El tocadisco

Con fondo tropical se escucha una voz: “Y cómo no, poco a poquito vamos a dar la más cordial bienvenida a toda esta gente bonita que hoy está disfrutando de este gran evento…vamos a brindar el primer tema del Sonido Fajardo”, show que se realiza en el quiosco del Peñón de los Baños de la Ciudad de México. El locutor dice: “¡Oye nomás qué tema!”. La música suena y siguiendo la letra dice: “Y todo me gusta de ti”; sigue la música sonando, toda la gente en la calle bailando, disfrutando y compartiendo el sonido característico de “El tocadisco”… Sigue con su locución, diciendo: “Báilalo que báilalo, cigarrita…éste es el Sonido Fajardo”.

Los sonideros son un fenómeno gigante de la cultura musical mexicana. Viene de la tradición del DJ de barrio —hay mucha similitud con los Sound Systems de Jamaica o con la tecnobrega brasileña— pero en realidad pienso que son más que una corriente, ellos son una identidad cultural urbana y no tiene que ver sólo con la cuestión de ser propietario de un sonido o poner música; ¡esto va mas allá!

Ellos se originaron en los años cuarenta y cincuenta, amenizando fiestas de quince años, bodas y días festivos, cuando personajes muy interesantes y verdaderos melómanos del barrio sacaron sus tocadiscos a la calle para compartir su música. Al llegar la década de los sesenta fue cuando se formaron oficialmente “los sonideros”, o como antiguamente se les llamaba: “El Tocadisco”; los vecinos de los barrios de Tepito, la Obrera, la Buenos Aires y El Peñón de los Baños, conocido como Colombia Chiquita, se comenzaron a reunir en los patios y calles de estas colonias y así fue como surgió este interesante movimiento urbano, cuya función principal fue ser el entretenimiento de la clase trabajadora, quienes tenían que esperar toda la semana para poder salir a bailar y relajarse. Considero que la razón más importante de la existencia de los sonideros fue que mostraban música inédita, la cual ellos mismos traían de sus viajes a diversos países de Sudamérica, como Colombia y Perú, entre los más populares, además de fungir como radiodifusoras ambulantes, porque daban a conocer la música chimeca y colombiana que se adoptó en México como música chilanga. Los sonideros imprimieron su sello a los temas musicales porque personalizaban sus éxitos con los saludos, lo que representaba una ventaja de otros “pincha discos”. El creador de este sello fue El Sonido Rolas, originario de San Juan Aragón, para quien una melodía sin saludos es una melodía fría y ajena al barrio.

“Fue como en 1979. Hice mi primer viaje a Colombia en busca de nueva música para hacer mi sonido y regresé con más de cuatrocientos acetatos. Yo soy una persona respetuosa y luchona y me aventé a hacer mi propio sonido”, platica Manuel Perea, del Sonido Fascinación.

¿Cómo suenan los sonideros?
En un inicio, utilizaban el “equipo de sonido”, que era el tocadiscos con algún altavoz de poca potencia, por lo que no podían sonar muy fuerte, ni tampoco cubrir grandes áreas de escucha.

“Recuerdo que en Tepito, de donde yo vengo, en los años sesenta alquilaban el ‘equipo de sonido’, un tocadiscos con una ‘trompetita’, una bocina y su amplificador de bulbos de 25 watts marca Radson, y además ya venia integrado el tocadiscos; ahí es donde poníamos los discos de 33, 45 y 78 revoluciones por minuto, de esos que no se rompen tan rápido porque eran de carbón”.

Al paso de los años, comenzaron a tener mayor popularidad en sus eventos, así que gracias a la pasión, necesidad y falta de recursos, estos personajes tan característicos comenzaron a crear sus propio “sonido”; esto es, hacer sus propias bocinas (también conocidas como “hechizas”), por ejemplo , “los roperos”: un arreglo de cuatro subwoofers colocados en un cajón o estuche. También estaba “el poder”, que eran los amplificadores que se conectaban a las bocinas pasivas que ellos mismos hicieron o modificaron, y además fabricaban sus propias luces, que les llamaban “cajas de luces” o “torretas”.

Con el paso de los años, los sonideros crecieron en producción de eventos y actualmente tienen sistemas de sonido lineal, además de que algunos cuentan con equipos originales, pero muchos siguen fabricando sus propios componentes. Los arreglos que han inventado con su peculiar ingenio mexicano de barrio han sido muy famosos.

¿Y cómo es esto?
Los sonidos son eventos (“tocadas”) masivos, por lo que requieren cubrir una mayor área de escucha y es por esto que algunos sonideros colocan trompetas repartidas por todo el lugar, pero actualmente cuentan con una mejor producción y un sonido poderoso capaz de cubrir áreas muy grandes como un festival y su sello característico de barrio.

La historia musical de los sonideros es fascinante, ya que fue la música exclusiva lo que los ponía a competir, esto es: a más y mejor variedad de canciones, tenían mayores contratos y solicitudes para tocar en más fiestas. Un sonidero con música exclusiva obtenida por él mismo o comprada a un intermediario obligaba a guardar en secreto el nombre de las canciones, el de los grupos musicales que las interpretaban, la nacionalidad y la marca de los discos que las contenían. Que ningún otro conociera esa información era una ventaja.

En los barrios podemos ver las bardas repletas de los anuncios particulares con nombres extravagantes que anunciaban a los artistas, que en este caso son las personas que ponen la música. Yo recuerdo verlos pegados y me preguntaba qué es lo que pasaba en estos lugares, pero dudaba que hubiera una buena oferta musical que yo considerara de calidad; es más, para muchos, el prejuicio e ignorancia los hacen pensar que esos eventos son de total mal gusto. Estaba muy equivocada.

Hay sonideros dedicados a la salsa y a los sones, como el son montuno (género de música cubana), a los danzones, la cumbia y al HIGH-NRG (High Energy), con el Sonido Polymarchs entre los más conocidos y populares.

La cumbia es en particular un género que me llamó mucho la atención; la cumbia sonidera tiene una ramificación propia y surgió en 1993, de manera paralela a la cumbia andina mexicana; es hasta 1995 cuando se comenzó a extender su popularidad. La cumbia sonidera empezó a ser internacionalmente conocida entre 1996 y 2000; su primera aparición fue en el LP de la Sonora Dinamita, llamado “Inimitable”, de 1980, autoría de Luis Cedrón (Lucho Argaín), con el que se escuchó por primera vez el término; sin embargo, el tema musical no representó lo que hoy se conoce como el estilo sonidero, ya que se trataba de un tema al estilo de la banda, únicamente haciendo referencia a este ambiente.

Ahora bien, los orígenes de los sonideros se remontan a décadas atrás, cuando los hermanos Perea, originarios del pueblo Peñón de los Baños formaron un “Disco móvil”, donde surgieron los sonideros “Fascinación” y “Arcoiris”, quienes exponían LPs de diversos ritmos tropicales de grabaciones realizadas en el Caribe y Sudamérica principalmente, catálogo musical que no era comercializado en México y con el cual se distinguieron entre otros que se dedicaban al ramo, lo que sería el detonante para la aparición de otros sonideros en el mismo lugar.

Volemos al norte de México, a Monterrey, ciudad donde se desarrolló una diferente aproximación e identidad cultural gracias a la cumbia colombiana, que derivó en el concepto llamado “Los colombias”.

Gabriel Duéñez, famoso sonidero de la colonia Independencia, de Monterrey, comenta: “La cumbia y el vallenato nunca morirán; yo llevo 35 años como sonidero. La raza nos ayudaba a cargar el sonido entre las veredas para llevarlo a las fiestas”. Los más famosos artistas de este género son Paco Silva, Celso Piña (QEPD), y Mariano Leja, entre muchos más.

Los colombias tienen un baile, peinado y vestimenta muy peculiar, ejemplificado en la película “Ya no estoy aquí”, dirigida por Fernando Frías.

Por otra parte, la llamada “cumbia rebajada” (música reproducida a menos revoluciones, con tonos más bajos y lentas como las principales características de este movimiento), tuvo un origen accidental, cuando en un evento del Sonido Duéñez, el control de las pulsaciones por minuto del reproductor musical se averió y comenzó a interpretar la música con menor velocidad, dando resultado un ritmo “más rebajado, más aguado”.

¿Por qué se arraigaron con tanta fuerza la cumbia y el vallenato de Colombia en Monterrey? Hay varios puntos relacionados a la música norteña como el acordeón; no podemos imaginar estos ritmos en tal país sin este instrumento. Otra similitud son las historias que cuentan, de una manera parecida a los corridos norteños.

Están tocando “Las Amazonas”; en la pista bailan dos chicas de unos 16 años, vestidas con el mínimo de ropa y con tacones altísimos… bailan suavemente abrazadas de forma sensual; este estilo de música se baila dando pasos pequeños y bajando de puntitas hasta casi tocar el piso, para después ponerse de pie como si nada.

El Tequendama de Oro
Se trataba de un premio que se otorgaba a lo mejor de la música tropical de sonideros. Este gran reconocimiento sólo se llevó a cabo en los años ochenta, con la edición de varios LPs de Discos Peerleess. La imagen de este premio es una figura antropomorfa y un murciélago-jaguar hecha de oro, junto con el ícono colombiano El Salto de Tequendama.

Algunos sonideros que obtuvieron este reconocimiento fueron La Changa, Arcoíris, África, Fajardo, América, Mérida, Peque, Porfis, Fango, Fascinación y El Rolas, y llevaba la gran leyenda: “Este ejemplar es una recopilación de los super-hits que han llegado a formar el Disco de Oro, dedicado muy especialmente a los equipos de sonido. Sabroso elepé que será factor indispensable en todas las pachangas. ¡Aprovéchelo!
Que siga el ruido y que no para el baile….

Ingeniera de sonido, sistemas de audio en sala y monitores con más de quince años de experiencia; ha colaborado con artistas y producciones distinguidos en más de veinte tours a nivel nacional e internacional. Ha mezclado para artistas como Kool & The Gang, Gloria Gaynor, Natalia Lafourcade, Mon Laferte y León Larregui. Actualmente se encuentra realizando mezclas en formatos de sonido inmersivo. Es cofundadora de la empresa 3BH, que desarrolla proyectos de integración tecnológica para estudios de post-producción y música en México y Latinoamérica y a partir del 2016 comenzó a representar a la organización Soundgirls.org en México, apoyando a las mujeres a profesionalizarse en la industria del espectáculo.