Fue DJ de lugares legendarios como La Boom en la Ciudad de México y también de los clubes que hicieron época en playas como Ixtapa, Puerto Vallarta y Cancún. Su llegada a Grupo Zeta con Joaquín Díaz —quien fuera productor de W Radio—, le abrió las puertas a la producción de sonido, donde empezó de cero, con pasión y disciplina. Sergio Díaz construyó un estilo: ese que le llevó de los comerciales al cine para colaborar junto a Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón, siendo éste último con quien recreó la memoria sonora de la multipremiada cinta “Roma”.
De la tornamesa al software
Tras más de una década como DJ en las discos de una importante cadena de hoteles y la conformación de una familia, para Sergio vino la búsqueda de otro ritmo de vida, considerando incursionar en la producción de sonido:
“Quería disfrutar a mi familia con horarios más convencionales. En ese entonces conocí a Joaquín Díaz, quien era DJ del Magic Circus y productor en W Radio y que luego abrió una casa productora de publicidad, Grupo Zeta. No sabía nada de este medio, así que me pasé dos meses sumergido en libros y en la computadora, porque lo que conocía de la manipulación de sonido era análogo. No tenía este contacto con la edición no lineal y tuve que aprender mucho. Mi hermano es informático, con él aprendí las bases de la computación y me recomendó libros de ingeniería de sonido; tuve acceso a conocimientos con los textos de José “Chilitos” Valenzuela, gran ingeniero, y esa fue mi base para entrar de lleno en la práctica en el día a día”, menciona.
“Usaba las computadoras de la empresa: Llegaba muy temprano a la oficina y trabajaba tres horas aproximadamente. Tomaba comerciales ya hechos y los iniciaba de cero. Un día llegó Martín Hernández, director de la compañía, me vio haciendo ese trabajo, lo revisó y le gustó; estaba muy sorprendido por lo que había hecho. Le dije que quería crecer en ese terreno porque me apasionaba y quería aportar creativamente a la empresa. Quedé contratado en esa área y a partir de ese momento me metí en el mundo del audio para publicidad, hice muchísimos proyectos y luego empecé con el cine. Mi primera película fue “21 Gramos” con Alejandro González Iñárritu; esa película me abrió muchas ventanas como diseñador de sonido. Empecé editando y supervisando diálogos de las películas donde trabajaba Martín; ambos fuimos evolucionando y me convertí en supervisor de sonido de proyectos. Luego de una década en Grupo Zeta decidí tomar mi propio camino y abrí en 2009 mi propia compañía”.
“Mi primera película fue ‘21 Gramos’, con Alejandro González Iñárritu; esa película me abrió muchas ventanas como diseñador de sonido. Empecé editando y supervisando diálogos de las películas donde trabajaba Martín Hernández; ambos fuimos evolucionando y me convertí en supervisor de sonido de proyectos”.
Talento y disciplina abren puertas
La llamada de los directores mexicanos de más proyección y en Hollywood vino no sólo por su talento. “Te tienes que superar a ti mismo. Ese es uno de los logros más grandes que hoy estoy disfrutando. ¿Cómo llegué a ese punto? Siempre tuve la conciencia de que debía hacer las cosas lo mejor posible, sin importar el proyecto: pensar que éste va a estar ahí para toda la vida, irá tu nombre y si tienes interés por el arte y lo que haces, realizarlo lo mejor posible. Ese nivel de excelencia es el que buscamos en cada departamento de sonido. Trato de pasar esa filosofía de trabajo y quienes se conectan son quienes actualmente colaboran conmigo. Sé que somos afortunados de estar en un circuito donde muy pocos logran llegar. Si puedes aportar un granito de arena en este universo del cine hay que hacerlo con amor y pasión. Lo demás llega. Se trata de aspirar y trabajar por conseguir la excelencia”.
Para estar al día en una industria donde la innovación y premisa digital producen cambios constantes, la vía para el aprendizaje está en compartir con los colegas: “Mantengo comunicación constante con colegas, tanto en Estados Unidos como Europa. Uno de ellos es Vincent Arnardi (mezcla de sonido, Amelie) e intercambiamos lo que está tendencia. Es interesante ver cómo mucho de lo que está en boga es provocado por uno: se acercan los fabricantes de equipos en Los Angeles y San Francisco, nos piden retroalimentación para mejorar y eso hace que entre toda la comunidad hagamos crecer la industria”.
Sergio Díaz conoció a Alfonso Cuarón en una comida junto a Guillermo del Toro y el actor Ron Perlman (“Hellboy”), pero sería su trabajo en la cinta “Desierto” de Jonás Cuarón la que llamó la atención de Alfonso y abriría la ventana para ser parte de la filmación de “Roma”.
“Roma”, construir la memoria sonora
Sergio Díaz conoció a Alfonso Cuarón en una comida junto a Guillermo del Toro y el actor Ron Perlman (“Hellboy”), pero sería su trabajo en la cinta “Desierto” de Jonás Cuarón la que llamó la atención de Alfonso y abriría la ventana para ser parte de la filmación de “Roma”.
Tras la invitación, seguirían cinco meses de preproducción, la exploración previa para capturar sonidos y tener una galería propia. Luego siguió la filmación, que tomó 18 meses: rodaje, exploración, edición y propuestas: “Las memorias de Alfonso fueron el concepto sonoro de la película. Era muy preciso con lo que requería. De pronto eran tantas las opciones que le mostrábamos, que le venían otros recuerdos y de esos había que buscar otras propuestas. Un enorme desafío porque de ahí venían todos los submundos de la película. Cada uno tenía una clase social distinta y lo que teníamos como tarea en cada escena no era sólo mostrar lo que estaba a cuadro, sino también lo que estaba fuera de éste”.
“Para Alfonso era muy importante tener esa continuidad de sonido, como en la vida real. Hicimos muchos castings para tener esas personas que, por ejemplo, en las escenas que grabamos en Ciudad Nezahualcóyotl, convocamos a una comunidad exclusiva para hacer toda la recreación en el estudio de grabación con conversaciones que se oían atrás de los personajes principales. Había una historia que se contaba todo el tiempo, con distintas personas en diferentes momentos y geografías de la película. Eso nos permitió tener una realidad viva en cada momento de la película y por eso es tan inmersiva. Sabíamos que se grabaría en la mayor calidad con Dolby Atmos para tener esa limpieza y pureza del sonido, y teníamos todos los elementos por separado. De esa forma tuvimos un mundo de sonidos que podíamos distribuir en la sala y jugar con perspectivas en diferentes planos. Mi tarea fue conseguir que los sonidos también les hicieran sentir cosas a la gente en cada escena, transmitir emoción”.
La postproducción de audio de “Roma” se realizó junto a Craig Berkey y Skip Lievsay, “verdaderos monstruos de esta tarea, su conocimiento técnico y ritmo para hacer con tal calidad las cosas, me dio gran conocimiento y experiencia”.
La post producción se realizó junto a Craig Berkey, el otro supervisor de sonido y su equipo, “verdaderos monstruos de esta tarea, su conocimiento técnico y ritmo para hacer con tal calidad las cosas, me dio gran conocimiento y experiencia. Ese proceso tomó otras diez semanas, la mezcla se hizo en Inglaterra y luego nos movimos a Los Ángeles para concluir”, afirmó.
Tras culminar la colecta de premios en la filmografía mundial, con tres de las diez nominaciones al Oscar (Mejor Película Extranjera, Mejor Director y Mejor Cinematografía), “Roma” significó un parte aguas para la narrativa y producción técnica de cine hecha en nuestro país:
“Nadie vio venir el fenómeno de la película: rodada en nuestro idioma y en mixteco, que haya trascendido con esa brutalidad, todo el mundo la abrazó y la hizo algo universal porque es una historia muy humana. Hubo un alto porcentaje de amor y pasión, Alfonso demandó mucha atención. Si aplicamos esto como filosofía en todo, subiremos un escalón que nos haga muy competitivos. Es uno de nuestros grandes sueños, al igual que contar historias que sean más allá del narco: tenemos grandes escritores y la oportunidad de narrar otras historias increíbles que necesitamos dar a nuestro cine”, concluye convencido Sergio.
Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco