Centavrvs, a la caza de una identidad

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Tras grabar un par de EPs (Pacífico y Aniv de la rev), el cuarteto mexicano Centavrvs tomó la decisión de grabar Sombras de oro, un LP integrado por doce canciones que consolidan al combo como una de las propuestas más interesantes en el panorama de la música manufacturada en México. “Nuestro plan era consolidar el sonido del grupo –explica Demián Gálvez (voz, bajo y guitarra y quien también toca en Los Dorados)-, porque uno puede pasarse la vida sacando EPs, pero la dinámica de elaborar un álbum completo es muy enriquecedora, desde vivir jornadas largas de grabación hasta llegar al estira y afloja del proceso de mezcla”. Pero, antes de detallar el proceso de creación del disco, ¿a qué suena Centavrvs? Ellos mismos responden: “hacemos música electrónica regional mexicana, un concepto que más o menos te da un norte de qué sucede con nuestro sonido. Porque echamos mano de música mexicana del pasado para combinarla con ritmos latinoamericanos y cierta experimentación sonora; todo con la intención de crear una identidad mexicana”.

Locaciones variadas, sonido homogéneo

Grabado en La Cueva Estudio con el ingeniero de grabación Axel Valero, Sombras de oro fue producido por el propio grupo con la ayuda de Toy Selectah. El grupo ya había aprovechado las instalaciones de La Cueva cuando Denise Gutiérrez (Hello Seahorse!) lo acompañó haciendo voces para el EP previo del cuarteto. Respecto a Axel, se trata de un talento que prácticamente ha estado al lado de la agrupación desde el nacimiento de ésta, pues lleva el sonido de sala cada vez que el grupo se presenta en directo. El proceso de grabación del plato más reciente arrancó con las maquetas sonoras que tuvieron lugar en diversos estudios caseros, donde se registraron todos los elementos electrónicos que finalmente formaron parte de la grabación; es decir, aquello que no era necesario trackear con micrófonos de por medio. Después, vendría el momento de internarse en el estudio con la compañía de voces, bajos, guitarras, acordeones y  percusiones.

Demián explica que “las canciones ya estaban terminadas cuando llegamos al estudio. En realidad, componer los temas sí nos tomó un tiempo más amplio que la grabación de los mismos, quizá tres meses. Fuimos sumando capas y capas de instrumentos y texturas hasta alcanzar nuestra meta”. En ese sentido, vale la penar recalcar la canción que le da nombre al disco, en la que los creadores pasaron horas con los pedales para guitarra, coloreando la composición: “ese tema fue el que más cambió a lo largo de la grabación y curiosamente con el que empezamos a trabajar y el última que terminamos de grabar. Además, fue el primer sencillo que lanzamos al aire”.

“Dejamos un par de maquetas fuera –comenta el cantante del grupo-, pero al llegar al estudio ya no descartamos nada, teníamos bien claro qué iba a quedarse en el disco: doce temas bien ensayados. Gracias a Axel Valero tuvimos acceso a un estudio que aprovechamos en su totalidad, algo que no habíamos hecho antes, pues trabajábamos de modo casero”. Los músicos se encerraron alrededor de tres semanas bajo las leyes acústicas del sitio; “llegábamos alrededor de las once de la mañana para terminar ya entrada la madrugada. Empezamos haciendo bajos, luego guitarras, después invitamos a Antonio Aguilera a tocar percusiones y finalmente llegaron las voces, acompañadas de acordeones y detalles extras”.

clown005Felicidad: dedicarte a lo que más te gusta

El sonido de Centavrvs tiene la virtud de que, a pesar de contar con elementos electrónicos, mantiene sus pies anclados a instrumentos orgánicos. Para esta ocasión, el arribo de un percusionista fue definitorio en la formación del perfil del disco, así como la adhesión de una guitarra chamula que formó parte del elenco sonoro gracias a que alguna etapa de la concepción del disco tuvo lugar en Chiapas. Este par de ejemplos permiten apreciar la variedad de instrumentos “reales” que formaron parte de la grabación y cómo estos terminaron cohesionándose con los de corte virtual, como la batería.

Para el grupo, entrar al estudio de grabación es una de sus actividades favoritas: “es muy divertido, así lo vemos. Dedicarte a lo que más te gusta en la vida; llegar, sacar un buen sonido, eso es todo. Experimentar nuevos sonidos, tener la oportunidad de darse rienda suelta y de pronto apretar Rec para registrar lo que se nos ocurrió improvisando. Todo eso fue muy interesante. Comíamos y cenábamos en el estudio. Convivimos todo el tiempo, unidos y muy cómodos, sorprendiéndonos al descubrir cómo iba creciendo nuestro sonido poco a poco, porque a pesar de que ya contábamos con una idea preconcebida de cómo sonaría determinado tema, era increíble notar el modo en que todo cambiaba, especialmente, como ya mencionamos, gracias a las percusiones. Fue un proceso emocionante, esa es la palabra”, comenta Demián.

Para “entibiar” la señal, los músicos “calentaron” algunos instrumentos con un preamplificador de bulbos; aunque no lo hicieron, por ejemplo, con todos los teclados. En realidad, sólo aprovecharon las cualidades del bulbo en aquellos pasajes ricos en armónicos, los ideales para excitar determinadas frecuencias. Y así como el propio Demián, Alán Santos, Francisco Martínez e Israel Gómez tomaron decisiones técnicas juntos, también eligieron el camino artístico que más les pareció apropiado para su temario con el auxilio efímero de Toy Selectah. “Produjimos nosotros mismos porque contamos con una buena dinámica grupal a la hora de producir material. Es decir, procuramos darle voz a nivel práctico a todos los integrantes del proyecto. Finalmente Toy Selectah no pudo estar en el estudio el tiempo que hubiéramos deseado; aunque sí anduvo checando el proceso de producción de Sombras de oro, ahí se siente mucho su mano. En realidad, se inmiscuyó más en el proceso de mezcla al lado de Frank “El médico” Rodríguez (específicamente en los tracks 1, 2, 4, 8, 11), un ingeniero con el que él trabaja regularmente, así que con él sostuvimos una retroalimentación vía correo electrónico durante  mezcla. Toy es alguien muy ocupado que nos hubiera gustado se involucrara más en el estudio, pero bueno, los resultados son buenos y eso es lo que importa”.

Ahondando en la etapa de mezcla, ésta tuvo lugar en varios lugares. Frank laboró en Miami (Vanquish Studios, Florida) y México (Estudio TRECE Tampiquito Garza García, en Nuevo León); el resto fue tratado por Alán Santos y Axel Valero en La Cueva. “Al principio fue difícil intercambiar ideas con Toy y Frank vía email –comenta el también guitarrista-, así que finalmente los temas que nos gustaron cómo quedaron hechos se quedaron; los que no, pues fueron mezclados a nuestro modo, en México”. Concluir la mezcla de los diez temas que integran Sombras de oro tomó alrededor de dos meses. El trabajo a larga distancia afectó un poco el proceso, pues -según Demián apunta- “no hay nada como estirar la mano y moverle a las perillas; en cambio, mandar tres mails para darte a entender no es tan simple”.

La masterización del disco se llevó a cabo en Sonic Ranch, con Marco Antonio Ramírez, quien fue “muy profesional al hacer su trabajo, además de puntual. Respetó mucho nuestro sonido. Su trabajo consistió en unificar las diferentes mezclas con las cuales contábamos. Y decimos que fue puntual con su labor porque sucedió que ya teníamos el tiempo encima cuando le dejamos el disco. Imagínense que le pasamos las canciones un viernes y él apenas contaba con el fin de semana para masterizarlo porque el lunes ya se iba a maquila”.

Finalmente, la meta que el cuarteto tenía en mente se cumplió: concretar un trabajo de calidad que plasmara sus ideas musicales con eficiencia sin que esto significase sacrificar experimentación, búsqueda. “La creación de Sombras de oro nos ayudó a encontrar un sonido como grupo –remata Demián- y para nosotros eso es lo que de momento nos importa más”.