Para Pachuca, Hidalgo, el célebre día de San Valentín adquirió tintes épicos este año, una vez que Maná se presentó en la explanada del Auditorio Gota de Plata (Parque Ben Gurión), ante unos 20 mil asistentes ansiosos por entonar Rayando el sol. Porque los originarios de Guadalajara no escatimaron en cuanto a equipo de producción y ofrecieron a los residentes de La Bella Airosa la misma calidad de espectáculo que muchos gozaron en Europa y el resto de América, aunque con el acento de que la cita pachuqueña operó como punto final para la gira Drama y luz y tuvo fines benéficos para La Casa de la Mujer Hidalguense.
Logística, punto de arranque
Es Juan José Sánchez Pérez, encargado de la logística del show, de parte de Genera Música, quien ofrece pormenores respecto a la planeación del espectáculo: “la gente piensa que todos llegamos un día antes a poner el escenario y ya, pero no es así, empezamos a planear este proyecto un par de meses atrás para coordinarnos con gente del Gobierno del Estado, prensa, producción, seguridad y limpieza. Si contamos a los de Gobierno, la empresa Genera Música y la gente de Maná, estamos hablando de que trabajamos alrededor de trescientas personas para que esto saliera adelante”. Según Juan José, “usar la explanada del Auditorio Gota de Plata fue el gran reto de este proyecto, porque hubo que montar sillería, vallas y delays de audio sin lastimar el piso”. El cuidado respecto al suelo obedeció al hecho de que la explanada cuenta con un pisal de 80 por 400 metros, conformado por siete millones de piezas con 36 gamas de color. Y ni una sola de ellas fue dañada durante el montaje del espectáculo, gracias a que se compraron cuatro mil metros cuadrados de un material especial para tenderlo sobre el espacio donde se ubicó el escenario.
En la explanada, otro de los guerreros que han trabajado con el combo tapatío por más de 32 años es Jorge Reyes, que como jefe de producción de la banda, incluso desde la época en que llevaba por nombre Sombrero Verde, comenta: “todas los grupos de alguna forma van creciendo conforme a lo que cada cual se propone. El caso de Maná no es la excepción, así que tanto ellos como su equipo de trabajo tenemos una meta constante: que cada gira que hagamos supere a la previa. Claro, eso significa meterse en problemas, pero hasta ahora hemos conseguido nuestros objetivos. Después de todo, Maná tiene buenos temas y apuesta al futuro, se fija metas y trata de cumplirlas”. ¿A qué se refiere Jorge cuando habla de crecimiento? Bueno, en este caso podríamos mencionar las 80 toneladas de equipo que el grupo mueve a cada cita dentro de ocho trailers. Números para tomar en cuenta.
“Maná ha sobresalido porque como grupo le gusta dar todo, ofrecerle al público lo que se merece, un buen espectáculo. Nada a medias”. Quien habla ahora es Francisco “Coco” Ayón, jefe de escenario, quien platica: “comencé cargando cajas hasta que ahora se me ha dado la responsabilidad enorme de encargarme del escenario, aunque tengo dos asistentes a mi lado, Enrique Vallín (guitarras) y Julio Galindo (batería y percusión)”. En el caso específico de Fher Olvera, Coco explica: “es muy estricto y le gusta que todo esté bien y a la primera. A veces es complicado cumplirle porque sobre la marcha es cuando descubre qué es lo que la gente necesita para sentirse estimulada, para conectar con el grupo, por eso hay que estar pendiente de todos sus movimientos”. Cuando está en escena, Fher pide el Fher Special (tequila con agua mineral, un poquito de toronja, sal y limón), mientras Alex ataca la batería sobre una tarima que sube, baja y gira para deleite de los espectadores. En cuanto al manejo del cableado sobre las tablas, Coco menciona: “A Maná le gusta contar con un escenario limpio. Y esto no se trata de un asunto meramente estético, sino por seguridad de los músicos, para que tengan una absoluta libertad de movimiento”.
Antes de aterrizar en Pachuca, Fher y los suyos estuvieron en Mérida: “se sintieron muy bien, les gustó cómo quedaron ajustadas las consolas en monitores y sala. Y esto sucede regularmente, porque todos formamos un equipo de muchos años de trabajo, así que sobre el escenario ya nos sentimos con la confianza suficiente para trabajar codo a codo. Por la producción que traemos requerimos de un escenario amplio, pero es importante acotar que al grupo le gusta tocar muy cerca, en un espacio compacto, para sentirse bien. Los cuatro están a unos pasos de distancia entre sí. Claro, hay teclados, percusiones y otra guitarra, cuyos ejecutantes se encuentran a dos metros del cuarteto, pero aún así están muy cerca de él”.
Tecnología y conocimiento
Y ya que se abunda respecto al escenario y sus pormenores, nada mejor que dirigirse a Simón Lifschitz (ingeniero de monitores), quien lleva doce años con Maná y comenta: “la tecnología beneficia, claro, pero también exige conocimiento. Pide especialmente poner atención a los detalles. Hablando del mundo digital, un error puede causar diez problemas que no existirían en el mundo analógico. La ventaja es que actualmente todo va en una memoria, ya sabemos que tenemos el ochenta por ciento de probabilidades de que todo salga conforme a lo planeado. El veinte que falta por asegurar, bueno, en la primera canción se estabiliza”.
Con preferencia por el sonido análogo, para Simón es conveniente trabajar con consolas Yamaha; “uso la PM5D RH, con ella tengo diez años. Y me siento cómodo así porque es amigable para trabajar. Al comienzo pensé que sería complicada porque mi oficio requiere velocidad y creía que una consola digital no podría ayudarme del todo; pero resultó ser muy rápida”.
Respecto al sistema de monitoreo, Shure (PCM 900, específicamente), es la marca del combo de músicos. Simón al habla: “en 2003 todavía usábamos monitores de piso, side fill y drum fill, pero en 2006 eso cambió porque conseguimos un muy buen audio con in ears. Los músicos necesitan alta fidelidad en sus oídos, así que ensayamos un mes antes de salir de gira para ajustarnos, de modo que conozco bien la calidad instrumental que cada músico requiere. Por ejemplo Alex; su batería debe sonar como si estuviéramos en el estudio y quizá aún no hemos alcanzado la perfección que se busca, pero estamos muy cerca de conseguirlo”. Con 56 canales enfrente, el encargado de monitores asegura: “para hacer monitores es importante ser un buen psicólogo, porque hay que entender al músico y tenerle paciencia. Incluso intuir lo que necesita, porque con una mirada hay que saber qué es lo que busca, o incluso con una mirada o con un movimiento de mano”.
Otro de los grandes guerreros que ha crecido en su carrera a la par que Maná es Fernando Pérez, quien como su ingeniero de sala ha recorrido todo tipo de escenarios con la banda. Para él, trabajar en una explanada como la pachuqueña es un asunto de cuidado: “generalmente en los lugares abiertos es más fácil sonorizar que en los cerrados, debido a que no hay rebotes; sin embargo, al fondo de este lugar se encuentra una pared que lo produce, pese a que estamos a alrededor de 500 metros de distancia de ese muro. E, increíblemente, ese rebote regresa al escenario después de un buen tiempo. Pero en general tenemos un equipo listo para que no existan problemas”.
La consola que Fernando usa es también PM5D RH. “Tiene un sonido muy característico y durante los veinte años que yo llevo trabajando con el grupo hemos usado esa marca, desde la PM4000, la PM5000 y la PM1D. Hacemos unos 120 shows por año en diversos países alrededor de todo el mundo y en diversas condiciones, pero para nosotros es determinante contar con una mesa que no vaya a fallar; eso sí está prohibido. Ésta que traemos hoy la rentamos con Procolor, y hemos trabajado juntos unos 300 shows, pero funciona al cien por ciento”.
“Maná se caracteriza por cuidar su sonido, no es la clase de grupo que se sube a tocar para que el ingeniero se encargue del resto; ellos siempre están pendientes. Antes de salir de tour se sientan conmigo para definir qué tipo de sonido se requiere. Supervisan todo para estar en el mismo canal”; continúa Fernando. Para alcanzar la fidelidad deseada, los autores de Cómo te deseo usan Shure. Fernando Pérez explica: “la marca funciona muy bien, en buena parte porque platicamos mucho. Hay mucho cuidado en trabajo de mezcla y ecualización”. Respecto a las dificultades que acarrea el viento de Pachuca, el ingeniero de sala dice: “sí, importa el aire, entre menos haya mejor se escuchará; pero llevamos el K1 de L-Acoustics de tiro muy largo, calculo 400 metros más o menos”.
¿Qué es lo que ha llevado a Maná a conseguir presentarse con éxito en tantas partes del mundo, que los diferencia de otros grupos? Jorge Reyes ofrece pistas al respecto y plantea diferencias: “a mí ver, hay tres esquemas a nivel artístico. Hay quienes hacen shows, otros prefieren las giras y unos más eligen hacer tours. Los primeros, por ejemplo, van a Tijuana y de ahí a León y después a Michoacán, se dirigen donde los contratan porque les conviene; los segundos hacen dos meses de conciertos por diversas plazas y ya, pero hacer un tour implica responsabilidades más grandes. Significa hacer una logística. Con Maná arrancamos en Los Ángeles y de ahí nos fuimos a Las Vegas, Phoenix, Texas, Chicago y Nueva York; después bajamos la costa hasta llegar a Miami. Viajamos con nuestro equipo. Nos damos ese lujo. Yo le rento busses a una compañía americana, hago una ruta y nos trasladamos en camiones por dos meses, con todo lo que necesitamos; no podemos fiarnos de que un equipo que nos renten en San Francisco no funcione, entonces tenemos que ir a la segura. Si nos vamos a ir a Europa, pues hay que mandar el equipo por barco, y rentar contenedores para llegar a España, Italia e Israel, por ejemplo. Pero mientras ese equipo llega hasta allá, hacemos conciertos más pequeños para no perder tiempo; para eso tenemos un backline A y B; esto es una producción muy similar a la A, pero para arenas o salas de conciertos más pequeñas, de ocho mil a diez mil localidades”.
Así las cosas, tras ofrecer alrededor de 150 conciertos en todo el mundo, Maná cerró gira en Pachuca. Un concierto memorable por varias razones. “Mi momento favorito de todos los shows de Maná es cuando dicen ‘gracias’ como punto final, y se despiden. Cuando nos vamos contentos de haberlo hecho bien, eso es lo mejor. Aunque bueno, nosotros nunca nos vamos del todo; la gente se dirige a su casa, tal vez a un bar para seguir con su euforia del momento, pero en realidad nosotros seguimos trabajando. Contamos con cuatro horas para quitar el equipo, ya de madrugada. Pero siempre nos quedamos pensando en ese momento final, cuando salen los fuegos artificiales y vienen los aplausos”, finaliza Jorge Reyes con visible emoción, porque para él, Maná ha sido una de las razones de pertenecer a la industria del espectáculo.