Se trata del segundo disco solista de Jerónimo González, que rinde homenaje a la jarana y la fusiona con son jarocho, jazz y trap. “Jarana Ways” es una producción que resuena desde su adolescencia tras pulir sus estudios sobre el son, la síncopa y la experimentación con los sonidos urbanos. Editado por el sello Round Whirled Records de Greg Landau, fue mezclado por Alan Ortíz y masterizado por Francisco Holzmann.
Producción entre amigos. Son once temas, ocho originales, dos sones tradicionales y un standard de John Coltrane los que dan forma al disco donde el jazz y el son jarocho marcan la fusión, uniéndoseles lo urbano mediante el trap. Con la guía de quien considera amigo y guía en la producción, Greg Landou, Jerónimo ha confiado en él para trabajos propios y los de Sonex: “Tenemos una relación profesional y profunda y significativa, le gustó lo que hice porque lo siente muy vanguardista y le encantó que fuera tan innovador en el concepto de mezcla y las sonoridades. Para mí es una gran oportunidad que su sello lo distribuya y estoy contento y agradecido por el apoyo que me han dado”.
Relaciones musicales arroparon el proceso de composición y las colaboraciones están bajo el llamado de su quehacer en su project studio llamado Last Jeronimo Music Studios, donde trabajó esa hibridación entre el jazz, son, trap, hip hop: “Quería que tuviera esa frescura y empecé a explorar; luego, gracias a las giras con amigos y tremendos músicos como Jorge Pardo (saxofonista de Paco de Lucía y Camarón de la Isla), Yonathan Avishai (pianista de Avishai Cohen), Billy Buss (trompeta de Boston, Herbie Hancock), además de los que forman mi quinteto, son también gigantes y amigos que sienten un amor por la identidad mexicana, como Diego Franco, Orestes Gómez y Sami Mendoza pude aterrizar las ideas que trabajé en mi estudio”.
“Ese proceso fue muy importante, porque no me gusta hacer las cosas sin desarrollar un argumento; el disco empezó a tener un concepto con más peso, a notarse cómo entraba el lenguaje del jazz con ciertos acordes o elementos armónicos que reflejaban esa influencia o algunas líneas melódicas de piezas de Coltrane, que eran detalles que entraban y luego se sumaba el son jarocho en la línea del bajo, buscar esa esencia y luego agregar el bajo eléctrico, efectos y demás, evocar el ritmo de seis octavos de piezas como ‘Café con Pan”.
En su estudio, con una interfaz Focusrite y un par de micrófonos se hizo el tracking, experimentando con la jarana. “Todas las jaranas, requintos y algunos pianos los hice en casa y los saxofones también. Las colaboraciones cada quien me las mandó y respetamos el color sonoro original e íntimo que tenían y realzar la calidez de la música”, detalla Jerónimo.
El proceso de mezcla se hizo en Valenzo Estudios, donde se grabaron también las baterías de Orestes Gómez y Sami Mendoza, “buscando el sonido de la escena jazzística londinense, análogo, y en Valenzo pudimos probar preamplificadores y compresores. Los oídos de Alan Ortíz dieron el balance entre lo acústico y cálido con las cuerdas, pianos y saxofones y los sonidos de sintetizadores, batería y demás”, afirma el músico. Esa sesión de mezcla se hizo una parte en Valenzo y la otra con Alan. “Le dio su espacio y sobre todo puso el nivel que debía tener cada instrumento para escucharse, redistribuir el espectro sonoro”.
Finalmente, por consejo del también productor y amigo Manú Jalil (director musical de Mon Laferte), la masterización se realizó Francisco Holzmann, en su estudio Clio Mastering: “El catálogo de su trabajo incluye música urbana y pop y es justo lo que quería reflejar. Además, su equipo es específico para masterizar y todo lo hace muy artesanal, con un cuidado tremendo para la música. El disco quedó sonando increíble”, concluyó el también productor de la Orquesta Nacional de Jazz de México.
Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco