Néctar de Mal´Akh – música de ala blanca

Con fe. Un Mal´Akh es un ángel mensajero que aparece repetidamente en la liturgia judía tradicional. Traducido a sonidos, la música de Mal’Akh es el resultado de la alianza entre instrumentos acústicos, recursos electrónicos, samplers, tracks pregrabados y programación rítmica en vivo.

Nunca un grupo de rock. Néctar (Discos Intolerancia, 2012) es el debut discográfico de un ensamble que fundaron la cantante Ana Ragasol, el guitarrista Felipe Pérez-Santiago y el baterista Juan Arévalo. El CD profetiza una coexistencia pacífica entre la tecnología de hoy, la estridencia de la vanguardia y el folclore tradicional. Se trata de una propuesta que logra ser orgánica y a la vez angelical.

 
  Gente de paz
Para conocer los detalles de la producción discográfica, nos reunimos con Felipe y Juan para escuchar de primera mano sobre los detalles de un intenso trabajo que dará mucho de qué hablar entre los seguidores de la música inteligente.

“Nosotros no nos sentábamos a palomear ni a sacar ideas”, reconoce Felipe, “aquí en casa tengo lo necesario para hacer pre producción: llegaba una idea principal y poco a poco la íbamos llenando con elementos: guitarra, bajo y piano”.

Sobre la pre producción, Felipe señala, “trabajo con una consola Yamaha 01 Digital con monitores KRK, una computadora Mac Book Pro y el nuevo Pro Tools M-Box Pro. Los samplers de la parte electrónica los armé a partir de controladores MIDI y el software Reason”. Gracias a su formación en la música clásica, el guitarrista frecuentemente plasma sus composiciones directamente en el software Finale, “porque muchas de las piezas están escritas en partitura”.


Fueron seis meses de planear y ensayar para la grabación; el resto solamente tomó diez días. “Cuando entramos a Estudios Topetitud, llegamos con nuestras sesiones de Pro Tools que transferimos directamente a sus computadoras”, relata Felipe.

Los misterios de la percusión
Juan Arévalo, además de ser el baterista del ensamble, es un gran programador. Realizó el diseño de los rítmos y samplers. A decir del músico, “cada pieza la ensamblé como si trabajara en un laboratorio matemático”.

Después de componer las piezas, Felipe y Juan incorporaron la voz de Ana Ragasol. “Con la estructura armada y yo sentado en la batería”, explica Juan, “estuve armando la programación electrónica”, y limita, “en lugar de querer atascar, como pude haber hecho como baterista, lo que se me ocurría lo hacía con electrónica”.

Sin embargo, la dotación en las baterías acústicas cambiaba a cada track. “Todas eran diferentes y cada canción es completamente distinta”, redobla, “lo único que se quedó fue un platillo; lo demás iba rotando. Obviamente, también el ajuste de microfonía que se utilizó para grabar la batería fue algo nuevo para mí”, y ve a lo lejos, “porque nunca había visto tantos micrófonos viejos de condensador”.

Su trabajo es minucioso. El rompe-cueros encontró un punto medio entre la batería viva y las programaciones. Cuando no toca un hi hat, dispara un sonido vitual o complementa un bombo electrónico con uno acústico. Se escucha una cohesión verdadera. “Traemos bastantes ideas como para seguir trabajando juntos en el proyecto”, concluye Juan Arévalo.

Con Camilo Froideval como productor
“Camilo grabó todos los teclados”, es Felipe quien retoma la palabra, “lo cual es muy interesante porque todos son vintage: tuvimos un Moog, un Hammond real y un Prophet. Queríamos ese sonido de los instrumentos análogos”, recuerda.

 
  Las guitarras pasaron por una serie de procesos análogos por medio de pedales. “Las guitarras están en varios layers; no es una sola. Las guitarras principales las hicimos en Topetitud”, señala el autor de Néctar, “pero las alternas las llevamos grabadas desde nuestro estudio; esas se ecualizaron, pasaron por unos plug-ins y se calentaron un poco”.

El disco se complementó con grabaciones en el estudio Tiny Telephone de San Francisco, California. “Tenemos como uno de los invitados al chelista de Kronos Quartet, Jeffrey Zeigler”, se alegra Felipe Pérez-Santiago, “tengo la suerte de conocer a Jeffrey por mi trabajo con Kronos Quartet previo a Mal´Akh y somos buenos amigos. Me fui con él a grabar a San Francisco en el Tiny Telephone. Ahí sólo hicimos los chelos. El ingeniero de sonido fue Enrique González Müller, un productor venezolano de primera”.

“Los últimos estudios involucrados fueron Sonic Ranch, donde hicimos toda la mezcla y parte de la masterización”, relata por último el guitarrista, “y la masterización se terminó en un estudio de México que se llama Analog 3D. ¡Todo mundo le entró!”, ríe al despedirse.

Entre nubes. El Néctar de Mal´Akh llega a la escena musical como una pócima refrescante para los oídos sedientos de experimentación y audacia. El público fino respondió inmediatamente a la propuesta y el ensamble se presentó con singular éxito en la Carpa Intolerancia durante la pasada edición del Vive Latino 2012. Ángeles con instrumentos.