Aprincipio de año se estrenó en México la obra “Casi normales” en el teatro Aldama, puesta en escena que debutó en Broadway en 2009 con un gran éxito, recibió un Premio Pulitzer y tres Premios Tony. Ahora llega a nuestro país y ha ido ganando adeptos en poco tiempo, posicionándose en el gusto del público por ser un musical atípico y diferente a lo acostumbrado en cuanto a musicales.
¿Una historia? ¿Un musical? ¿Un concierto?
“Casi normales” expone un guión complejo, melancólico y emotivo que relata la historia de la familia Bueno, que es como cualquiera otra, con momentos de luz y oscuridad, donde la madre padece síndrome bipolar y el sufrimiento de los demás miembros, quienes sufren los efectos secundarios de esta compleja enfermedad. El reparto está integrado por Susana Zavaleta, Federico Di Lorenzo, Mariano Palacios, Jerry Velázquez, María Chacón, María Penella y Héctor Berzunza, quienes nos hacen cuestionarnos el concepto de lo que llamamos “normal”, qué tan cierto es aquello que llamamos “perfecto” y qué tanto consideramos lo “casi normal” como normal.
Respaldada por una gran producción, encabezada por el director Diego del Río, “Casi normales” llega a México de la mano de TOCA Teatro, productora dirigida por Alberto Alva y Sergio Mingramm, quienes lograron integrar un equipo de trabajo en el que se encuentran gente con mucha experiencia en la producción de espectáculos, de la talla de Jorge Ballina (diseño de escenografía), Víctor Zapatero (diseño de iluminación), Édgar Ibarra (dirección musical y vocal), Alejandro Ibarra (diseño de audio) y Josefina Echeverría (diseño de vestuario).
Escenografía, creatividad visual
Uno de los aspectos atractivos de “Casi normales” es su singular escenografía, ya que desde que las personas ocupan las butacas, encuentran en el escenario una estructura que se compone de ocho cuadros al centro, los cuales muestran en una tomografía el cerebro de la protagonista, Diana (Susana Zavaleta), y conforme transcurre la obra, los movimiento de los cuadros muestran cómo parte de su mente de la actriz se rompe y se reconstruye. La escenografía es la mente, y estuvo Integrada por una estructura tubular de metal de tres pisos de madera, pantallas de tela corredizas de las cuales ocho se abren y cierran durante toda la obra con más de ochenta movimientos, para lo que se ocupan carros movidos por varias personas hacia atrás o hacia adelante según el momento.
El desarrollo de la escenografía tomó alrededor de seis meses y en ella participó el director de la obra, Diego del Río, quien se reunió varias ocasiones con Jorge Ballina para establecer el concepto y lo que se requería en cada escena.
“La producción tiene cambios con respecto a lo que se hizo en Broadway, y nos dimos a la tarea de hacer ajustes y utilizar nuestros recursos lo mejor que pudimos. Presentamos la casa tipo norteamericana, con techo de dos aguas y un centro psiquiátrico; el reto fue no perder la intimidad que esta obra necesita. Los problemas mentales son cuestiones complejas y buscamos que el público se concentrara en cada uno de los cuadros donde ocurría la acción, y no en desviar su atención por lo movimientos y cambios en el resto del escenario, además de la dinámica conjunta con la música de fondo”, menciona Jorge Ballina.
El concepto de la escenografía radicó en mostrar a una persona bipolar, sus cambios, su día a día y los tratamientos a los que es sometida y la manera en la que todo es comprendido por su familia; en cada uno de los cuadros los actores interactúan y se desarrollan situaciones cambiantes. Hay apertura y cierre de puertas, como el comportamiento psicológico del personaje.
Cada uno de los cuadros miden casi tres metros del alto y ancho y tienen una profundidad de casi dos metros y medio; cada uno forma una tomografía de un cerebro dividido en ocho partes y en cuatro de ellos se lleva a cabo la puesta en escena.
Otro recurso que se utilizó en escenografía fue el video, mismo que muestra visuales que proyectan los distintos tratamientos, medicamentos y terapias a las que es sometida la protagonista y lo que ocurre al interior de su cabeza.
“Hicimos un gran trabajo en equipo cada una de las áreas involucradas, entre los principales retos estuvieron los pequeños espacios en la escenografía. Contamos con un ciclorama que se pinta de colores, además de un video adelante, que se tuvo que cuidar de no mancharlo de luz, fue un gran desafío, pero afortunadamente he tenido la oportunidad de trabajar con Víctor Zapatero, diseñador de iluminación. Hemos hecho más de cincuenta obras juntos y eso ayudó a encontrar soluciones para la obra”, agrega Jorge.
Iluminación, pilar para la creación de ambientes
A la par de la escenografía, la iluminación fue otro aspecto que destacó en esta obra; el sentido íntimo y la ambientación que se requería fue logrado gracias al trabajo de Víctor Zapatero, quien en su labor se encontró con retos como adaptar el diseño de iluminación a lo que ya se había hecho en escenografía, ya que él se integró al proyecto seis meses antes del estreno de la obra, prácticamente cuando ya se tenía todo establecido. “Contaba con un espacio limitado para operar y colocar los equipos y sistemas, pero ambas partes nos reunimos y afortunadamente todo se acomodó”, explica Víctor.
La solución de los espacios se resolvió a través de las proyecciones. Se utilizó un proyector de ocho mil lúmenes láser, que no opacó ni interfirió con las luces. Además se recurrió a una luz lateral o de calle, lo que permitió contrastar y tener mayor volumen; asimismo, se ocupó luz frontal para los actores y en la parte trasera del escenario destacó el uso de una gran cantidad de color por medio de luces PAR LEDs para lograr profundidad.
En total se ocuparon cincuenta luces, entre luminarias convencionales, Leekos, PAR 64 y PAR LED, sin luces robóticas. La consola que se utilizó en iluminación fue una Avolites Pearl 2010, la cual brindó un óptimo funcionamiento. Los colores utilizados fueron en su mayoría tonos fríos, destacando el azul como tono principal, en complemento con el blanco para acentuar la melancolía que hay en la puesta en escena.
“Logramos hacer cosas muy buenas, se aprovecharon los recursos que teníamos para ofrecer un trabajo profesional y de calidad. Esto hicimos y afortunadamente cumplimos el objetivo. Considero que con la iluminación se debe decir algo más allá de la espectacularidad, no se trata de realizar un muestrario de luces; para mí, las luces son un recurso expresivo y complemente lo que dice una canción y se expone en un escenario, por supuesto, es un pilar para la creación de ambientes”, señala Víctor Zapatero.
Musical suave con tintes de concierto
Si bien la obra “Casi normales” es un musical, tiene cuestiones particulares que marcan diferencias. Para profundizar acerca de esta área, Alejandro García, diseñador sonoro, explica su labor:
“El musical es muy suave, mucho menos fuerte que un concierto, no es el musical típico que integra una orquesta, es más una dotación de músicos, tiene un sentido de un concierto de un grupo de rock, pero con niveles mucho más bajos. Hay una gran dinámica en toda la obra; hay contracantos en cuatro o cinco actores, los cuales dicen cosas diferentes al mismo tiempo. Fue todo un reto”, expresa.
En este sentido, tanto músicos como actores, ensayaron por separado las canciones. Fue hasta dos semanas previas al estreno que se reunieron. Durante la función, los actores y músicos cuentan con pantallas; los primeros tienen tres pantallas en sala (una al centro y dos laterales), donde ven al director musical. Él les hace los cierres y los dirige; por su parte, los músicos se encuentran en una especie de pecera. Ellos cuentan con una cámara infrarroja donde ven a los actores. Cabe mencionar que el teatro no contaba con estas soluciones, por lo que hubo que implementarlas.
“Uno de los retos fueron los contra cantos, ya que en ellos se graban cosas distintas. Gustavo Cancino se ubicaba en mi lado y me indicaba las entradas y salidas, los cues, paneos, efectos; hay que estar pendiente de lo que ocurre, lo que pasa con la banda y además que se entiendan las cuestiones vocales. Conforme ha habido más funciones hay una mayor integración y honestamente el sonido progresó bastante”, señala el diseñador sonoro.
En lo que respecta a la distribución de audio que se utilizó, ésta consistió en un arreglo L y R de nueve cajas por lado de altavoces RCF HDL 20; asimismo, se tiene un clúster de cuatro cajas HDL 20 y tres subwoofers 88B en arreglo cardiode, además de cinco gabinetes como front-fill , un side-fill QSC y monitoreo JBL, más tres altavoces por lado que funcionan como un relay (relevo). La potencia del equipo de sonido estuvo al 40 por ciento, ya que con este nivel se consiguió la cobertura adecuada.
La consola que se utiliza es una Soundcraft V6, de las que se ocuparon 37 canales. Cabe señalar que se utilizaron más outputs que inputs de las mezclas que tienen los buses de la propia consola. Asimismo se ocuparon matrices y auxiliares. Todo se manejó por DSA.
La mezcla que se mandó a los actores fue mono; además se enviaron mezclas a camerinos para que los actores, mientras hacen sus cambios, tengan seguimiento de la obra y sepan dónde están y en qué momento de la obra se encuentran.
“Me avisaron casi un año antes del estreno”, agrega Alejandro García, “en los ensayos trabajamos mucho y optimizamos nuestros procesos para que todo saliera bien. El diseño de audio tomó alrededor de dos semanas y media. Hicimos varias correcciones. Son seis actores en escena y seis músicos, los cuales se ubican en el foso. En la consola manejamos el audio principal, así como el monitoreo para los músicos y actores; les enviamos mezclas en mono”.
En lo que respecta a la microfonía y receptores utilizados, se encuentran los equipos Sennheiser, con modelos G3. En total, se ocupan ocho receptores. También se utilizaron dispositivos Shure y AKG, entre otros.
Casi normales es un obra de teatro que conmueve, no sólo por el emotivo y reflexivo guión, sino también por contar con una producción que supo utilizar los recursos disponibles. En tiempos donde lo perfecto no tiene cabida y ser casi normales es lo normal, esta obra de teatro recorre emociones y nos hace cuestionar muchas cosas que parecieran no importar. La producción creó todo un ambiente idóneo para que esto ocurra en todos los asistentes. El staff de producción logró un estupendo trabajo en equipo, que con esfuerzo, dedicación y pericia lograron implementar constructivos procesos en beneficio de todos, comenzando el propio espectáculo. Cabe mencionar que hubo participaciones importantes en el área de backline, como la compañía Music Club y profesionales como Federico Di Lorenzo, Nicolás Di Lorenzo y Alejandro Gasca.
Rider Casi normales
Audio
- (01) Consola Souncdcraft Vi6
- (01) Procesador RCF
- (01) Local rack Souncdcraft 16×16
- (01) Stage box Souncdcraft 64×32
- (01) Snake Whirlwind 36×8 fijo en foso
- (14) Altavoces RCF 7 x lado, (04) RCF HDL20 Cluster, (06) RCF HDL20 Delay, (05) RCF M502 Front Fill
- (04) Subwoofers RCF 88b 2 por lado
- (08) Monitores JBL PRX710 fijos
- (02) Altavoces QSC K10Front fill
- (01) Altavoz JBL EON615 en lobby
Iluminación
- (01) Consola Perla 2010 Avolites
- (06) Leekos ETC 10 grados, (11) ETC 19 grados, (20) ETC 36 grados, (20) ETC 26 grados
- (08) Par 64
- (16) Barras LED
- (18) Par LED
- (02) Ciclolights
- (02) Minibrutos 8 celdas, (01) 2 celdas
- (02) Seguidores Lycian 1200
Backline
- Piano Korg Workstation KRONOS 2
- Sintetizador Roland XPS 10-ROL Expandable Synthesizer
- Guitar amp Marshall ORI20H Cabezal origen 20W / Marshall JVMC212 140W 2×12” Extension cabinet
- Bass amp Ampeg BA115v2 Combo para bajo de 150W, bocina de 15”
- Drums Pacific PDCM2215CH-PW Batería de 5 piezas PDP Concept Maple CH Color
- Maple Alesis SAMPLEPAD PRO
Micrófonos
- AKG C1000
- Audio Technica 2012, AE2300, Pro 35
- Shure Beta 52 , SM57
- Sennheiser Serie Evolution 604
- Receptores Sennheiser Ew 122 G3
- Wireless System Band con sistema de antenas ASA 1/NT y ASA 214/NT.
- Cajas directas Behringer ULTRA-DI DI20