la decisión de mantener el nombre, porque significa mucho para una generación y todavía existe esa referencia”, expone.
“El día que llegamos nos preguntamos por qué no habían tomado el lugar. Sí: está destruido, totalmente hecho pedazos, pero es un teatro: debería de funcionar como tal. ¿Porqué nadie lo ha comprado?”, preguntaron los emprendedores; “se hicieron las averiguaciones y se habló directamente con Guillermo Barclay. Vimos que no tenía ningún problema legal y con él, inmediatamente hicimos buena relación”, describe Pablo. “Empezamos a platicar, les encantó el proyecto y para qué era, porque ellos querían que esto siguiera siendo un teatro. Siempre hubo ese deseo”.
15 meses en el proyecto ejecutivo. “La primera persona que subimos al barco fue a Sergio Villegas Parada, que estudió en la Universidad de Yale, trae la escuela americana de planeación y eso era lo que queríamos. A nuestro gusto, es uno de los mejores escenógrafos (Nadando con Tiburones y Mentiras, el Musical), que tenemos en México. Habíamos trabajado con él, nos gusta su manera de planear y lo preciso que es”.
El cambio. “Fueron tres años muy rudos, en lo que aprendimos muchísimo, donde nos topamos con gente maravillosa que creyó en el proyecto”, dice mirando a David Alexander; “empezando por nuestro socio aquí presente; pero no es fácil. Ya cuando ves el edificio, la gente, cómo funciona y lo bien planeado que está, no imaginas que pasamos por todos esos bancos cargando la maqueta”, sonríe.
Sobre su acercamiento con Teletec, el artista indica: “Toño Calvo ha sido mi padrino en todas las cuestiones de producción. Cada vez que hay un problema, le llamamos. Es una de las personas más generosas y amables que conozco. Es como mi primo; nos conocemos de toda la vida. Es productor y en sociedad con la familia Alexander, dueño del Teatro Arlequín. Me acordé que tenían una relación”, visualiza; “entonces le hablé a él para preguntarle cómo era su sociedad y a ellos les pareció buena idea”.
Pasaron por tres compañías financieras. “Hasta que después de la sociedad con el señor Alexander y Teletec, afortunadamente caímos con una compañía que creyó en nosotros y nos dio mejores condiciones”, califica Pablo Perroni; “han sido increíbles, porque además, les gusta el teatro. Tener un financiero que sepa y le guste el teatro, no es fácil”.
El estímulo fiscal al teatro, positivo
“Afortunadamente, cada vez hay más gente aplicando y se están haciendo más obras”, subraya animado el actor, productor y ahora empresario teatral; ”el Foro Lucerna ya está programado todo este año, convertido en un lugar donde la mayoría de las producciones tienen anfiteatro y eso nos conviene”, precisa; “porque tienen temporadas de determinadas semanas. En el Teatro Milán tenemos ahora Godspell y entre semana hay varias producciones. Normalmente se determina un número de funciones por semana y te das cuenta de cómo va la producción a lo largo de los meses”.
Teatrofilia. “Le estamos apostando todo y si algo es cierto, es que amamos el teatro. En verdad sentimos un gran compromiso con él y somos dos personas que además, vamos al teatro”, concluye Pablo Perroni; “tratamos de ir a Nueva York una vez al año. Nos echamos 14 obras en una semana; porque a eso vamos, específicamente. Esa ha sido mi formación”.
En un teatro hay administración y ciencia
Cables en las venas. David Alexander es ingeniero electrónico egresado de la UNAM y trabaja en Teletec desde que tiene memoria. A los ocho años, su padre Didier Alexander-Katz lo llevaba a instalar. Antes de concluir su carrera, trabajó en la Expo de Sevilla. De nuevo en casa, terminó la carrera y se incorporó al equipo de Epigmenio Ibarra (Argos Producciones) cuando construyeron los nuevos foros. Epigmenio le pidió que se quedara coordinando la operación técnica. Año y medio después, David regresó a Teletec.
“Hace mucho que queríamos ser parte de un teatro, después de haber diseñado y equipado tantos”, recuerda David; “teníamos la idea de ser parte de un teatro como este. Empezamos con algunos proyectos previos que no llegaron a buen puerto y el Teatro Arlequín tuvo un problema legal, que apenas se destapó ahora”.
Aprovechar cada centímetro cuadrado. “Este predio está en esquina. Es una ubicación privilegiada y lo que nos rigió fue el telar: lo tuvimos muy claro, desde el principio. También está la torre escénica, que cuando llegamos, ya estaba calculada, con isópticas perfectas. Originalmente, iba a ser un sólo espacio que tendría el telar. O bien, anularlo y que fuera una gran caja negra con practicables. Al tener el telar, había la posibilidad de recibir comedias musicales. Si no, se ponían practicables y se anulaba la configuración en arena o tres frentes. O si no, el proscenio y el telar, pero a nivel de piso”, se extiende David.
Ya tenía cámara negra. “En la parte de arriba habíamos pensado tener otra cosa, pero tuvimos la oportunidad de tener otro foro. Si nos está rigiendo la altura el telar, tenemos toda esa parte del edificio hacia donde podemos crecer”, continúa el director de Teletec.
Tenemos el Liceo Milán Lucerna, mientras que arriba está el Foro Lucerna, donde se presentan obras de cámara. Es una caja negra a la que le se le puede cambiar la configuración”, resume; “en lugar de tener un espacio que pudiera tener dos posibilidades, tenemos el Teatro Milán, que es un teatro en forma; con proscenio, telar y la doble altura en la boca escena de tres metros; el Liceo, que amortigua a los dos espacios, y el Foro Lucerna en las alturas”.
Propuso un mezzanine. “Llegué cuando todo estaba en obra negra. Al año de construcción, estaban por subir un muro, pero arriba se hizo un cálculo”, señala David Alexander; “cabía un balcón que aumentaría la capacidad en un 15 por ciento. Cuando vi las dimensiones del teatro y la posibilidad de tener un mezzanine ahí, pensé que no costaba mucho y son unas 60 butacas que hacen una gran diferencia. Acústicamente, nos ayuda porque disuelve las señales de audio y para ver, es un lugar privilegiado: en muchos teatros, cuestan lo mismo que las primeras filas. Aquí, todas son de lujo”, estima.
Pocos en el mundo
“El Teatro Milán cuenta con una plataforma Spiralift en el escenario, que le da una dimensión más. Mucha gente sacrifica los lados y la parte inferior, mientras que aquí hay una dimensión más”, añade David; “cuando ves Godspell, entiendes para qué sirven. Las Spiralifts son un producto canadiense inventado hace 25 años y forma columnas de carga que pueden soportar igual que un columna rígida de acero, pero se desensamblan y así, columnas de diez metros de alto pueden guardarse en 60 centímetros”.
La mecánica teatral. “Es contrapesada de doble acción, justamente para no robarle espacio al escenario”, señala David Alexander; “hay contrapesos en una de las paredes del foro que cargan las varas, pero con un sistema de hamaca, de manera que por cada metro que suba la vara, se mueve 50 centímetros el carro de contrapesos que la nivela. Así, se evita que en todo el recorrido los contrapesos lleguen hasta el piso, lo que hace que no quite espacio en el escenario. Son 20 varas contrapesadas y una motorizada”.
De las mismas características de uno grande. “Realmente, en México no hay un teatro como éste: es el único cien por ciento iluminado con LEDs y el sistema de control es ETC”, sostiene el director de Teletec; “cada año, ETC saca productos nuevos y siempre son los mejores. Definitivamente, son el estándar para teatro. Las lámparas son Source Four LED”, repasa la configuración; “así como la luz base, las barras de distribución y los cicloramas. Controlamos con una consola ETC Ion y también tenemos equipos robóticos LED de Showco. En el Foro Lucerna hay los mismos equipos; pero en menor cantidad. Ahí tenemos una consola ETC Element”.
El audio. “Instalamos un sistema de arreglo lineal Adamson Metrix, con refuerzos en bajo balcón y delays. Los monitores también son Adamson”, detalla el veterano; “las consolas de mezcla son Yamaha M7CL y la microfonía es Shure. Es el mismo equipo en el Foro Lucerna”.
Al Milán, lo más práctico. “Aunque el terreno era limitado, ahora tiene desahogos, entrada de escenografía y todo. Aquí, Sergio Villegas Parada fue muy brillante; de verdad. No tiene ese ego inflado y todas las sugerencias (entre ellas, hacer un mezzanine) veía si eran posibles. Eso ayudó a que este lugar sea tan bueno. Y de lo que nosotros habíamos pensado, todavía Mariana le puso más”, concluye David Alexander; “porque el audio quedó más grande de lo previsto, lo que enriqueció al teatro”.
El nuevo complejo teatral dará empleo directo a 22 personas, entre iluminadores, técnicos de audio, tramoya, mantenimiento, taquilleros, acomodadores, seguridad y administración, cuya única misión será llevarnos (con tecnología mágica) al fin del arcoíris.
Teatro encantado.
Redacción: Víctor Baldovinos