Infibeat nació en 2008 en Costa Rica, pero fue hasta finales de 2010 que se consolidó como proyecto. Con una propuesta musicalmente ecléctica que defiende la libertad creativa de sus miembros, todos creadores, u música incluye la fusión de sonoridades que van desde las raíces afro e indígenas, hasta lo caribeño y latinoamericano mestizo.
Los músicos de Infibeat (Fabrizio Walker, cantante; Andrés Cordero, bajista; Daniel Solano, guitarrista; Andrés Cervilla, trombonista; Federico Granados, saxofonista, David Vargas, baterista y percusionista, e Isaac Morera Montero, percusionista), se han alimentado toda su vida de la música caribeña, latinoamericana, clásica o jazz. Se desenvuelven como un colectivo donde ponen en común algunos de sus trabajos que han desarrollado de forma independiente y así combinarse en materia de composición y arreglo. Esto se ha plasmado también en colaboraciones frecuentes con otros proyectos nacionales e internacionales, ya sea como músicos invitados, de sesión o arreglistas y compositores.
Siempre en movimiento
Gracias al apoyo del organismo internacional Ibermúsicas, Infibeat visitó México por primera vez y ofreció conciertos en la Ciudad de México y Veracruz, en los que se pudo escuchar la música de sus discos: Infibeat, merecedor de una mención honorífica de los Premios ACAM (Asociación Costarricense de Autores Musicales); Aguacero, su primer LP, premiado en 2014 por ACAM como mejor disco en la categoría Fusión-Alternativa, y Ritmos Cimarrones Vol. 1 y 2, que este año fueron ganadores del Premio ACAM en la categoría Fusión-Latina. Andrés Cervilla y Daniel Solano brindaron algunos minutos de su agenda para expresar su sentir acerca de la visita a tierras mexicanas.
Daniel (D): “Empezamos como quinteto y llevamos nueve años como sexteto. Ha sido una fortaleza que tengamos muchas influencias y gustos diferentes, pero también tenemos muchas cosas en común y la música funk y norteamericana, pero también tenemos muchos gustos en común, como los ritmos afro-latinoamericanos e indoamericanos; en realidad la cuestión de los géneros no es una preocupación para nosotros. El funk es una música que permite muchas cosas, explorar muchas habilidades, y nos permite movernos. Hay una dualidad entre la música y el baile, que son inseparables, tienen una relación simbiótica importante para nosotros”.
Andrés (A): “Nos ponemos de acuerdo porque a lo largo de diez años tenemos una complicidad y en la parte creativa nos respetamos mucho. Los ensayos se convierten en un crisol de todas las ideas que tenemos todos. Si repasamos pieza por pieza, todas tienen un origen muy diferente, muy bien esbozado o completamente espontáneo. Tenemos todo tipo de procesos”.
D: “Todos somos creadores en la banda y estamos en función del resto del grupo; no hay un líder y todos aportamos compositivamente, en las letras o los arreglos”.
A: “Tenemos un lugar donde siempre ensayamos, pero también tenemos estudios. Yo me dedico al diseño de sonido y musicalización, animación, publicidad y demás, y Daniel ha trabajado en un estudio pequeño para la Facultad de Artes de la Universidad de Costa Rica en producción musical. Hemos estudiado las músicas que hacemos y eso nos permite entender cada vez mas lo que hacemos. A diez años, yo puedo decir que ya tenemos una madurez porque ya nos hemos encontrado. Al principio hacíamos una especie de autobullying, decíamos que éramos un grupo con problemas de identidad. El funk era como la tortilla del taco, pero con el pasar de los años le hemos puesto más ingredientes, muchos de los cuales los hemos encontrado también en nuestros viajes, tanto por separado, como los que hemos hecho juntos”.
D: “Nuestra preproducción la hacemos nosotros en nuestros estudios, e incluso algunas grabaciones. Incluso para nuestro disco, nuestro saxofonista grabó su parte con sus propios equipos y lo mandamos con nuestro productor en Nueva York”.
Este productor es ni más sin menos que Elijah Brueggemann, director musical de la NBC en Nueva York. Daniel comenta: “Andrés es muy amigo de un trombonista llamado Steve Turré y en alguna vez que fue a verlo a Nueva York, le presentó a Elijah, con quien empezamos una relación muy especial (su esposa es costarricense). Con él mantuvimos el contacto, se dio la oportunidad de que tocara con nosotros los teclados y lo demás se dio naturalmente. Él se ha integrado con nosotros completamente, siempre nos envía música y se ha dado una simbiosis muy interesante. Tenemos una química buenísima”.
“Nuestro primer LP está en un cierto nivel de producción, pero con Elijah hemos conocido otras herramientas y nos hemos desprendido de esa labor de producción, para que él desarrolle más esa tarea. Ya estaba en camino el disco Ritmos Cimarrones Vol. 1 cuando él llegó. En Costa Rica aún no existe la figura de productor como tal y las bandas se auto-producen, pero en este caso pudimos escalar a este nivel”.
A: “Con Elijah hemos aprendido que como productor hay que potenciar el talento del grupo; sus aportes han sido muy valiosos; él viene de toda la ola de música de Los Angeles, como Lying Lotus, Kamasi Washington, Flea (Red Hot Chili Peppers), grandes figuras del hip hop en Estados Unidos y fue muy importante para nosotros saber que trabajamos con alguien de ese calibre. Con él hemos aprendido a integrar nuestra música de todo el continente americano con su visión estadounidense”.
“Cuando empezamos a trabajar con Elijah, las baterías ya estaban grabadas y luego nosotros empezamos a grabar los otros instrumentos en nuestros estudios en casa (bajo, vientos, guitarras). Ya construido eso, en estudio grabamos las voces y el saxofón. Lo mismo hicimos para el siguiente disco, Ritmos Cimarrones Vol. 2, pero ahí todos los vientos se grabaron en el estudio de Andrés, llamado Pee-Pah! Fábrica de sonido.
“Elijah tuvo mucha influencia ya más en este disco; habló previamente acerca de hacia dónde se iría la música. Sus consejos fue dónde cortar, meter otros elementos, aderezar los finales con sus teclados, haciendo atmósferas con sus teclados Prophet 6, Rhodes, Farfisa o Moog, por mencionar algunos”.
A: “Algo particular de estos discos es que Elijah tenía una pre-mezcla hecha desde Nueva York y lo terminamos de mezclar en Costa Rica. El Vol. 2 fue todo mezclado allá. De hecho, lo mezclamos juntos vía FaceTime, literalmente en tiempo real. Esa fue una oportunidad muy grande”.
D: “Las voces fueron grabadas en el estudio Bam Boom, del ingeniero Alejandro Salazar, mientras que las baterías fueron grabadas en el estudio Solo Hits, de Checo Dávila, y también en Bam Boom. La masterización se hizo en Solo Hits, con Eddie Román, un gran ingeniero en Costa Rica”.
D: “El mundo de la grabación se ha democratizado y eso ha afectado la dinámica comercial de los estudios, lo que tiene pros y contras. Costa Rica nunca ha tenido un mercado masivo; tuvo una época dorada en los años ochenta y había grandes estudios y equipos, pero sólo así se podía grabar. Hay instancias universitarias para estudiar hasta cierto punto en lo técnico, pero no en lo musical, y viceversa. Estos ámbitos están separados y se juntan en la práctica. Se dan cuenta hasta que están en la producción”.
A: “Todavía no alcanzamos un nivel de industria como tal. Las salas de ensayo son recientes y eso deviene en otras cosas; hay mejores tiendas de equipos, hay una excelente formación musical y una variedad muy grande de músicos; eso siempre. Pero en San José hay productores muy profesionales, va por buen camino, pero es hasta cierto punto nuevo”.
A: “Además de haber tenido el apoyo del sistema de cooperación Ibermúsicas para hacer esta gira en México, también hemos ganado otros apoyos con los que hemos podido producir en parte los discos Ritmos Cimarrones Vol. 1 y 2, como el de la Unión de Trabajadores de la Música en Costa Rica. Esto es importante allá, porque habemos muchas bandas autogestivas y la colaboración para nosotros ha sido fundamental para lograr darnos a conocer. También ganamos el premio de la Asociación de Autores y Compositores Musicales de Costa Rica con estos dos discos”.
Si bien Centroamérica es un territorio de grandes talentos musicales, el medio del espectáculo está encontrando sus caminos y cultivando públicos. Las redes sociales y los servicios de música en streaming han ayudado mucho a esto y a tener mucha más presencia en gran cantidad de lugares. Hoy más que nunca, es el momento de tener los oídos muy abiertos.