Tapelooping: El arte perdido de una expresión analógica

Por Jairo Guerrero* 

Lo que una vez, lo que una vez, vez, vez, una vez, lo que una, una, una, una, lo, lo, lo, lo, que, que, que, que, una vez, lo que una vez, lo que una vez, lo que una vez, vez, vez, una vez, lo que una, una, una, una, lo, lo, lo, lo, que, que, que, que, una vez, lo que una vez, (detengo la cinta).

Lo que una vez se consideró una técnica, ahora es un arte. El tapelooping pasó de ser la manera como se hace, a lo que se hace con él. En palabras llanas, dejó de ser la forma de usar el pincel, el óleo y el lienzo, para convertirse en la pintura.

Según Wikipedia, el tapelooping es una técnica de manipulación de sonido que implica la grabación y reproducción de fragmentos de audio en bucles, utilizando cintas magnéticas, y consiste en grabar un sonido en una cinta, reproducirlo repetidamente y superponer nuevas capas de sonido sobre sí mismo para crear texturas y patrones musicales interesantes. 

Eso es lo mágico de esta expresión, que cuando menos piensas, trasciende el plano de ser sonido para mutar en otra cosa más grande que la canción misma.

Desde mi perspectiva y la de tantos otros artistas que actualmente hacemos arte sonoro desde el tapelooping, lo defino como una manera física de acercarse a lo efímero, un camino creativo lleno de aristas aleatorias que encuentran en el caos o en la improvisación, el orden de un pequeño fragmento de cinta, un patrón, que manipulado por efectos en la señal de audio, da paso a nuevos sonidos, nuevas atmósferas y a momentos auditivos contemplativos. “El tapelooping es un túnel sin fin”. Jorge Verdín (A.K.A Clorophila-Nortec Collective / Trémolo Audio, Q.E.P.D).

Los loops de cinta ofrecen un método creativo para generar sonidos expansivos e infinitos completamente analógicos, sin necesidad de tecnología digital. Es una manera de palpar la música, y es que hay algo especial en el sonido de un casete, desde la manipulación del formato mismo, hasta el resultado, ya que la distorsión que se obtiene de la cinta al pasar por las cabezas lectoras electromagnéticas que amplifican la señal eléctrica es único.

Bien lo dijo Terrence Mitchell “Terry” Riley, compositor y músico estadounidense y reconocido principalmente como pionero de la escuela minimalista de composición: “Aunque la repetición es una fuerza importante en la música, nunca se utilizó de esta manera antes”.

Patrimonio artesanal sonoro de la humanidad

Aunque el arte sonoro creado a través del tapelooping, se siente contemporáneo, por todo el revival que del formato han hecho algunos nichos de las nuevas generaciones, el origen de los loops de cinta no está del todo claro, pues no hay un “inventor” conocido de esta técnica.

La idea simple de tomar un trozo de cinta grabada y empalmarlo de manera artesanal y casi escultórica en una carcasa de casete, produciendo repeticiones estáticas de un sonido, probablemente se remonta a los inventores o primeros usuarios del grabador de cinta. 

El tapelooping, abrazado desde la creatividad y no desde la técnica en sí, promueve la creatividad y permite una reinvención artística hacia fronteras diferentes.

Lo cierto es que es una técnica que viene desarrollándose como arte sonoro desde los años sesenta, cuando el efecto hipnotizante de las repeticiones hizo que los loops de cinta fueran populares en la música de rock psicodélico. Lo hizo Andy Warhol en “The Factory”, pero con cintas de video.

Hoy, en una era totalmente digital, donde la música son bits en una computadora, y donde mucho de lo que se hace es procesado de una manera artificial, todo este arte basado en tecnología analógica, no sólo es cada vez menos común o apreciado, sino que se convierte en una suerte de patrimonio artesanal sonoro de la humanidad, pues para poder desarrollarlo en su más pura expresión, debes partir obligatoriamente del objeto físico, armarlo con tus manos y manipularlo con tus dedos, como quien toca un violín o una batería, pero con resultados aleatorios e inesperados.

“Es como girar la varita mágica magnetofónica, sabiendo que cuando invoques las palabras mágicas, la magia se hará frente a ti, pero sin saber exactamente qué es lo que aparecerá”. 

Y es que jugar al Cadáver Exquisito invocando micro audios que dan lugar a ideas más complejas que su propio contenido, resultando una suerte de arte de lo inesperado; aunque por supuesto, creo que dejarlo todo al azar no es virtuoso; más bien se trata de trazar un camino o una inspiración de base para construir desde y hacia allí, valiéndose de la técnica del tapelooping, y es entonces cuando resulta lo mejor.

En octubre de 2021, por ejemplo, lancé “Experimento Händel”, se trataba de una muestra experimental de arte sonoro desde el tapelooping, pero con un objetivo claro: intervenir, manipular y desfragmentar partes de “Música acuática”, la suite del compositor de música barroca George Frideric Handel (1685 – 1759) –  para obtener una composición reinventada desde el tapelooping, resultó que la documentación de esta alquimia en video, mostrando cómo la cinta destemplada de un par de viejos casetes se movían desde algunos walkmans de manera simultánea, saliendo desde su cabezal hasta enredarse en el cuello de una copa de cristal y dando otra serie de recorridos hasta regresar de vuelta al walkman, hizo que esta alquimia que sólo era sonora resultara convirtiéndose en una instalación expuesta en la muestra Paisaje Sonoro, del Museo El Chicó en Bogotá, Colombia.

Y así, la teoría cobró vida: “Micro-audios que generan ideas más complejas que su propio contenido”.

El comienzo de la década de los cincuenta trajo las primeras composiciones de música de cinta (siendo la primera “Deserts” de Edgard Varèse en 1954), basadas en las nuevas posibilidades de modificación del sonido utilizando grabadoras de cinta. Compositores de música de cinta, como John Cage, Edgard Varèse, Karlheinz Stockhausen, Mauricio Kagel, entre otros, utilizaron grabadoras de cinta para cambiar la velocidad de los sonidos o invertir, editar y superponerlos. Los sonidos preexistentes podían ser alterados, combinados con sonidos electrónicos e instrumentos reales, o ensamblados en collages.

Lo mismo pasó en los sesenta, cuando uno de los padrinos de esta conceptualización sonora, Steve Reich›s, conocido por su contribución al desarrollo de la música minimalista, cambió algunos poliritmos de la música tradicional con cambios armónicos inesperados y al loopear la grabación de esto que hizo, en diferentes bucles de cintas, dio como resultado una obra de video que hoy se sigue exponiendo, o el caso de su trabajo “Different Trains”, donde a partir de grabaciones de sonidos de trenes, creó toda una orquestación que sin duda es un referente para quienes trabajamos con cintas de casetes.

Otro gran ejemplo de esto es “Amulets”, el proyecto en solitario del artista de audio y visual con sede en Portland, Randall Taylor. “Amulets” utiliza bucles de cinta de casete hechos a mano y bucles de guitarra procesados en vivo para crear paisajes sonoros envolventes y drones inmersivos en vivo. A través de la recontextualización de casetes, muestreo, grabación de campo y bucle, estas composiciones de larga duración difuminan los géneros de música ambiental, drone, ruido y electrónica y el video de este experimento se convierte incluso en algo hipnótico y visualmente meditativo.

El tapelooping representa una fusión única entre la tecnología analógica y la creatividad artística contemporánea.

Proceso que invita a la transformación

Bien lo dijo Brian Eno: “La repetición es una forma de cambio”

Un gran ejemplo local del cambio, es el trabajo que desarrolló Jorge Verdín, “Clorophila”, parte del colectivo Nortec y gran responsable de toda la imaginería visual de este colectivo de Tijuana, quien pasó de los corridos y la música electrónica al tapelooping con un Side-project llamado Trémolo Audio, y con el cual creó piezas de ambient profundas y maravillosas. Fue su proceso de transformación sonora.

De hecho, su último trabajo, “States”, publicado en 2022, se editó en formato casete. Gracias a conocer las exploraciones de mi querido Jorge, fue que yo mismo me inspiré para iniciar con mis propias exploraciones de Tapelooping.

El tapelooping abrazado desde la creatividad y no desde la técnica en sí, promueve la creatividad y permite una reinvención artística hacia fronteras diferentes.

En conclusión, el tapelooping representa una fusión única entre la tecnología analógica y la creatividad artística contemporánea. A través de la manipulación física de cintas magnéticas, se generan texturas sonoras expansivas e infinitas, desafiando los límites de lo convencional y explorando nuevas fronteras en la producción musical. A pesar del predominio de la tecnología digital en la música actual, el tapelooping sigue siendo un testimonio de la riqueza y versatilidad de los medios analógicos, ofreciendo una experiencia sensorial y expresiva incomparable. Su evolución desde una técnica a un arte independiente resalta su relevancia continua en el panorama musical contemporáneo y su potencial para inspirar nuevas formas de creatividad sonora.

Escanea el código QR y escucha la discografía de Tapelooping seleccionada que he hecho para ti.

*Con más de 30 años de experiencia en el medio musical como Artista, Productor explorador sonoro, periodista, productor de programas de radio especializada, editor de revistas de música y DJ, Jairo Guerrero es considerado uno de los artistas de música electrónica más reconocidos de nuestro país. Su propuesta sonora abarca desde ritmos para la pista de baile, hasta ensambles como Techxturas Sonoras, que generan puentes entre la música electrónica y la literatura.

Es miembro de la Academia Latina de Grabación Latin Grammy además de haber sido nombrado mejor Productor y Dj de House en México por los DWMC Awards México y haber obtenido el primer lugar en el MXP4 de Ministry of Sound en Londres. Contacto: www.soyjairoguerrero.com