Integrante de una familia artística donde el padre, la madre y los hermanos tocan instrumentos o cantan, Daniel Filio heredó el talento del buen oído y gracias a eso tomó el llamado sonoro como su leit motiv: “Escuchaba lo que hacían mis hermanos y entendí que podía hacer otra cosa que no hacían ellos y donde yo también podía figurar y trabajar: el mundo del audio y la producción”.
La ruta empírica y la formalidad
Junto a Eduardo del Águila, Daniel inició la aventura de sonorizar a sus hermanos, al tiempo que concluía sus estudios en Administración de Empresas y aplicaba lo aprendido al campo del audio y los eventos: “Sonorizábamos a mis hermanos y a los hermanos de Eduardo, que tocaban música clásica. Ese fue mi primer encuentro con equipos profesionales y la primera oportunidad para empezar a ganar dinero, llevando los equipos para mi hermano César Filio y comediantes de ese tiempo. Fui comprando mis cosas, aprendí empíricamente con mi familia y tomé de los primeros cursos de sistemas que dio Mauricio Ramírez “Magú” en Meyer Sound”, afirma Daniel.
Además de los conciertos de sus hermanos, el dueto Mexicanto, se sumaron los de Fernando Delgadillo y las noches de bohemia y trova en el Sapo Cancionero en el Estado de México: “Yo operaba el audio y luego me metí en la organización de eventos con ellos, desde hacer las mantas para la publicidad hasta organizar la entrada de la gente y las mesas, la iluminación, hacer las cuentas y pagar a los artistas. Así empecé a ganar un poco más de dinero y a meterme en la producción de los eventos, de forma pequeña pero muy disciplinado y ordenado en toda mi logística, desde la publicidad y el pago del evento”, recuerda.
Vivir del audio no es para todos
Las giras de Mexicanto por todo el país dieron consistencia a su entendido de la producción, enrolándolo a tope en la operación del audio en vivo: “Junto a mis hermanos había músicos invitados y mi desarrollo como ingeniero fue avanzando más; al acabar la carrera ya podía girar con ellos todo el tiempo. Recorrimos toda la República Mexicana, una y otra vez, a principios del año 2000”.
“Ese año escuché el disco de Natalia Lafourcade, con esa rola de “En el 2000”, y me enamoró la canción. La busqué y les pedí la oportunidad de sonorizarla para que vieran mi trabajo. Se presentó en Otro Rollo con su grupo la Forquetina, les hice la mezcla y así empecé con ellos y estuvimos un año y medio. En toda esa aventura con Natalia, coincidía con ingenieros muy reconocidos y compartíamos consola y escenario, pero mis conocimientos no llegaban tan lejos y ellos no compartían mucho porque era un medio celoso y cerrado”, recuerda Daniel.
“En ese momento vino a mí la inquietud de cuándo es el momento en que uno puede acercarse a los ingenieros y tomar algunos tips para saber si sirve o no para esto y qué debe aprender, pero me topaba con paredes muy grandes y trataba de investigar como podía porque tampoco había muchos medios. Ahí fue que dije, ‘cuando tenga conocimientos y experiencia, la voy a compartir con los jóvenes que vienen’; era 2005”.
Un método de capacitación
Así las cosas, Daniel diseñó su curso y lo llamó Principios Básicos de Audio, con la certeza de que si no se poseen estos es muy peligroso que se operen equipos porque puede influir desde el estado de ánimo de un artista, un concierto y el equipo. “Empecé en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) capacitando a los técnicos de sus teatros, en un curso de cuarenta horas — ocho horas diarias durante cinco días— y estaban muy emocionados de entrenarse con calma, conociendo todo lo que pueden hacer los equipos”.
“Pero, ¿qué pasa si alguien llega y no tiene contacto con el audio, cómo va a saber si es o no para ellos?”, se pregunta Daniel. “Ese primer acercamiento es donde yo quiero estar, enfocarme a los jóvenes de nivel bachillerato que quisieran dedicarse a esto”. El curso que ofrece Daniel a través de su empresa Kongo Producciones es de su curso de cuarenta horas de preparación, ochenta por ciento práctico y veinte por ciento teórico, donde explica conceptos como el valor nominal, frecuencia, onda senoidal, ancho de banda, barrido de medios y demás. Lo que hago es orientarlos a apoyarse en el oído y cuando entienden ese proceso saben cómo funciona el audio. Después de eso entramos a él de lleno”.
Después de impartir los cursos en el IMSS, Daniel replicó la fórmula en otros teatros de la República Mexicana y luego se acercó a las preparatorias y universidades, donde descubrió que también jóvenes músicos querían aprender cómo funcionaba un compresor, una ganancia: “Fue interesante descubrir ese perfil y ver que el curso servía también para los músicos. En Querétaro tengo una alianza con la UNIPLEA, donde acondicioné un aula acústicamente para dar el curso. Lo he impartido también en Zacatecas, San Luis Potosí, Monterrey, Ciudad Juárez, Mérida, Tijuana y Puebla; pido un espacio, de preferencia un auditorio, y en el escenario doy la capacitación, con músicos que nosotros convocamos”.
Actualmente el curso se imparte en módulos, es sumamente práctico y se sigue enfocando en los principios del audio. Daniel ha tramitado su credencial como agente capacitador externo ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, lo que le permite certificar a quienes toman su curso y así ayudarlos a conseguir trabajo como asistentes o técnicos básicos en teatros, restaurantes, discos y bares. El complemento de la capacitación, para quien desea ampliar más sus conocimientos, es un programa de coaching “uno a uno” para ver dudas específicas: “Son diez horas y generamos el material que más necesitan. Lo hago en nuestras instalaciones; vienen, mezclamos un multitrack y vamos sonando una banda completa, elemento por elemento, y yo voy atendiendo sus dudas”, detalla el sonidista.
A la par de esta labor, Daniel Filio brinda el servicio de diagnóstico sonoro de espacios desde su página www.kongoproducciones.com : “Se llama ‘Sonorizando tu Espacio’, explica; “voy a escuelas o auditorios donde tienen técnicos y equipos, hacemos la valoración de lo que hay y si amerita un ajuste o la inversión para renovarlo, en función de las condiciones acústicas del lugar, los equipos y las habilidades del personal técnico. Que la gente saque lo mejor de su inversión en audio junto con la operación; que la ética profesional y el amor a lo que hacemos sea y que se proyecte”.
El valor de la responsabilidad
Respecto a dicha ética, Daniel valora que el nivel de los profesionales del audio en nuestro país es bueno y es recomendable ponderar la experiencia para una toma de decisiones y que haya un buen salario: “Porque, ¿cuánto vale el tema responsabilidad? No se trata de armar una escena y ya, sino de hacernos responsables de que esto funcione y si algo sale mal, poder arreglarlo. Nosotros hacemos arte también, nos dedicamos a amplificar el arte. Somos transductores del arte; por eso les hablo mucho a mis alumnos de las actitudes y de las aptitudes. Hay quien tiene muchas aptitudes, son los mejores para los botones, pero sus actitudes estresan el ambiente de trabajo. Yo les hablo mucho de eso a los alumnos del curso. Deben tener claro que el artista y el técnico respeten sus trabajos entre sí y hacer que su valor se vea en el escenario”, concluye contundente Daniel.
Entrevista: Nizarindani Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco