Alex Cuba, una mezcla musical que inspira

Por Nizarindani Sopeña Romero

Alex Cuba, artista multipremiado cubano-canadiense, recientemente dueño de un Grammy a Mejor Álbum de Pop Latino con su trabajó “Mendó”, emprende una nueva etapa en su ya reconocida carrera, experimentando con nuevos sonidos. Se trata del disco “El swing que yo tengo”, en el que demuestra incorpora por primera vez elementos electrónicos que aumentan el potencial sonoro de estas obras, sin renunciar a la identidad orgánica y melódica a la que Alex nos tiene acostumbrados.

En la industria de la música se sabe que autoproducirse no es fácil, porque uno tiene que ser su propio juez”.

Un cambio sonoro

“El sonido para este disco, yo lo describiría como diferente; es una sonoridad híbrida, mezcla entre lo orgánico con algunos elementos electrónicos”, inicia Alex y continúa: “el proceso creativo comenzó desde la misma pandemia; me llegó cierta inquietud para experimentar con sonidos y fue algo que trabajé muy cuidadosamente, a mi tiempo, ya que el mundo de la música electrónica es relativamente nuevo para mí, y como siempre me atrajo, decidí incursionar en ella ahora”.

“El swing que yo tengo” fue producido y grabado completamente en el project estudio de Alex por él mismo; su composición le llevó alrededor de un año y medio. Se trata de una autoproducción en la que todos los instrumentos fueron ejecutados por él. “Para mí, todo este proceso es algo que me emociona mucho, me gusta encerrarme a buscarme yo mismo, llenarme de confianza e incluso criticarme. Es todo lo que conlleva hacer un disco. En la industria de la música se sabe que autoproducirse no es fácil, porque uno tiene que ser su propio juez”, menciona.

En la descripción de su espacio de grabación, Alex explica que es más que nada un espacio creativo: “Utilizo Logic para grabar; no tengo nada demasiado ostentoso, mi estudio es más que nada un lugar diseñado para mí, para atrapar la creatividad en la medida que me llega. Tengo muy buenos micrófonos y preamplificadores, mi computadora y mi interfaz, que es una Duet 2 de Apogee, mientras que mi preamp es Grate River, inspirada en Neve, más micrófonos Neumann TLM 49, que son muy versátiles y que los puedo usar en todo”.

En cuanto a los instrumentos que Alex tocó y grabó, él explica: “Fueron guitarras acústicas Taylor-, una mini, dos grandes y una de 12 cuerdas-; también tengo un patrocinio de Gibson y usé una guitarra S355, además de un bajo de esa marca y un Epiphone, además de un bajo Fender”.

“Por otra parte, también grabé dos contrabajos, porque tienen sonidos diferentes, mientras que otras guitarras que tengo también terminaron haciendo algo, además de todas las percusiones cubanas: congas, bongós, maracas, güiros y cencerros”.

“En cuanto a los sonidos electrónicos, utilicé el controlador MIDI Oxygen de M Audio, además de muchos sonidos de las librerías de Logic, ya que con ellas tengo acceso a muy buenas opciones en el mundo de los teclados, como el órgano B3 de Hammond, así como todo para conformar los beats, los bombos, las tarolas y demás, siempre buscando un híbrido, una relación muy linda y estrecha que complementara sonoramente lo electrónico y yo tocando la percusión encima de eso”, explica Alex.

Para mí, la mezcla es un arte y el talento del ingeniero es esencial, entonces yo dejo que disfrute lo que está haciendo y que se exprese”.

Siguientes pasos: mezcla y masterización

En las mezclas de los tres últimos discos de Alex Cuba ha trabajado con el ingeniero John Bailey, con residencia en Ontario, Canadá: “Cuando estuvo terminada la grabación y mi premezcla, mandé el material a John, con quien tuve un par de intercambios de opinión y después lo envié a Harry Hess a masterización. Me encanta cómo trabajan ambos y en la música, uno tiende a no dejar ir a quien sabe cómo trabajar”.

“Mi proceso es hacer una premezcla para que mi ingeniero la use como referencia, y con el tiempo, uno crea un vínculo muy estrecho con el ingeniero; entonces, cuando empieza a enviarme mezclas, se trata solamente de afinar algunos detalles. Yo la escucho con mis audífonos consentidos, los Shure SRH1540, escucho todos esos detalles y mando un correo con ellos. Él me regresa otra mezcla y generalmente nos toma dos o tres mezclas llegar adonde queremos. Para mí, la mezcla es un arte y el talento del ingeniero es esencial, entonces yo dejo que disfrute lo que está haciendo y que se exprese. Eso es maravilloso, porque él te deja ver que pueden suceder cosas muy interesantes que pueden gustarme más, porque son profesionales que conocen lo que están haciendo”.

Para la masterización, el proceso es similar. Alex comenta: “De una manera muy interesante, he notado que para el ingeniero de mastering con quien trabajo, hacer ese proceso en las canciones que conforman este disco, con sonido electrónico, le fue más fácil. Cuando se mezcla un disco completamente acústico, a veces es más retador, porque la música acústica puede tener muchos sonidos que se pueden quedar trabados en una reverb que se fue demasiado larga y puede traducirse como un ruido. La música acústica es más difícil en estos procesos porque está el riesgo de que se rompa la dinámica”.

Como músico que se graba a sí mismo, Alex considera que es muy importante que cuando se haga la premezcla, ya suene el 90 por ciento de lo que se quiere, y que cuando alguien la escuche, la considere lista para masterizar. “Si esperamos a que el ingeniero lo haga, podemos tener un problema coyuntural para lograr el sonido que deseamos”, menciona.

El plan de promoción para “El swing que yo tengo” es una gira con el trío de Alex por varios países, entre los que espera una fecha para México: “Haremos una gira por Canadá, Estados Unidos e incluso España y espero poder estar en tierras mexicanas. Por otro lado, lo que sucede cuando un músico tiene su propio estudio es que no para de trabajar y ya estoy trabajando en mi próximo disco, que lanzaré en septiembre”. Animados estamos entonces para escuchar este nuevo trabajo, que nos descubre una nueva faceta de este músico, que tiene dentro de sí una mezcla musical rica y honesta.