Horacio Cicero: las oportunidades atrapadas en el aire

Las grandes trayectorias inician en grandes lugares. El productor Carlos Horacio Cicero Olivares es director de producción del Conjunto Santander de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara. Después de un proceso de formación y de trabajo fuerte, Cicero emigró de su natal Ciudad de México para adoptar a Guadalajara como su residencia profesional. Él mismo inicia la conversación narrando la historia de su niñez: “Desde muy pequeño, gracias a la familia paterna –que provenía de España-–, tuve un contacto directo con la música. Mi madre siempre valoró mucho la música de orquesta y desde niños nos arrullaba a mí y a mis hermanos con Radio UNAM. Teníamos un tío que cantaba en el coro de Bellas Artes y me impresionaba mucho saber que cantaba en las óperas y en los conciertos corales. También había tíos guitarristas de flamenco y ésta fue una música que en las fiestas familiares era común. Siempre tuvimos la fortuna de tener una guitarra en casa y clases en la escuela y en grupos artísticos, como las rondallas, las noches coloniales y las kermeses”.

El poder del palacio

El hecho puntual que hizo a Horacio sucedió en un gran recinto: “Tenía yo unos cinco o seis años, cuando mi madre y mi abuela me llevaron al Palacio de Bellas Artes. En esa ocasión me llevaron a ver al Ballet Folklórico de Amalia Hernández y recuerdo haber quedado impresionado por la danza y el desenlace de la muerte de “La Danza del Venado”. También mi abuela me llevó al Teatro San Rafael a ver “El Diluvio que Viene”, con Héctor Bonilla y Manolo Fábregas, que era la voz de Dios en la obra. En ese montaje, el escenario era giratorio. Eso me voló la tapa de los sesos y dije: ‘Yo quiero hacer eso: trabajar en los teatros y en las producciones”.

Las primeras incursiones del joven Horacio empezaron a darse y el momento decisivo de su vocación llegó: “A mis quince años empecé a trabajar como asistente de amigos músicos, cargando cables y haciendo otras tareas con otros proyectos de corte comercial. Ese fue mi primer acercamiento a los escenarios. Después de hacer el bachillerato me metí a la carrera de composición a lo que ahora es la Facultad de Música de la UNAM. Desgraciadamente no la terminé, ya que surgió la huelga de 1999 y por necesidad –ya que tenía a mi primer hijo pequeñito–, ya estaba trabajando en el Palacio de Bellas Artes, así que decidí enfocarme al trabajo práctico, lo cual agradezco porque, sin dejar de respetar a mi escuela, tengo claro que mis verdaderos maestros en esto, fueron la plantilla técnica y la tramoya del Palacio”.

De la cultura al mainstream

Horacio narra cómo fue la llegada al recinto de su inspiración infantil: “Siendo aún estudiante, el Maestro Crescencio Luviano y Javier Zúñiga me invitaron como copista a ayudarles en la Compañía Nacional de Danza. Lo primero que hice fue hacer ediciones de partituras a mano, y que aún no se utilizaban programas de notación musical. Por ahí de 1997, a invitación del Maestro Alejandro Guzmán, me convertí en el responsable del acervo musical de la orquesta, luego me pasaron al área de producción como asistente y finalmente me dieron el nombramiento de Jefe de Personal Artístico. Fueron alrededor de cinco años en todo este proceso”. 

Una nueva veta laboral se presentó ante Horacio: “En 2004, Martín Ávila y Jordi Puig de OCESA me hicieron la invitación para colaborar en unos proyectos de grandes shows con óperas y orquestas. El proyecto se hizo en el lapso de un año, pero la empresa decidió no continuar en estos formatos. Sin embargo, me empecé a conectar con los compañeros y me quedé en producción como personal eventual, haciendo de todo: runner, en camerinos, como asistente de producción y logística, hasta que la productora Chela Contreras me dio la oportunidad de convertirme en el stage manager en sus producciones. Así empecé a trabajar en el circuito Ciudad de México-Guadalajara-Monterrey, que era el común denominador con los artistas internacionales. Empecé a hacer mis visitas a Guadalajara más constantes, llegando a venir a esta ciudad hasta tres veces por mes”.

Bienvenido a Guadalajara

El productor prosigue con la narración del inicio de su aventura tapatía: “Cuando el Auditorio Telmex –entonces llamado Auditorio Metropolitano–, se iba a inaugurar, OCESA se asoció con Nacho Cano para hacer la gira de su musical “Hoy no me puedo levantar” y a mí me asignaron como parte de la producción de dicha gira. Para esto, me pusieron en contacto con Jaime Gómez y con Ricardo Pacheco “Kanuto” –productor y stage manager del Auditorio Telmex, respectivamente–.  El proyecto se retrasó un poco y me reasignaron. El Telmex fue uno de los primeros foros que hubo en Guadalajara con esa capacidad (diez mil personas) y es de los más  importantes, no sólo de México, sino del mundo: un espacio moderno con todas las facilidades y un crew técnico sólido. Llegué a venir con Daft Punk, Los Fabulosos Cadillacs, Hillary Duff, Keane, Travis y muchas otras bandas. En una de estas visitas a Guadalajara, Wolfgang Schmitz, el stage manager del Teatro  Diana, me dijo que Jaime Gómez me estaba buscando, porque “Kanuto” se iba del Auditorio Telmex. Terminé mis labores en el Teatro Diana, volví a la Ciudad de México y un día después salí en mi coche hacia Guadalajara con todas mis cosas. Eso fue hace once años y de esos, estuve casi ocho años en el Telmex, de 2010 hasta 2017”.

La línea ascendente en la carrera de Horacio se mantuvo y un nuevo reto aparecía en el horizonte: “En ese lapso, María Luisa Meléndrez llegó a dirigir el Auditorio Telmex, cuando salió Fernando Favela. Ella y yo nos conocíamos por Chela Contreras y María Luisa me empezó a platicar del proyecto de construcción del Conjunto de Artes Escénicas (posteriormente Conjunto Santander). Un año antes de la inauguración del conjunto, ella me invitó a integrarme al proyecto, posteriormente es designada como directora y se me invitó para formalmente hacerme cargo de la producción del conjunto. A su vez, convoqué a otros técnicos y compañeros tanto del auditorio como de otros lados para venir a trabajar conmigo. Contamos con mucha gente joven, a quienes hemos buscado la manera de enseñarles este bonito oficio del escenario”.

Horacio Cicero expresa qué es lo que sigue en su carrera: “Seguir reencontrándome. Para mí, la crisis sanitaria no ha acabado, sino que recién empezó. Me da mucho gusto que ya haya apertura, pero queda la crisis económica y social. Tenemos que fortalecernos y dignificar el trabajo de artistas y técnicos de Jalisco y del país entero”, finaliza.

Por Jordi Talamantes