El festival Burning Man es un evento anual de siete días de duración que se desarrolla en Black Rock City, Nevada, Estados Unidos, que, entre otros elementos, presenta carros alegóricos (Art Cars), equipados con audio e iluminación profesional, que en su conjunto, brindan un espectáculo diverso en medio del desierto. El festival tiene la característica de ser un ejercicio tanto de supervivencia como de conciencia espiritual y desde 2012, el artista Pablo González comenzó participando en el festival con un peculiar Art Car que lleva por nombre Mayan Warrior. Después de su primera incursión en Burning Man, el carro ha sufrido una serie de modificaciones que han pasado incluso por el trabajo de un artista como Alex Grey, además de estar equipado con equipo de audio de d&b audiotechnik.
Desde la cultura maya
Mayan Warrior fue el proyecto que abrió la participación de Pablo y su equipo en el festival; sin embargo, para la edición de este año, el artista se embarcó en otro proyecto: Ilumina, una estructura de arte interactiva que resultó todo un éxito en su aplicación dentro del evento. En entrevista, Pablo explica el desarrollo de ambos proyectos y los detalles de su equipamiento:
“Desde muy joven empecé a trabajar con la música, hice eventos como promotor, trabajé en radio, tuve un estudio de grabación y en 2000 inauguramos otra estación; entonces tengo experiencia en diseño de audio, estudios de grabación, radio y publicidad. Luego estuve en televisión como director de producción de MVS, de donde salió EXA TV y grabamos muchos conciertos con unidades móviles. Todo el tema de switchers de video, cámaras y transmisiones satelitales me gustó mucho, y también tomé cursos de ingeniería en audio. Por estar involucrado en esto pude adquirir conozco uno de los primeros equipos de d&b audiotechnik que hubo en México”.
“Toda esta experiencia se cristaliza en el festival de Nevada, que sucede cada año”, menciona Pablo; “en donde los participantes aportan todo lo que allí sucede. Éste lleva 35 años de realización y comenzó en una playa, pero por cuestiones de tamaño lo tuvieron que mandar al desierto (Black Rock City), que hemos visto en videos y comerciales, con carros alegóricos sobre un suelo agrietado, muy icónico. Y bueno, la primera vez que estuve ahí como espectador fue en 2011. Me llevó Paolo Montiel, diseñador de iluminación, y sigo yendo, ahora con estos proyectos”.
“De alguna forma, todos los que estamos involucrados en esto y quienes estamos en esta industria, vemos este festival como el arenero gigante para adultos, en el que todos hacen sus proyectos creativos y en donde se engloba muchas disciplinas. Todo es experimentación y proyectos personales. No hay marcas, no hay motivos comerciales. Este festival es completamente contracultural y la gente aporta sus talentos; por ejemplo, en pláticas de TED, yoga y demás. El evento reúne a personas de muchas empresas en una especie de recreo… la gente de Google se conoció ahí. Burning Man es semillero de muchos talentos y proyectos”, comenta.
“Todos quienes nos dedicamos a algo relacionado vamos hacia allá y es muy interesante. Todos los proyectos que se gestan fuera de la caja ahí se cohesionan, sin clientes que pidan las cosas de una manera específica. De hecho, uno de los fundadores de Color Kinetics es otro de los fundadores de otro Art Car, uno de ellos comenzó a formar sus LEDs en el festival, que después fueron comprados por Philips”.
“Respecto a Mayan Warrior”, señala Pablo González; “lo creamos en 2012 y representa raíces mexicanas tanto de la cultura huichol como la maya y elementos de geometría sagrada (Crop Circles), todo mezclado con tecnología actual y un showcase de talento de la escena de la música electrónica en México. Nuestro talento es casi todo talento mexicano y esa es nuestra aportación al festival”.
Hablando de equipo, Pablo explica: “Éste comenzó con una camioneta extendida que tenía un sistema HK, con poca iluminación, básicamente puros LEDs. Para el siguiente año, se convirtió en un camión, con los mismos LEDs, pero ahora con un equipo d&b audiotechnik Serie V que acababa de salir: seis sistemas por lado con diez subs D-12 y amplificación D-12. Al final, terminamos con un Art Car que tiene una sofisticación técnica sin igual en unas condiciones muy agresivas: un desierto de sal sumamente alcalino que genera polvo fino capaz de dañar todos los electrónicos. Entonces, ha sido una aprendizaje de cómo armar el carro con todas las previsiones necesarias para que no falle”.
¿Cómo se prepara esta enorme cantidad de equipos y se transportan sus piezas? Pablo González comenta: “Burning Man dura siete días. Nosotros llegamos siete días antes y nos vamos tres días después, en condiciones en medio de la nada. Tienes que llevar todos tus recursos porque la ciudad más cercana está a cuatro horas de distancia, de forma que se convierte en un ejercicio donde todas las habilidades de supervivencia se ponen a prueba. El carro se va desarmado en un tráiler con un remolque de trece metros de largo especial para cargar la cabeza, una obra de arte que pintó Alex Grey, a quien le propusimos la intervención después de 2012. Después está el camión pequeño que se lleva los lásers y el audio: hoy tenemos diez gabinetes por lado Serie V más doce subs D-22, que están compactados en un espacio pequeño. Respecto a esto, creo que no hay otro carro tan pequeño, con esa potencia y además móvil; tiene su propia planta de energía”.
“El sistema d&b es el único que hemos utilizado en esas condiciones y nunca ha dado problemas, es impresionante. Y todo lo que ves en la computadora respecto al arreglo, las distancias y demás, todo está perfecto. Vale la pena usar d&b en ese sitio, aunque suene a locura, porque nadie usa esa marca en ese lugar dado que es famoso por “comerse todo”. Sin embargo, nuestro equipo ya lleva cinco años trabajando ahí, en una tarea de limpieza y reutilización que hacemos anualmente de manera escrupulosa. Ahí nos das cuenta de que las cosas de calidad se hacen para soportar condiciones complicadas”.
“En cuanto a iluminación, el carro utilizó este año once rayos láser de treinta watts, los más potentes que hay para exteriores”, explica Pablo; “por eso son tan visibles a tantos kilómetros. Mayan Warrior también está equipado con tanques de propano para las llamaradas. Esto último implica todo un tema al controlar el gas y la electricidad juntos, ya que si existen fugas y cortos puede ser peligroso. Si se ve el camión por dentro, es un submarino cableado por todos lados, al que le dedicamos meses de trabajo y que incluso cuenta con una cámara de refrigeración para la electrónica, misma que está protegida por una carcasa sellada contra el polvo. Cuando llega el carro a México nos tardamos tres meses en limpiarlo, ya que tenemos que abrir todo”.
“Actualmente es posible ver las grabaciones multicámara con switcher que dan testimonio de lo que está pasando durante el festival fuera, la gente, etcétera”, comenta Pablo respecto el equipamiento de video de Mayan Warrior; “el diseño del audio está a cargo del ingeniero Jesús Díaz y además lo opera. En total somos quince personas de staff, entre ingeniero de lásers, audio, video, iluminación mecánicos y demás. Ese camión es el resultado de unas cincuenta personas trabajando desde México. La curaduría de la parte musical la hace Damián Romero, quien produce el festival MUTEK, y Rebolledo, uno de los DJs más prominentes en la escena electrónica mexicana. Paolo hace la iluminación, Jesús el diseño de audio y todos, diseñadores de audio, arquitectos, ingenieros, mecánicos, todos somos mexicanos”.
Ilumina: la luz de la conciencia
Para esta escultura de grandes dimensiones, “todo parte igual, del concepto de geometría sagrada”, explica Pablo González; “hay un campo energético que todos los seres tienen, inclusive la Tierra, que la protege de las tormentas solares y que tiene esa forma toroidal. Esa forma la tienen también los árboles y el aura energética del ser humano. Siempre es el mismo flujo, una energía que sube, se esparce y regresa. La estructura de Ilumina es la forma interior del Torus, representando la conciencia energética de todos los cuerpos en el Universo”.
“El tema fue, ¿por qué no hacer una pieza de arte interactiva que reflejara la coherencia, que es la conexión cuantificable (en fase) que existe entre el corazón y el cerebro, de un grupo de personas?”, se pregunta Pablo; “porque son seis personas las que se sientan en una especie de cabinas y que se conectan en tiempo real, se promedia la coherencia colectiva y al mismo tiempo dispara catorce niveles de música y catorce niveles de iluminación: el servidor, después de promediar, dispara a Ableton Live y éste a su vez dispara, vía MIDI, al software de iluminación Madrix. Entonces se puede ver la coherencia de todo el grupo y entre más conectados estén individualmente entre sí, más luz enciende la estructura y más se escuchan los distintos niveles musicales. Es como un feedback gigante de estar en armonía, generada entre las personas. Entre más coherencia tienes, más brillo hay.
‘Bienvenidos, soy Ilumina’, comienza diciendo la escultura, siempre hablando en primera persona”.
En términos de equipo, comenta Pablo, esta estructura cuenta con: “460 lámparas LED Elation, de las 6 en 1: RGBWA+UV, con lo que ya puedes hacer mezclas de color muy buenas. También cuenta con muchos iColor Flex LMX, de Color Kinetics. El audio es un arreglo d&b audiotechnik Serie T-10; seis por lado más cuatro V-12 encontrados uno a uno, un diseño que también hizo Jesús Díaz y que entrega un audio homogéneo, sin peines y sin cancelaciones, precioso, muy inmersivo”.
“El protocolo fue IP 65 en todas las luminarias. Y en el caso del audio, todo a prueba de agua. De eso se trató la escultura, con idea mía, pero con colaboración de especialistas en cada área. Es una idea que integra tecnología con espiritualidad y consciencia. Hemos recibido muchas llamadas de gente que quieren llevar la escultura a distintas partes del mundo y estamos pensando cómo hacerlo”.
“El montaje de la estructura utiliza otro tráiler y tres grúas trabajando durante ocho días. Para armarla éramos diez y en su operación, quince personas, turnándonos para facilitar la experiencia a las personas. Los sensores fueron proporcionados por la gente de HearthMath. La reacción de la gente en el festival con Ilumina fue buenísima”.
“Lo que me llevo de Burning Man es la colaboración y la comunidad, factores cruciales en cualquier proyecto creativo. Esta sensación de ayudarse es lo mejor en este festival, porque ahí no hay propósitos comerciales. Es pura colaboración, cosa que hace muy limpio todo. Se recibe una cosa de otra frecuencia. Es muy enriquecedor a nivel personal”, concluye Pablo.
Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Michel Loeza