Para ser visto, hay que saber verse a uno mismo. ¡Pánico escénico!

“¿Estás bien?”, preguntó el famoso y aclamado productor musical.

“Sí, ¿por qué?”, contesté tranquilamente, tratando de que no se me notara el miedo. La quijada me temblaba sin control y me sudaban las manos, mientras disimulaba tocar los trastes de mi guitarra. Sentía que me ahogaba en silencio, al tiempo de no poder salir corriendo del estudio de grabación. Ir al baño me hubiera ayudado, pero no había escapatoria alguna; mi aparente y enmascarada tranquilidad denotaba una seguridad a la que debía corresponder de manera congruente. Los síntomas del pánico me habían tomado por completo y ya había logrado verme y que me vieran con tranquilidad. Para mi tormento, se puso peor la situación cuando el famoso productor agregó con gentileza:

“Muy bien, entonces quiero que improvises en este momento unos cinco arreglos diferentes de guitarra, por favor”.

“¿Cómo?” Respondí sorprendido.

Yo nunca había grabado un disco, mis apenas 19 años de edad prometían un gran talento a desarrollar y la expectativa de lo que se esperaba de mí en el estudio de grabación, me superaba. Me tardaba una semana entera para componer un arreglo de guitarra, entonces me quedé petrificado. Sergio Silva, el cantante de mi grupo Kerigma y mi mentor en esos años, se dirigió de manera discreta hacia donde yo estaba para intentar salvarme y me comentó:

“Debes entender que Memo Méndez Guiú trabaja con los mejores guitarristas de Los Angeles, California, y para él es normal lo que te pide”.

Yo sabía que la fama de Memo era un agravante psicológico más para mi paralizante angustia.

Emociones en la industria de la música y el espectáculo

La ansiedad es un estado emocional de temor, tensión y sufrimiento ante un peligro real o imaginario. Por otro lado, la angustia causa malestar físico, sensación de sofoco, sufrimiento mental e incluso tristeza y también está relacionada con el miedo irracional, la desesperación y la incertidumbre. Ambos malestares alteran la respiración y el tratamiento que ayuda son la psiquiatría y las psicoterapias. Ante las experiencias de miedo extremo, como la sobrevivencia y el peligro, donde no hay oportunidad de pensar y se es tomado por sorpresa, nuestro sistema nervioso reacciona de distintas formas; tres respuestas corporales básicas son quedarse paralizado, huir o atacar y no son racionales, sino automáticas e impredecibles según la situación a enfrentar.

Paralizarse suele sucederle a alguien que será atropellado, por ejemplo, cuando el miedo es tal que la persona se queda congelada. Correr o huir tiene sus variantes corporales y psicológicas; hay quien logra escapar físicamente de un peligro y salir corriendo, pero si no lo logra, se escapa de manera psicológica o mental a otro lugar imaginario, mientras su cuerpo permanece en la escena traumática. Por último, atacar o golpear es una respuesta impulsiva que surge espontáneamente para alejar o destruir a la amenaza externa antes de que ésta pueda destruirlo a uno. Todos los seres humanos necesitamos, en mayor o menor medida, de estos mecanismos de respuesta para salvar y cuidar nuestra integridad y no resultan necesariamente buenos o malos, sólo reaccionamos.

Encontrar lo que genera ansiedad o angustia

Nunca podemos predecir cómo vamos a responder ante un peligro. Por ejemplo, en los protocolos de Protección Civil para preservar la seguridad de un lugar público, se indica la salida de emergencia, ruta de evacuación, extintor y demás con símbolos y colores, ya que estos son más fáciles de abstraer, mirar y comprender ante la desorientación y el miedo. Los militares SEAL estadounidenses, así como muchos ejércitos, entrenan bajo el agua, al extremo de alcanzar las patologías del terror y el miedo. Un instructor calificado hará lo posible para evitar que el soldado salga a tomar aire, lo que activa a la amígdala cerebral encargada de administrar los impulsos de respuesta emocional ante la sobrevivencia. Pero surge una pregunta: ¿para qué buscamos experiencias que precisamente nos dan miedo? Esto se debe a que algunas personas buscan repetir con obsesión aquello que estimula el miedo y el peligro.

Hemos descrito reacciones que nos protegen de peligros externos, pero ahora veamos los riesgos y peligros internos que nos generan ansiedad y angustia sin razón alguna, como los sentimientos, pensamientos y experiencias que almacenamos dentro de nosotros mismos; nuestros recuerdos e infinitas historias personales ya olvidadas quizás; experiencias de vida a veces placenteras y no tanto. Todos estos “contenidos y memorias” se quedan registrados en nosotros, algo así como el disco duro de una computadora que almacena la información. En ocasiones, esta información  escapa a nuestra comprensión cotidiana; sin embargo, se puede acceder a ellos desde nuestra memoria corporal, emocional y racional. Se dice que podemos alcanzar mayor profundidad en nuestras memorias a través de ciertas psicoterapias, meditaciones o prácticas orientales con algún fin práctico y didáctico, lo que promete ayudar a comprendernos y conocernos mejor.

Personalidades como Joaquín Sabina tuvieron que interrumpir un concierto por una crisis de pánico o ansiedad, aún con toda su experiencia; la cantante Pastora Soler sufre de ataques de pánico continuos y le pasó en vivo en televisión española. También Alejandro Sanz, Teresa Bergansa, Scarlett Johansson y Federico Chopin son referentes de pánico escénico, así como a cualquier persona le puede suceder en una conferencia, un examen, una entrevista, un estudio de grabación o un evento en vivo, sea artista, staff o ingeniero de audio, sólo por el hecho de ser visto y sobre todo, de sentirse observado.

En la mitología griega, el Dios Hermes concibió de manera ilícita a un hijo, mitad dios y mitad humano con la hija de Driope, llamado Pan, el cual fue abandonado por su grotesco aspecto en los bosques de Arcadia. Cuando Pan venía a asediar sexualmente a las hadas éstas salían corriendo, de ahí la palabra “Pánico”, su terrible imagen servía también para ahuyentar a los que atravesaban su bosque; los atenienses usaban a Pan para generar pánico en sus enemigos persas. De esta historia surgen varias preguntas con relación a ser visto y verse a sí mismo, ya que Pan sabía lo que su aspecto provocaba: ¿Qué diferencia existe entre verme a mí mismo y ser visto por otros? ¿Mis expectativas me traicionan o son las expectativas que otros tienen de mí lo que me asusta? ¿Quién observa a quién? ¿Si yo me observo, cómo se observan los demás con relación a mí? ¿Si yo observo desde mi posición, qué se observa desde otra posición? Estas no son preguntas fáciles; sin embargo, se puede jugar con ellas y por qué no, hasta indagar su significado y su aplicación en la psicología y la conducta humana para saber manejar mejor la ansiedad y la angustia.

Observar implica un acto consciente por parte del observador; por ejemplo: observarse a uno mismo en una plática. Albert Einstein relacionó el principio de observación a la política de su época. Le molestaba el estridente nacionalismo alemán; él decía que cada cultura tiene su propio valor, comprendió también que en la ciencia física no existen marcos de referencia privilegiados y que por lo tanto, las naciones no debían medirse entre sí con relación a sus privilegios. También sostenía que una persona que observa en cualquier sitio, tiempo o movimiento, tiene que deducir las mismas leyes de la naturaleza.

Para los profesionales de este medio…y todos los demás

El autoconocimiento profundo ayuda a verse a uno mismo. No todos sufren de pánico escénico, hay quienes disfrutan ser vistos y fluyen muy bien en los escenarios de todo tipo. El guitarrista Yngwie Malmsteen dice: “No hay nada de malo en ser famoso, siempre y cuando ames la música”. Un antídoto que contribuye a superar la ansiedad y el miedo patológico, es procurar que todo lo que hagas, sea lo más natural posible para ti. La ansiedad natural y cierta intensidad ayuda también a tener logros. Para observarte mejor, cuando entres al estudio de grabación o toques en un concierto, toma nota de tus expectativas, revisa si van más allá de ti y te rebasan. De ser así, detente y respira profundo, aprovecha y practica la honestidad de tus alcances. Si superas tus propias expectativas y te asombras de ti mismo de manera placentera y obtienes reconocimiento por ello, disfrútalo, ya que en ocasiones, algunas personas no creen ser buenas en lo que hacen y otras se sobre-estimulan ante el reconocimiento y tienen dificultades para enfrentar la frustración.

Por último, ten cuidado cuando te adulen en exceso o desees ser adulado en demasía. Observa tus necesidades de ser reconocido, ya que esto puede ser peligroso para tu autoestima, sobre todo, cuando la gente espera demasiado de ti y no estás al nivel de eso que proyectas. Sé verdadero y la gente sentirá que lo eres; permítete equivocaciones con aceptación y buen humor.

Sé bondadoso contigo mismo para abrirte a recibir retroalimentación y transformar tus carencias en oportunidades. Parte del origen de mi enfermedad, artritis reumatoide, proviene de la ansiedad y la angustia que viví de niño y mucho de mi buen estado de salud actual, proviene de lo que siento cuando experimento la música.

*Guitarrista, compositor y productor. Ex-guitarrista del grupo Kerigma (1989 – 1993), grabó el disco “Esquizofrenia”. Como solista, sacó su primer disco instrumental “Horizontes” en sound:check Xpo 2018. Psicólogo educativo, psicoterapeuta corporal y de pareja, conferencista, consultor en sexualidad, cuenta con el Postgrado CORE Institute of New York. Es empresario, filántropo, fundador y director de la fundación Más allá de la Adversidad AC, para apoyo de personas con enfermedades reumáticas.

Por Mérlindon Crosthwaytt*