Para el grupo español Love of Lesbian, la constancia ha sido determinante para llegar al sitio donde actualmente se encuentra. Admirado tanto en Barcelona, su tierra natal, como en México, el quinteto cuenta con una fila de álbumes cuya obra más reciente lleva por título “El poeta Halley”, un trabajo que ha llevado al combo a reencontrarse, según Julián Saldarriaga (guitarrista) apunta: “La banda se ha redescubierto, pues venimos de pasar un año y medio sin dejar de tocar, viviendo de gira. Ya era hora de juntarnos en el estudio de grabación para hacer canciones nuevas. Hemos alcanzado un grado de compenetración muy alto como músico y desde que hicimos los demos de El poeta Halley supimos que estábamos creando canciones redondas, que con ellas estábamos logrando algo muy bueno”.
En un espacio libre
“Solemos grabar nuestros temas en un estudio llamado Blind Récords, regentado por Santos Berrocal y Fluren –comenta Julián-; sin embargo, además de estar ahí, esta vez fuimos primero a un estudio al sur de Barcelona, ubicado en el campo: Casa Murada. Ya luego volvimos a Blind Récords. Pasamos tres semanas en cada estudio”. Respecto al ambiente de Casa Murada, el músico explica que se trata de un estudio aislado de la ciudad, “uno va ahí a concentrarse. Nos encerramos totalmente. Hablamos de una casa vieja, de un ambiente casero, bastante familiar. Imagínate, entre el espacio de grabación y la cocina hay sólo una puerta”. Claro, la sala de grabación se encuentra perfectamente acondicionada a nivel acústico, pero también cuenta con los elementos apropiados para pasar un muy buen tiempo ahí”. “Es como ir de campamento con los amigos ”, prosigue el guitarrista; “uno va a dormir, comer y grabar; es todo lo que se hace ahí. Y este detalle nos encantó porque habitualmente los estudios cuentan con un horario fijo, inamovible y al llegar la noche hay que desalojarlos, pero nosotros tenemos un gusto especial por los espacios nocturnos y bueno, ahí pudimos usar las instalaciones hasta bien entrada la noche. Fíjate, de pronto algunos estábamos probando en el estudio, experimentando con sonidos, mientras el resto se encontraba comiendo o cocinando en el cuarto de al lado”.
En Casa Murada, los españoles grabaron baterías, bajos, pianos, guitarras acústicas y eléctricas, además de hammonds, moogs, rhodes y percusiones. Básicamente sólo dejaron fuera del mapa voces y sintetizadores, además de retoques muy especiales. “Tuvimos una reunión intensiva para grabar con una consola Naïve muy vieja. Por ella pasamos la mayoría de los micrófonos que utilizamos, luego nos fuimos a una computadora y vámonos, con puro Pro Tools”. Cabe señalar que Love of Lesbian acostumbraba comenzar sus grabaciones con una guía de guitarra y voz como referente para de ahí levantar los temas en conjunto, con cada integrante haciendo sus partes. Sin embargo, para El poeta Halley se decidió hacer una canción y no pasar a la siguiente hasta que el trabajo estuviera terminado. Es decir, los músicos evitaron el método clásico de primero registrar bases rítmicas, luego irse con guitarras y así seguir con el resto hasta acabar con todo el temario. “Es que cuando eso pasa uno ya no sabe qué está haciendo con certeza –advierte al respecto Julián Saldarriaga. Bajo esa forma de trabajo es fácil extraviarse y no reconocer si tal cosa ya se hizo o si determinado sonido ya fue usado demasiadas veces. Elegimos grabar un tema completo al día y dejarlo descansar por la noche para al otro día arrancar de nuevo con lo siguiente”.
Con horarios bien planificados, el grupo consiguió que todos los involucrados se compenetraran a fondo con el cancionero. Es Julián quien insiste es apuntar las ventajas del modo de trabajo que sus compañeros y él instauraron: “¿Qué pasa si se graba del modo tradicional? Nada, que el que hace la batería termina primero y se va a su casa para ya no saber más del resto del proceso. Quizá nuestra decisión se haya traducido en mayor cansancio por parte de todos, pero nos sentimos mucho más gratificados”. Por cierto, vale la pena detallar un punto importante respecto a las características de Casa Murada: el lugar cuenta con una fosa donde hace años se almacenaba vino, circunstancia que Love of Lesbian aprovechó para de ahí obtener una reverberación natural. “Metimos un par de micrófonos a la fosa –dice Julián-, un espacio húmedo, muy viejo, que ligamos a la batería. Así sacamos un sonido inmenso en los tambores, como en el disco Neon Bible (Arcade Fire)”.
Además de Fluren y Santos, Ricky Falkner se adhirió al equipo de producción apenas Love of Lesbian se trasladó a Blind Records. Hay que anotar que Ricky ha hecho las veces de productor desde el tercer álbum del grupo. Por otro lado, los tres ya habían trabajado juntos con los autores de “Bajo el volcán”, ya sea como ingenieros de audio o, incluso, como instrumentistas. Con el combo de talento bien conformado, y ya en el segundo estudio de grabación como residencia, las voces y los sintetizadores tomaron su turno. Esto ocurrió debido a que los teclados no requerían del reverb de la fosa, pues van en línea directa; la voz, por otro lado, fue registrada en Blind Records, pues el lugar tiene acceso a un paisaje excepcional, como el propio Julián describe. “El estudio está cerca del mar, cuenta con una vista maravillosa, increíble, y eso le daba el aire apropiado a Santi Balmes para cantar. Ahora, ocurrió que cuando Santi acabó con las voces, Santos se puso a mezclar, a jugar con lo que tenía, pese a que los sintetizadores aun no estaban acabados. O sea, no habíamos terminado el proceso de grabación pero él ya estaba trabajando en la mezcla. A veces acababa un tema y nos los enseñaba pero, bueno, nosotros le decíamos que esperara, que faltaba meter más sintetizadores. Y claro que lo que nos mostraba sonaba genial, pero le daba importancia a teclados que iban en segundo plano, entonces vivimos un proceso un tanto estresante, aunque divertido. Al final, terminamos dibujando un diagrama, una especie de mapa inmenso donde colocábamos lo que faltaba por hacer y cómo planeábamos organizar los sonidos. Era una locura, una especie de caos bajo control, un desorden que funcionaba de fábula”.
El punto final
Luego de vivir ese momento caótico donde los procesos de grabación y mezcla estaban conviviendo juntos, el combo dejó a Santos a solas; “respetamos su espacio para que nos hiciera una propuesta de mezcla y ya de ahí nosotros decidimos si era la versión más conveniente o habría que hacerle cambios”. En ese rol, los músicos echaron un vistazo a sus discos anteriores y descubrieron que estos poseían mil capas de sonido, así que para El poeta Halley establecieron una regla: menos es, siempre, más. El guitarrista prosigue: “Nos preguntábamos, ¿qué es lo que soporta cada tema; ¿piano, guitarra?, bueno, pues eso es lo que debe prevalecer. El resto es apoyo. Concretar, simplificar: esas fueron las metas”. Una vez que Santos acabó con la mezcla, la cual se llevó tres semanas de trabajo, la obra fue enviada a Nueva York para recibir los beneficios de las masterización: “Siempre hacíamos esto en Barcelona, pero con este nuevo disco entramosa un sello trasnacional y fue éste quien nos propuso trabajar en Sterling Sound”.
Con Joe LaPorta al mando de las perillas, la masterización significó un cambio de dinámica para Love of Lesbian, pues trajo consigo la pérdida de cierto grado de control, aunque esto sólo se tradujo en términos simbólicos, pues en la práctica, el quinteto dice encontrarse feliz con los resultados arrojados por Joe. “Encontramos un proceso de mastering frío, algo distante si se considera todo el trabajo casero que llevamos a cabo antes, todo lo “home made” que conseguimos entre amigos, a lo largo de meses. Al final, las canciones llegaron a personas con las que nunca interactuamos a nivel profundo. Hubo un intento de hablar con la gente de Sterling Sound, les mandamos e- mails con propuestas, pero su repuesta fue fría, honestamente. Al final conseguimos hacer un par de correcciones respecto a la compresión”. Sin embargo, pese a que el punto final no fue del todo satisfactorio para los creadores, la banda argumenta que éste es el álbum que mejor representa su sonido, debido al grado de compenetración alcanzado durante la grabación y la claridad que se tuvo desde el primer momento de la creación, donde la ley fue reducir al mínimo los artilugios sonoros para sacar a flote las bondades de cada tema a nivel interpretativo. “Después de todo, estamos muy felices con el resultado”, remata Julián. “Cuando grabas un disco pierdes la perspectiva. Por fortuna, hemos aprendido que hay que dejar de ser quisquillosos y luego, también hay que saber asumir las derrotas. Porque cuando el disco está terminado ya no hay vuelta atrás, por más que lo lamentes, ya no es posible moverle nada”.