Este artículo, más que una crítica, pretende ser una reflexión sobre nuestro trabajo como ingenieros en audio. Gracias a mi labor docente y trabajo como ingeniero de mezcla y masterización, estoy constantemente escuchando material musical viejo y nuevo de todos los géneros.
Triste realidad
Empecé a detectar que en la actualidad, casi un noventa por ciento del material que se edita está sobre-comprimido; seguramente, muchos de ustedes conocen el término “Loudness War”. Voy a dejar en claro que a pesar de los grandes esfuerzos que se hicieron para detener esta “guerra”, hasta hoy no hemos podido erradicarla. ¿Por qué? Supuestamente porque nadie quiere sonar más bajo en la radio.
Para los que no saben, antes de ser transmitida, la señal radiofónica es sometida a una compresión extrema, para que simplemente llegue más lejos y por ende la escuche más gente. De modo que si un ingeniero sobre-comprime un master a pedido de su cliente, esta música estará totalmente aplastada cuando se escuche por la radio. Quizá se escuche un poco más fuerte, como también es cierto que se escuchará más distorsionada, provocando en el oyente fatiga auditiva.
La dinámica es algo que los seres humanos apreciamos y agradecemos; es más, en cuestiones musicales, es uno de los pilares de la composición, ya que la misma debería ser utilizada por el compositor como herramienta para sorprender.
El mito: “lo fuerte vende más”, se generó en alguna oficina de mercadotecnia de algún gran sello discográfico, allá por el año 1992. Por supuesto, en una primera instancia, lo fuerte sorprende, pero la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Después qué pasa?
Podemos recurrir a otros estadísticas, como por ejemplo: ¿Qué música en general es la que más se escucha en todas las radios del mundo? La respuesta: música de los ochenta. ¿Por qué? ¿Que pasó en esta década que la gente sigue queriendo escuchar esas melodías? ¿Había mas creatividad? ¿Es porque se grabó en analógico? El factor a tener en cuenta es que esta música tiene dinámica y no está sobre-comprimida.
En esos años, la masterización consistía en mejorar el sonido global del disco o sólo hacer ajustes precisos en las canciones. El formato estrella era el disco de vinilo y debido a sus limitaciones (rango dinámico, ancho de banda y la cantidad de estereofonía que puede soportar), los ingenieros de corte de esos años eran altamente experimentados y disponían de un buen arsenal para sacar el mayor provecho de este formato. A nadie le importaba qué tan fuerte sonaba un disco, se daba por hecho que si alguna persona quería escuchar la música más alto, lo único que debería hacer es subir el volumen de su equipo.
Argumentos con análisis
Los años fueron avanzando y tristemente, el mito “Lo fuerte vende más” crece día a día; en veinte años, el nivel de RMS subió veinte dbs; sólo un db por año, pero la dinámica en las grabaciones se fue perdiendo casi sin que nos diéramos cuenta.
Hoy, desafortunadamente podemos encontrarnos con un disco como el más reciente de Radiohead (A Moon Shaped Pool), que en determinadas partes tiene un nivel de RMS de -3 dbs. Quizás algunos lectores no entiendan bien lo que significa e intentaré explicarlo de manera simple: la mayor parte de las frecuencias que contiene la canción llegan al 0 dbFS, es decir, al límite, excepto algunas que podrían estar tres, cuatro o cinco dbs por debajo del 0 dbF. En otras palabras, estamos a cuatro o cinco dbs aproximadamente (esto es difícil de calcular con exactitud, ya que la música cambia todo el tiempo), de convertir la música de Radiohead en ruido rosa. Ahora bien, yo jamás he ido a casa de alguien que estuviera escuchando ruido rosa.
Cuando analicé este disco en particular debo confesar que sentí una gran tristeza. Considero que Radiohead es una gran banda que ha hecho grandes aportes a la música; sin embargo, creo que ellos también cayeron en la trampa. Convengamos que la música de este grupo no es para que esté sobre-comprimida. Es decir, eso podría pasar en determinados momentos si llegara a ser la intención del artista, pero no todo el tiempo. Ningún tipo de música debería estar sobre-comprimida; que el compresor sea usado de manera artística para crear determinados artificios en algunos sonidos me parece genial y justamente la ingeniería en audio debe nutrirse de eso, de gente que quiera innovar y recrear procesos artísticos.
Volviendo a la tristeza con Radiohead, lo que pensaba es que si ellos no dan el ejemplo, ¿quién debe hacerlo?
En mi opinión, éste es el mayor conflicto: por ser nuevos, los artistas no quieren arriesgarse a sonar más bajo en las radios, pero tienen la obligación de generar conciencia. Tuve una gran alegría cuando analicé el disco de Daft Punk y noté que tenía mucho menos nivel de RMS que su disco anterior; obviamente, esto fue una gran decisión de producción que hizo que ganaran el Grammy como mejor grabación ese año. Además, ese disco vendió millones de copias en todo el mundo. ¿Cómo? ¿No decían que lo fuerte vende?
De todas maneras, ese disco, a mi criterio, está unos tres dbs pasado de compresión. Muy bien, eso no es nada comparado con los diez dbs que Radiohead dejó pasar.
La estereofonía y la dimensión
Debo decirles que en general, las nuevas grabaciones tienen mucho menos estereofonía y dimensión que las de hace treinta años. ¿Qué pasó aquí? Me es muy lamentable, pero pareciera que cuanto más se estudia, la ingeniería en audio se hace peor. Quizás aquí otra vez aparezca la sombra del Loudness, porque cuanto más mono es una grabación, mayor potencia tendrá al reproducirse, ya que los altavoces “patearán” al mismo tiempo, dando la sensación de que percibimos más presión sonora.
¿Y los vinilos?
En mi casa tengo tornamesa y muchos discos nuevos, por ejemplo el “Oracular Spectacular” de MGMT y el “Back to Black” de Amy Winehouse; ambos son ediciones nuevas Made in Usa en vinilos de 180 gramos. Hace poco compré en la calle dos discos que me encantan: uno es “Thriller” de Michael Jackson y el otro es “TOTO IV”, ambos hechos en México y prensados en los ochenta o noventa.
Para mi sorpresa, estos dos últimos suenan increíbles, comparados con los actuales de MGMT y Amy. ¿Cuál es la diferencia? Los viejos tienen más dinámica, mayor estereofonía y se escuchan levemente más bajo. Si subimos el nivel del volumen del amplificador y hacemos una comparación, los vinilos viejos suenan superiores. ¿Por qué pasa esto?
Hay dos razones fundamentales:
1. Hacer un corte de vinilo es un arte que lamentablemente requiere conocimiento y experiencia y la gente que sabía hacerlo ya no trabaja más en nuestra industria.
2. Muchos vinilos actuales son transferencia de CDs (aunque usted no lo crea), sobre-comprimidos; el formato de vinilo no acepta de manera correcta estas especificaciones (sobre-compresión, sobrecarga de subgraves o de ultrasonidos).
La falta de un estándar
La gente escucha música en cualquier cosa; incluso colegas a veces me dicen que escuche sus mezclas y las reproducen desde sus computadoras portátiles. Es una lástima que nuestra industria no disponga de un estándar para la fabricación de equipos de audio, (por ejemplo 150 watts RMS, altavoces de tres vías). Hace poco fui a varios supermercados para ver los equipos que tienen para ofrecer. El vendedor atentamente parecía ofrecerme los equipos por el color de sus luces. Todos por supuesto de marcas reconocidas, en algunos casos decían 80 mil watts PMPO (Peak Music Power Output). ¿Cuándo dejamos que esto sucediera? Nadie sabe.
La gente escucha música vía Youtube desde su computadora, o en el mejor de los casos, desde su teléfono, con audífonos de bajo costo. ¿Qué podemos hacer? Cada uno de nosotros tiene el deber de generar conciencia, mejor dicho, una cultura de escucha y de respeto hacia la música.
Nuestro querido Bob Katz predijo que en el 2020 todo esto cambiará. Ayudémoslo, es responsabilidad de todos. Muchas gracias y excelentes grabaciones.
*Músico, compositor, ingeniero en audio y productor musical. Desde hace más de veinte años intercambia su trabajo con la docencia. Actualmente es profesor de Técnicas de Mezcla y Masterización en SAE Institute México.