La cantante mexicana Magos Herrera y el músico y productor español Javier Limón decidieron unir sus talentos para la creación de Dawn, un álbum donde la voz de ella y la guitarra flamenca de él repasan un temario firmado por músicos como Caetano Veloso, Chet Baker, Bill Evans y Miles Davis, entre otros. La obra, producida por el propio dueto en Madrid, aloja una docena de temas que, según sus propios artífices, posee un espíritu analógico.
La dupla se encontró de manera afortunada; “tomándonos un café delicioso en Nueva York”, explica la cantante. “Previamente conocíamos nuestro trabajo de manera mutua, pero fue hasta ese encuentro que de una forma muy natural descubrimos que compartíamos la misma forma de abordar la música”. Es el guitarrista quien prosigue: “nos caímos bien, básicamente, y eso fue primordial. Porque me parece que es importante que exista buena onda al momento de crear, pero también admiración y respeto a nivel musical. Y eso nos ocurre a nosotros dos, por eso la elaboración de este álbum fue tan fluida”. El flujo al que Javier Limón se refiere arrancó una vez que Magos Herrera eligió los temas que el disco contendría. Para llegar al listado final, naturalmente, los gustos de ella fueron determinantes, pero también se consideraron los idiomas en los que ella interpreta. “Para mí, el mayor atractivo del disco se encuentra en las dos canciones brasileñas que éste incluye. Porque ha habido gente que canta en inglés y español, mucha; pero no es tan fácil toparse con una cantante que interprete bien en portugués”, explica Javier.
El par de músicos se metió a trabajar en el estudio del europeo, ubicado en Madrid, durante una semana. El plan de grabación era simple: ensayar un poco cada canción, encontrar el arreglo indicado y después grabar en directo, ambos, simultáneamente. “En realidad, grabamos un par de tomas de cada tema y de ahí elegimos la mejor. Ya está, rápido, a la vieja escuela”, comenta Magos. Quien prosigue es Javier: “mi hermana Salomé ha ganado cuatro Grammys y fue ella quien estuvo a cargo de la consola porque es una experta. Ha grabado de Alicia Keys hasta Joan Manuel Serrat; de Paco de Lucía a Bebo Valdés. Quizá ella no consiga hacerte un sonido de sampler ideal; pero le das un Neumann y te saca el grano como pocas personas. Parece un señor de ochenta años, ahora que lo pienso”. Magos y Javier registraron sus tomas en formato digital; “pero en realidad se trata de un disco con espíritu analógico –explican-, debido al uso de preamplificadores de bulbos. Para nosotros lo importante es que, antes de entrar al formato que grabes, ya sea cinta o Pro Tools, iPhone o DAT, se cuente con un micrófono de calidad”.
Pero, ¿cuál fue el micrófono de batalla que el dúo usó para grabar voces? Javier tiene la respuesta y también detalles respecto a la forma en la cual ambos se relacionaron con las herramientas del estudio de grabación: “Para la voz, usamos básicamente un Neumann 149, y de pronto el 87 y el 67. Grabamos sin audífonos. Uno frente a otro. Lo hicimos de este modo porque a mí es así como me gusta escuchar música. Prefiero escuchar a Magos sin amplificación de por medio y mi guitarra me gusta también de este modo, desenchufada, al natural. Como si estuviera en mi sofá escuchándonos quedito. Creo que cuando ya aparece un micrófono las cosas cambian y nosotros lo que buscábamos era que este disco se acercara lo más posible a la experiencia de escucharnos en la sala de casa”.
“Yo he grabado discos enteros en un día nada más –continúa el guitarrista y también productor-, y con Magos todo fluyó bien: tomábamos las partituras, checábamos acordes, probábamos sonido, grabábamos dos o tres tomas en media hora y ya, teníamos una canción”. Magos sigue: “yo me moriría de vergüenza si me viera en la necesidad de editar mi voz. Se vale hacer varias tomas, claro; pero ¿has visto videos de cómo se grababan antes los discos? Con una gran orquesta en el estudio y con Ella Fitzgerald, por ejemplo, sentada con un micrófono al frente de todos. Eso era pureza. Yo soy necia con los ingenieros de sonido, con quienes suelo trabajar irremediablemente no entienden muy bien dónde deben ponerme el micrófono. Me ven delgada y piensan que voy a resonar en cierta parte de mi cuerpo cuando no es así. Salomé, en cambio, lo primero que hizo fue poner el micrófono donde debía ir, correctamente; así nos evitamos muchos problemas”.
Javier Limón considera que la producción de un disco no debe relacionarse con edición desmedida frente a la computadora: “si de pronto necesitas un poco más de volumen en la tarola, bueno, le dices al baterista que golpee más fuerte justo donde lo requieres. Porque no es lo mismo que un ingeniero le dé volumen a cierto tambor a que el baterista cambie la intención de su interpretación. Al decir esto hablo de jazz, de música de raíz, mientras que en el pop hay otras leyes”. La mexicana apoya a su colega: “estoy de acuerdo con Javier. Yo vengo de hacer dos discos que, literalmente, grabé en cuatro días. Hacía tres tomas y ya, a escoger la mejor. Lo que salió, salió. Y esto ocurre porque tengo la fortuna de trabajar con músicos muy buenos. Además, claro, el ensayo y la pre producción son primordiales. En ese camino, Javier y yo tuvimos la oportunidad de estudiar mucho nuestros movimientos antes de ponernos a grabarlos”.
En la mezcla, dejar hacer
Una vez registradas las doce composiciones, tuvo lugar la mezcla de éstas. La operación tuvo lugar en Madrid y Javier explica la razón: “existía la idea de mezclar en Nueva York, pero considero que allá no le saben sacar un buen sonido a la guitarra flamenca. Es un instrumento muy especial y te lo digo porque a mí me ha mandado llamar Chick Corea de Los Angeles para que le diga a su ingeniero cuáles micrófonos usar y cómo colocarlos”. ¿Cuál es el secreto para grabar con eficiencia una guitarra flamenca? Él responde: “yo uso un Blue para agudos y un Neumann 87 para los graves. El 87 va cerca del agujero del instrumento y el otro por el mástil. Me tomó veinte años llegar a esta conclusión. Pero seguro cambiaré mis modos con el paso del tiempo. A Paco de Lucía, por ejemplo, lo grabé sólo con un micrófono, pero luego me di cuenta de que llegar a un sonido toma tiempo y ahora hago las cosas de otra forma. A mí me obsesiona la grabación de instrumentos acústicos, es una ciencia aparte”.
El español continúa hablando del proceso de mezcla, “Jim Anderson mezclaba los discos mientras éstos se grababan. ¿Sabes? El jazz tiene esa impronta, si lo piensas de más pierde frescura, libertad. La mezcla la hicimos en Madrid, en un estudio que parece una nave espacial, con un equipo impresionante, durante una semana. Ciertos detalles se afinaron durante ese proceso, palmas, qué sé yo. Pero yo no estuve en toda la mezcla porque creo que hay que dejar al ingeniero trabajar a solas. Claro, luego nos reuníamos y tanto Magos como yo le dábamos ciertas pautas de acción al encargado, pero no más”. Para Magos, la grabación de Dawn significó una experiencia nueva, “la verdad es que yo siempre he co producido mis discos, soy muy metiche, pero en este caso muchas decisiones dejé que Javier las tomara porque tengo absoluta confianza en su experiencia como productor. No tengo su bagaje a nivel técnico, pero cuando escuché el disco por vez primera me sentí encantada. Es que suena tan cálido y claro, pero sin perder profundidad. Casi todos piensan que por ser la responsable de la melodía, la voz debe ir encima de los demás instrumentos a la hora de hacer la mezcla; pero yo nunca he trabajado mi voz así. En ese tenor, este disco es maravilloso también”.
“Yo creo que si cierras los ojos y escuchas este disco en un buen equipo, la experiencia roza la sensación de que nosotros dos estuviéramos en realidad ahí, frente al escucha tocando”, puntualiza Javier. Y en ese carril, ofrece un tip para quienes estén interesados en vivir la experiencia a profundidad; se trata de una recomendación a modo de despedida: “no pediría escuchar este disco en un teléfono ni en una laptop; sino con audífonos, en un buen aparato reproductor. ¿Por qué? Porque a mí me gusta comer en un plato limpio una comida bien presentada. Me gusta vestirme bien e instalarme en sitios bien iluminados. Pero entiendo que haya personas a las que les da igual la iluminación de un lugar, vestirse bien y comer rico. Lo que quiero decir es que la música que vale la pena se escucha mejor en un buen equipo. Si de ahora en adelante las canciones van a terminar escuchándose en un teléfono celular, bueno, pues eso a mí me viene muy bien, porque me voy a ahorrar mucho dinero en mezclas y masterizaciones”.