Grabado en diciembre de 2019, con dos años de planeación, Oh’laville pudo plasmar su primer álbum en directo que dio cierre a su gira “Soles Negros”, un show con formato y duración distintos. “No teníamos todo definido y fue Kiko Castro, nuestro ingeniero y productor, quien armó el desglose técnico respecto a lo que se debía añadir. Así fue como esa grabación estuvo a cargo de él y Miguel Mora, con quien también hemos trabajado. La aspiración era grabarlo y no darle tanta importancia a la grabación, sino concentrarnos en poder hacer un buen show”, expone de inicio Andrés Toro, guitarrista de la banda.
Con la pandemia, el combo colombiano debió ajustar la producción del álbum que finalmente se llamó “Soles Negros en Vivo: Bogotá”, siendo crucial poder darse el tiempo tareas como la mezcla: “En enero y febrero comenzamos a oír el disco, luego tuvimos todo un semestre de producción; Kiko lo mezcló en su casa y nos iba mandando cortes. Era un disco muy complejo de mezclar, porque eran muchos tracks tomados en un entorno donde no tenías toda la captura perfecta. Nos tomamos nuestro tiempo y terminamos lanzándolo en julio pasado. El encierro nos hizo anhelar la sensación de los conciertos en vivo de esa forma”, amplía Andrés.
Para Luis Lizarralde (baterista), el ejercicio colectivo de escuchar a fondo varias veces el material, es algo normal y adecuado en el proceso: “Escuchamos el disco muchas veces para terminar todos los detalles; desde luego, hubo varias mezclas, pero cuando salió fue muy emocionante y no dejó de ser bellísimo el sentimiento de tener el material completo”.
La masterización de “Soles Negros en Vivo: Bogotá”, se hizo en la capital colombiana: “El proceso de encontrar un sonido como viaje fue muy poderoso, particularmente en canciones como “Gigantes”. Ese fue el track de referencia, porque tiene el color y energía que tiene hoy la banda. A partir de ahí trabajamos todas las canciones y quedamos muy contentos con eso”, expone Andrés.
Lo que sigue, sin dejarse amedrentar por la cuarentena, es valorar una nueva forma de trabajo y aterrizar los planes de difusión, así como las opciones para conciertos bajo la nueva normalidad, como detalla Luis: “Veníamos de trabajar siempre las cosas los cuatro juntos, desde los ensayos, y había muy pocas cosas que dejábamos al azar; ya fuera la ejecución del instrumento, los arreglos o la forma de interpretar, estaba todo muy definido. Ahora nos obligamos a hacer un proceso más dilatado, en el sentido de que ya no es todo en simultáneo en las canciones, sino enviamos ideas sobre las que los demás trabajan y a la semana siguiente revisamos lo que hicimos, es muy distinto. En mi caso particular, también me vi obligado a producir digitalmente de una manera más seria para manipular los sonidos. Nos toca seguir aprendiendo y puliendo esta forma de producir y buscar sonidos distintos. Realmente nos ha costado trabajo, pero no hemos dejado que lo que está pasando nos frene: tenemos ya una bolsa con trece canciones pre-producidas y prácticamente listas para entrar al estudio”.
Sobre el streaming y otras modalidades para las presentaciones, Oh’laville tiene clara la importancia de que exista una producción: “Ahora ya están las alternativas de shows financiadas por marcas o instituciones como el festival Unión que es de Unicef y que recogió fondos para personas afectadas por la pandemia. Ha sido todo un proceso de reencuentro con la música en vivo, porque así como teníamos el reto en la composición y la pre-producción, también lo fue decir cómo hacemos ahora un buen concierto desde las casas, con los recursos técnicos que tenemos, pero con una mezcla robusta. Tenemos que entender que los conciertos son la entrada y motor para las bandas, y en la medida que se den, podremos grabar discos y seguir”, concluye reflexivo Andrés.