Por Ferrer León*
En innumerables ocasiones hemos escuchado o leído a cerca del impacto tan profundo que tiene la música en el ser humano. Poetas, cineastas, científicos y artistas de diversas índoles han dedicado obras enteras a manifestar su importancia y expresar su respeto y admiración a la existencia de la música en nuestras vidas.
Un arte vital
La música tiene poder, mucho más poder del que comúnmente se cree; no solo es un medio de entretenimiento, sino también un lenguaje universal que puede transportarnos en el tiempo, evocar emociones, sensibilizar, concientizar y educar al ser humano. Su ubicuidad ha hecho que esté presente a manera de soundtrack de nuestra vida en todo momento, sembrando una influencia (positiva o negativa) en cada uno de nosotros, aportando elementos que complementan nuestra cosmovisión.
Lo que no es común escuchar es acerca de la responsabilidad tan grande que tiene el productor musical y su equipo, de hacerse cargo de crear música que aporte algo positivo a la sociedad que la consuma. No solo se trata de conocimientos técnicos y/o artísticos, sino de considerar la ética y analizar el impacto que ésta tendrá en la sociedad.
No pretendo escribir un articulo moralista ni mucho menos; si bien el contenido de las letras tiene su propio peso, no es la idea central de este texto. La responsabilidad profesional a la que me refiero aquí va más enfocada a darle un sentido artístico a nuestras creaciones y que de alguna manera colaboren en el crecimiento o progreso social y humano, más que producir materiales a granel sin fondo alguno.
Cuando alguien se acerca a nosotros para pedirnos que produzcamos su material, normalmente recibimos un bosquejo del tema y una serie de ideas por parte del o la artista o autor. Solemos analizar la canción y previsualizar lo que creemos que puede funcionar para la misma, considerando como fin último la entera satisfacción de la o el autor o artista, dejando de lado que al mismo tiempo, el o la artista a su vez pretende impactar en un público; es decir, se trata de alimentar a un público con sensaciones, emociones y demás a través de una historia bien contada y utilizando como el vehículo ideal la música. Es por ello que en el productor recae la responsabilidad de conseguir un resultado que sea idóneo para todos, considerando los elementos musicales y técnicos necesarios para obtenerlo, si es preciso desencadenar sensaciones de nostalgia, desamor, alegría, júbilo y demás, pero siempre intentando penetrar a las mentes y espíritus receptivos.
La música tiene el poder de convencer a las masas, movilizarlas, influir en las formas de pensar de las personas, y es por ello que a través de la historia ha sido utilizada para diversos fines convenientes. Es ahí donde radica la ética: manipular no solo con la música, sino con la imagen comercial de los artistas ha sido siempre de beneficio en diversas campañas que pretenden llegar e influir en los públicos. Existen músicos con más poder e influencia que muchos gobernantes de altos mandos. Sin duda, este arte influye en todos y todas, pero se hace más evidente en la adolescencia, justo en la etapa de la búsqueda de identidad de las personas, donde podemos observar a los pequeños grupos de adolescentes comenzar a dividirse por intereses en común entre ellos y de los más importantes, sin duda es el gusto musical, ya que éste influye en su forma de hablar, de vestir e interactuar y se convierte en un aspecto decisivo en la formación de su personalidad. La influencia que la música tiene en un preadolescente puede ser tan fuerte que incline sus intereses de planes futuros para el resto de su vida. Un infante en edad preescolar ejercita su psicomotricidad a través del ritmo y aprende letras, fonemas e incluso números a través del canto, siendo la música la manera que más facilita el aprendizaje.
De igual forma, las emociones de un adulto suelen a menudo ser un gran refugio emocional para nuestras inseguridades, ilusiones o despechos. La manera en la que consumimos es el resultado de años de investigación mercadológica que nos despierta ciertos deseos o nos inventa necesidades para obtener ganancias y muy a menudo, a través del uso del mismo vehículo…la música. En fin, solo es necesario prestar atención a nuestro entorno y seremos conscientes de que no hay un solo día prácticamente en el que no escuchemos por lo menos una nota musical. Escuelas, comercios, iglesias y demás espacios sociales buscan llegar a nuestro espíritu para desencadenar una emoción y facilitar la interacción entre los humanos al mismo tiempo que se pretende crear un mejor lugar para vivir. De ahí el famoso dicho popular de la leyenda de Orfeo: “La música amansa a las fieras”.
Lo que está en nuestras manos
Diversas investigaciones formales han demostrado que la música tiene poderes sanadores, influye no solo en el estado anímico de las personas, sino en su salud física y mental también. Es utilizada con frecuencia para calmar y relajarnos. Es parte inherente al ser humano y tiene un papel protagónico en cuanto a evolución se refiere. Incluso personas con limitaciones auditivas gustan de experimentar las vibraciones musicales en su cuerpo y expresarlas a través de su creación o el baile.
Es justo en este punto, en el conocimiento de ello, donde los profesionales de la grabación podemos influir con ética de manera socialmente responsable, porque tenemos el poder de colaborar con ello de manera contundente, pues en nuestras manos se encuentra un arma muy poderosa para llevar a buen término y con buena dirección nuestra música y que proyecte un futuro aún mejor con la ayuda de un equipo de trabajo profesional y responsable.
Sé que este texto puede resultar idealista; sin embargo, nos guste o no, ya influimos en la gente. Nuestros resultados impactan de una manera u otra en quien consume nuestras producciones y la única diferencia está en que lo hacemos consciente o inconscientemente, y de esta conciencia depende dar una dirección voluntaria al poder que tiene la música.
Entonces cambiemos nuestra forma de ver nuestra profesión, comprendamos que nuestro rol tiene poder; nuestros resultados importan ¡y mucho!, pero tomemos en cuenta que el tener cierto poder conlleva cierta responsabilidad, y si lo aceptamos y utilizamos positivamente y con conciencia de ello, podremos usar nuestro conocimiento y experiencia técnica y musical a favor de la humanidad, haciendo de este mundo un lugar mejor para vivir.
*Es productor musical, ingeniero en audio y músico y cuenta con 25 años de trayectoria en diversas áreas de la producción, participando en diferentes proyectos dentro y fuera de México, que abarcan música regional, pop, jazz, rock y orquestas sinfónicas, así como música para empresas y soundtracks. También está a cargo de la producción de audio en la Dirección de Innovación de la Secretaría de Educación Pública. Es miembro votante de los Latin Grammy y cuenta con su propio estudio de grabación, AntenaStudio, en Guadalajara, Jalisco. Pueden encontrarlo en: ferrer@antenastudio.com y www.antenastudio.com