Con 30 años de carrera y después de presentarse en escenarios de todo el mundo, una de las voces más reconocidas de nuestro país, Eugenia León, ofreció su corazón en el Palacio de Bellas Artes de su ciudad, el Distrito Federal. Con un nuevo disco bajo el brazo, Ciudadana del mundo, y las canciones que sus fans seleccionaron para esta especialísima ocasión, Eugenia invitó al grupo musical que usualmente la acompaña, más Los Macorinos en las guitarras, la sección de cuerdas Stravaganza y Los niños cantores de Chalco, bajo los arreglos y la dirección musical de Rosino Serrano, en un concierto histórico que será recordado por mucho tiempo.
“Siempre solicitamos que Eugenia haga sound:check”
Empezar desde abajo. Para Leonardo Ibarra, el camino ha sido largo. Comenzó su carrera como técnico de audio. Con el tiempo, se convirtió en el jefe de escenario de Cristian Castro. Volvió al audio, se metió al difícil arte de operar la sala y hace cinco años logró entrar como production manager al staff de Eugenia León.
“De hecho, primero fui a trabajar de suplente y al final me propusieron quedarme. Y aproveché la oportunidad”, recuerda Leonardo; “ha sido una gran experiencia”. Hacer la fecha en el Palacio de Bellas Artes realmente fue un compromiso muy grande; “es un recinto muy importante. Obviamente fue un proceso de mucha anticipación y meses de preparativos”. Todo estuvo organizado en varios ensayos. “Estaba el grupo de Eugenia; la invitación a Los Macorinos; al grupo de Los Niños Cantores del Valle de Chalco y la sección de cuerdas; era grande el paquete”.
Equipo ganador. “Somos ocho personas que ya llevamos varios años juntos y normalmente los técnicos de base son el ingeniero de audio Salvador Castañeda, en sala; Manolo Toledo en iluminación, mientras que el stage manager es Gerardo Pangusi”, continúa, “como staff, acudieron Fernando Romero y Néstor Swastez. Para el monitorista Alejandro Román fue su segunda fecha. Para él fue un poco complicado por la sonorización de la sección sinfónica, al abrirse todos los micrófonos al mismo tiempo”.
Show inigualable. “Primero se hizo un plano para ajustarnos al lugar”, asegura Leonardo; “el diseño de iluminación y el stage plot lo fuimos trabajando con Manolo y el apoyo de Salvador. El tema de los proveedores fue variable: el de backline fue la misma compañía que nos rentó la sala de ensayo donde estuvimos practicando, pero el de las luces no podía para esa fecha y localizamos a otro a tiempo”.
“En la fecha, entramos el mismo día para hacer todo”, explica el jefe de producción; “no montamos desde un día antes: llegamos a las ocho de la mañana. Teníamos hasta las cinco de la tarde para terminar de probar. Fue mucho esfuerzo, pero afortunadamente logramos estar a tiempo”.
Sonar en el palacio. “Los técnicos del INBA nos habían ofrecido colgar un arreglo lineal pero ni estéticamente tenía sentido aplicar tanto audio”, añade Leonardo; “meter el arreglo era igual a montar desde una noche antes y no lo vimos necesario”.
Un sound:check por tiempos. “Como se iban a quedar los músicos, comenzamos a las 12 del día”, así que empezamos a meter a los músicos: primero, la base de batería, bajo y percusiones. Al final, hicimos la sección sinfónica. En un punto, logramos tenerlos a todos en la misma logística. Ya que estuvimos listos invitamos a Eugenia, para que hiciera su prueba. Para que ella esté segura, siempre le pedimos que por lo menos cante dos canciones. Esto es muy práctico, para que todo nuestro trabajo tenga sentido”.
Voluntades coordinadas para realizar un sueño, que se cristalizó en una emotiva realidad.
La gente tiene posibilidad de escuchar mejor música
El primer contacto con el audio que tuvo el ingeniero Salvador Castañeda Valdés fue por medio de la música y que se convirtió en una pasión que lo tiene inmerso en el mundo del sonido desde 1994, aquella época cuando no existía una opción formal para entrenar el oído. “Empecé dando clases cuando apenas estaba estudiando”, recuerda Salvador al iniciar la plática; “fue raro como sucedió, por la necesidad del momento”.
Esa necesidad lo llevó a inventar su propio plan de estudios y a asistir a cualquier curso que se presentara. Aprendió todo sobre las herramientas avanzadas de la medición electroacústica, “el resto sucedió con el tiempo”, admite; “y la verdad, esa responsabilidad de dar clases me obliga a estudiar, estar al día y comprometido”. Gracias a esa constancia, Salvador ha podido adentrarse en el audio digital, MIDI y diseños de sistemas de sonorización, trabajando para las firmas Meyer Sound y d&b.
Inversionista. Tiempo después fundó con Óscar Alberto Gamas González su propia empresa: Sonotribe. “La empresa somos él y yo, pero se trata de una tribu de gente con la que compartimos ideas y decidimos hacer un proyecto juntos”. En Sonotribe hacemos diseño de refuerzo sonoro, análisis de sistemas y operación en vivo, así como servicios de producción que exigen calidad, resultados positivos y fundamentos en la ciencia del sonido. Es una cultura que queremos formar”.
Educación para todos. “Esto lo hacemos con Rational Acoustics”, plantea Salvador; “ellos nos comisionaron en Latinoamérica para hacer soporte de sus productos Smaart Live, que a la fecha son los más exitosos en la industria del análisis de audio”. Con estos seminarios, Sonotribe ha recorrido toda la región.
¿Cómo fue el encuentro con Eugenia León, hasta llegar al concierto en el Palacio de Bellas Artes? “La conocí en un concierto de Agua Mala en el Vive Latino”, comenta Salvador. “Después ella hizo un cambio en su producción y renovó algunas cosas. Entre ellas, el tema del audio. Y me invitaron a participar”, se alegra el profesional de la mezcla y grabación. “Eugenia es una persona muy talentosa y encantadora”, estima el ingeniero, “lo que más gozo es la fortuna de poder escoger con quién trabajar”.
Totalmente Palacio (de Bellas Artes)
Unos días antes de la función, Salvador tuvo una junta técnica con el personal del recinto. “Para que nos dijeran qué tenían a disposición”, recuerda, “pero ellos tienen un patrón a seguir, nos dieron su consejo y seguimos esos lineamientos, que fueron muy positivos, porque ellos trabajan ahí todos los días y saben qué funciona mejor”.
El equipo de casa. “Todo fue de Bellas Artes”, enlista el ingeniero; “ellos tienen una consola Soundcraft Vi-6, que ya había usado en ocasiones anteriores ahí. De PA, estuvieron los altavoces UPA de Meyer Sound. En cuanto a la voz, “Eugenia usa un micrófono Shure KSM9, que es el que la acompaña siempre”, subraya Salvador. Es un micrófono con el que ella siempre se ha escuchado bien”, detalla el soundman; “Eugenia tiene sus propios in ears de moldes especiales, con los que ya está muy familiarizada. La verdad, es que en sala no usé más que eso”.
Nada de trucos. “Usualmente dejo una curva de ecualización del sistema de amplificación estable”, plantea el experto, “ni siquiera plana. Y respeto mucho lo que hace la voz. Yo le pongo un filtro: un corte de graves, abajo de unos 120 Hz; nada más para limpiar algunas cosas de ejecución, popeos y sobre excitaciones. Lo demás se va prácticamente sin tratamiento”, compara; “en ciertos momentos, hago cambios en algunas frecuencias, pero son cosas en las que hay que ir siguiendo su ejecución”.
“Eugenia León está en el mejor momento de su carrera”
Polifónico. Ya sea como compositor, arreglista, orquestador, director musical, pianista o productor, Rosino Serrano ha trabajado con las figuras más prominentes de la industria. “Creo que soy músico porque no pude evitarlo”, dice comenzando la entrevista. Entró al Conservatorio a los seis años; vino toda el tiempo de formación, con el piano clásico.
Desde los 80. El madrileño desarrolló una prolífica carrera con La Banda Elástica. “Recién llegado a México con 15 años, estuve un tiempo en la Escuela Nacional de Música”, valora, “después, me tocaron muy buenos años en Centro Cultural Ollin Yoliztli. Era una escuela de súper lujo; habían grandísimos maestros, con los que tuve la fortuna de estudiar”.
Al celuloide. Rosino también ha compuesto música para 28 películas (de ellas, ocho han sido largometrajes), para directores de diversos países. “Me he dedicado a la música con todas las posibles ramas de las que me he podido colgar, no conformarme nada más con una cosa”.
Todo esto y mucho más antes de llegar a Bellas Artes con Eugenia León como su director musical. “Fue algo histórico”, estima Rosino; “fue realmente sobrecogedor ver cómo la recibió el público: el público estaba de pie. No podíamos empezar, fueron varias vueltas de introducción. Hubo otras ovaciones de pie a lo largo del concierto y creo que bien merecidas. No la dejaban ir”.
Recorrido por los 30 años de carrera. “Hicimos canciones desde el primer disco hasta el más reciente y se actualizaron arreglos de diversas épocas. Estábamos más de cuarenta músicos en escena”, repasa la dotación; “tuvimos una sección de cuerdas, un refuerzo en la sección de metales; el coro de Los Niños Cantores del Valle de Chalco; a Los Macorinos, con Juan Carlos Allende y Miguel Peña; dos coristas: Fela Domínguez y Lola Mares. El acordeón de Jorge Villareal, virtuoso del instrumento; la armónica de Federico Luna y al grupo usual de Eugenia”.
“En Ciudadana del mundo Eugenia invitó a mujeres cantoras que por primera vez están congregadas en un disco; creo que esto es notable”, apunta Rosino, “es un frente de cantoras de gran calidad artística. Están Tania Libertad, Guadalupe Pineda y Lila Downs. De las generaciones anteriores está Tehua, mientras que de las más jóvenes estuvieron Ingrid y Jenny Beaujean, Natalia Lafourcade, Carla Morrison y Julieta Venegas, además de Iraida Noriega, Magos Herrera y Elizabeth Meza, Hebe Rosell, Moyenei, Malena Durán, Cecilia García Amaro, Yekina Pavón e Iván Lins, menciona Rosino Serrano; “a todas las identifica esa vertiente de la canción popular, de arte…fue una cosa memorable”. Felicidades Eugenia, gracias por tres décadas de tu voz y sensibilidad.
Redacción: Víctor Baldovinos