Fronteras, el primer material en vivo de División Minúscula

Con más de veinte años en la escena del rock en español y cuatro discos de estudio, División Minúscula llega a un nuevo ciclo en su estilo y con ello logra un sonido distinto en su nuevo álbum, material grabado en vivo en el que los integrantes de la banda tamaulipeca decidieron adentrarse en su discografía para darle una nueva vida a esas canciones que fueron poco conocidas y ofrecer nuevas versiones de sus éxitos.

Encuentros cercanos

La banda, conformada por Javier Blake (voz y guitarra), Efrén Barón (guitarra), Kiko Blake (batería), Alex Luque (bajo) y Ricci Pérez (guitarra), llevó a cabo la grabación del nuevo álbum el pasado mes de marzo durante una presentación muy cercana al público en el Centro Cultural Roberto Cantoral en la Ciudad de México. Para conocer más acerca del proceso de producción y detalles de lo que es este disco, la banda compartió ampliamente sus experiencias.

“Cumplimos dos décadas juntos y no teníamos un disco en vivo o uno de éxitos como tal, mucho menos un unplugged o sinfónico. Hace unos años me fui de gira con un amigo y me di cuenta de lo bien que sonaban las canciones con estos estilos; realmente me gustaron. Platicamos todo esto juntos y consideramos que sería una excelente opción para refrescar los temas que la gente ya conoce y renovar los que desconoce”, comenta Javier Blake, y agrega: “Ya teníamos unos cuatro años planeando esto, realmente teníamos muchas ganas; hace un año nos aventuramos e hicimos un EP, nos gustó mucho y eso fue lo que nos ayudó a decidirnos por hacerlo de esta manera. Consideramos que el catálogo de canciones de División Minúscula no ha sido explotado del todo; hay muchas canciones que están allí sin ser del todo conocidas y quedan rezagadas cuando llega un nuevo disco.

Javier también explica: “No es en sí mismo un disco unplugged, creemos que es un disco orgánico, hay muchos sonidos y múltiples instrumentos, guitarras eléctricas, teclados, percusiones, coros, y orquesta, entre otros más. Quisimos tocar con instrumentos nunca antes tocados en División Minúscula en canciones que son piezas desconocidas para la gente”.

Para preparar la grabación de este nuevo material, los integrantes de División Minúscula y su staff se trasladaron de Monterrey hacia la Ciudad de México, donde tuvieron 32 días previos de ensayos durante ocho horas diarias de lunes a domingo. Asimismo, trabajaron con varios productores, como Pipe Ceballos, quien ha trabajado con León Larregui y Los de adentro, entre otros, y los hermanos Francisco y Mauricio Durán, del grupo Lanza Internacional, entre otros más, lo que les dio gran frescura en el sonido.

“El reto fue expandir nuestras posibilidades como músicos”, señala Alex Luque; “Queríamos que por ser un disco grabado en vivo, la esencia fuera lo que rodea las canciones en sí y lo que lo hiciera sonar diferente a lo que hicimos hace cinco, diez o quince años atrás”.

El repertorio elegido para tocar en esta grabación se conformó de catorce canciones, como “Beso”, “Frenesí”, “Cada martes”, “Juego”, “Casa de cristal”, “Cursi”, “Luces de esta ciudad”, “Sognare”, “Me tomé una pastilla” y “Humanos como tú”, entre otras, siempre con una excelente respuesta por parte del público.

Entre los instrumentos que acompañaron a la banda y que pocas veces o inclusive nunca habían sonado en División Minúscula estuvieron: percusiones, piano, coristas, solos de guitarras, violines y violonchelos y orquesta.

“Creamos un disco de nuevas versiones en vivo y con canciones que tal vez no son tan conocidas, pero sonaron muy bien. Además, el DVD se grabó para que el público conociera a detalle todo el proceso de trabajo; esto fue lo que quisimos lograr y llevarlo a la gente que siempre nos sigue. Realmente fue muy constructivo tocar las canciones en vivo sin errores, fue un gran reto y lo disfrutamos mucho; sentimos fluir las letras con los nuevos instrumentos y sus sonidos, fue algo interesante y desde luego le da un valor especial al disco; más allá de hacer algo acústico, nos reinventamos dentro de nuestro propio estilo y la naturaleza de lo que es División Minúscula”, añade Javier Blake.

Una historia mayúscula

El camino musical de División Minúscula comenzó en 1996, cuando unos jóvenes tamaulipecos compartieron sus inquietudes musicales, ideas que acabaron plasmadas en música con un sonido nuevo y fresco con influencias de pop punk que empezó a cautivar al público.

Con su primer disco, “Extrañando casa”, de 2001, la banda comenzó su ascenso en la escena del rock. Con su segundo material, “Defecto perfecto”, de 2006, se ganaron una buena base de fans que convirtieron este disco en el más emblemático de la banda e incluso recibieron un Disco de Oro por más de cien mil copias vendidas. Además, en aquel momento, División Minúscula fue nominada en los premios MTV América Latina en las categorías Artistas Promesa y Mejor Artista Alternativo.

Ya para el 2008, la banda retornó a la escena con “Sirenas”, y cuatro años después lanzaron su álbum “División”. En 2016 regresaron con su EP “Secretos”, material que los ha llevado a presentarse en distintos festivales y plazas de la República Mexicana y Estados Unidos.

“Somos de esas bandas que comenzaron siendo amigos. No había sitios web y ahora hay agrupaciones que nacen porque tienen una página de internet. Mostramos una cara distinta del rock and roll y somos como un vivo ejemplo de que puedes hacer algo con un grupo de amigos”, añade Javier Blake

“Buscamos un lugar especial, tanto por la acústica, como la comodidad y por la cercanía con la gente; es por ello que elegimos el Centro Cultural Roberto Cantoral. Para nosotros era el espacio idóneo para lograr esto; sin duda se hizo para grabar conciertos en vivo. Cuenta con un gran estudio y por supuesto el personal técnico es muy atento y siempre nos apoyó, comentó Kiko Blake.

Cabe mencionar que entre las principales complicaciones que señala la banda en este proyecto fue el entrar a un régimen de trabajo extremo, ya que desde el traslado de Monterrey a la Ciudad de México, horarios de trabajo y ensayos se necesito mucha disciplina, aspectos que en pocas bandas se logra sin que se exalten los ánimos o haya fricciones.

“Estuvimos siempre con la mente fresca, sabíamos que no había un precedente de estas canciones, los ensayos fueron muy fuertes, nos exigían el máximo, la presión de un proyecto como este conlleva un estrés de alto impacto pero afortunadamente nos conocemos bien, hemos trabajado juntos desde un inicio, desde que nos reuníamos antes de dedicarnos de lleno a esto, ha sido una gran experiencia”, agrega Alex Luque.

El disco se está presentando este mes y seguramente será muy apreciado por los seguidores de siempre de la banda. Quienes pudieron escuchar el sonido que se logró en el Centro Cultural Roberto Cantoral se convencieron rápidamente de que las canciones de esta gran banda sonaron muy frescas y actuales, llenas de dinamismo y sin duda serán disfrutadas por muchos que no las escucharon años atrás. 

Las sorpresas con División Minúscula continuarán el resto de 2018; sin duda, este nuevo álbum los posicionará aún más en la escena del rock en español que día con día se reinventa y ofrece a los amantes de este género interesantes y alternativas propuestas.

En las entrañas de Fronteras

Icautli Cortés, ingeniero de grabación encargado del registro sonoro del DVD Fronteras en el Centro Cultural Roberto Cantoral (CCRC), comparte su experiencia profesional y la relación que tuvo con División Minúscula para crear este proyecto: “El concepto sonoro del disco era explorar una nueva estética sónica, una donde los fans de la banda no los adivinaran, pero también una donde no se perdiera la esencia del grupo, que no se perdiera ese toque tímbrico que les da su propia firma, así que nos fuimos a un set estilísticamente inesperado y tímbricamente hibrido.

Para los ensayos previos en el CCRC, “la banda se encerró por días a preparar el material en un estudio de la colonia Roma. El arreglista de orquesta, Odilón Chávez, y yo, también nos juntamos por varios días a planear el montaje del conjunto de cuerdas y a estudiar las partituras.

Ya en el lugar y como ya estaba muy ensayado lo que iba a suceder, en realidad sólo se replanteó el montaje y desmontaje de la grabación de la orquesta sinfónica y absolutamente nada se cambió, además de que conozco como la palma de mi mano el CCRC”.

“Con los productores la relación fue muy buena, rápidamente comprendimos cuál era el ideal de la producción y todos nos pusimos manos a la obra. Además ya había trabajado con ellos anteriormente, ya tenemos mucho camino recorrido y tuve la oportunidad de trabajar por primera vez con algunos de los productores musicales.

“Entre la dotación de instrumentos y micrófonos, hubo, fiel a mis marcas favoritas, Beyerdynamic y DPA. Tuvimos un set de batería Ludwig de los años sesenta microfoneado con ambas marcas, un par de gabinetes para las guitarras eléctricas microfoneados con un par de micrófonos de listón Beyerdynamic; había guitarras Gibson, Fender y Gretsch, un set de percusiones con las dos marcas, un piano de gran cola con DPA y una rica selección de teclados vintage”.

“La voz fue grabada con un micrófono Electro-Voice RE20 y toda la orquesta de cuerdas fue grabada con DPA”.

“Mi carrera en 25 años se ha realizado mayormente en grabaciones en vivo en recintos y salas del país; siempre me he encontrado con problemas de mal cableado, salas con muy mala acústica, mala microfonía, problemas de spliters y demás. En el CCRC me tocó diseñar el protocolo de grabación, seleccionar e implementar los equipos. Concretamente, en este protocolo de producción y de grabación busqué que ningún factor fuera del musical me preocupara; todo el equipo de grabación está parchado y conectado 24/7, personalmente lo reviso y le doy mantenimiento preventivo una vez al mes para evitar sorpresas al momento de grabar, así, cada vez que voy a grabar, sé que todo está en óptimas condiciones para lograr hacer el mejor trabajo posible”.

Finalmente, mi principal aprendizaje en este proyecto fue que grabé una orquesta sinfónica y un DVD el mismo día. Y fue muy satisfactorio, porque fue un proyecto en que el público no dejó de cantar ni un solo minuto, lo cual lo hizo muy emotivo y especial”.