Durante tres décadas, Gonzalo “Chacho” Peniche ha grabado y sonorizado géneros musicales distantes. Comenzó con grupos de heavy metal, ecualizando guitarras distorsionadas en la Arena López Mateos de Tlalnepantla. Durante su andar, pasó por el teatro (Cabaret, 2005), las agencias de publicidad, el rock independiente, un flautista barroco, un ex Timbiriche, varias mexican divas, orquestas sinfónicas y batallones de guerra.
Nada escapa a sus tímpanos. Pionero en el uso de consolas digitales y la instalación de audio en 5.1 canales, Chacho ha presenciado la historia musical de nuestro país con profesionalismo y sentido del humor.
“Tengo un papá melómano. Le encantaba conseguir discos de música clásica y jazz y comprar revistas como Stereo, Stereo Review y Photo Magazine, porque eso era lo más parecido a internet”; Chacho hace historia: “él tenía un cuadrafónico Gradiente y le gustaba pasar sus discos a cinta de carrete (era como su i-Pod)… y yo crecí viendo esas agujas moverse”.
Durante los años 80
Chacho iba y venía de tocadas rockeras, aprendiendo los misterios del PA, la microfonía y los snakes, reuniendo horas de consola, a sabiendas de que (tarde o temprano), la industria del espectáculo en México crecería.
“Después de sonorizar más de cien conciertos en la Arena López Mateos, me hice ingeniero del grupo español Ángeles del Infierno, lo cual fue llegar al techo, porque yo fui su fan a los 15 años y a los 21 ya era su ingeniero”, recuerda; “estuvimos de gira en los Estados Unidos, España y todo México. Fue muy divertido hacerlos. En los noventa hice más audio en vivo que en estudio porque entré a trabajar a la compañía de renta Clemente Records para hacer otro tipo de cosas”, detalla; “ahí fui ingeniero de Kabah y Cristian Castro: música distinta; pero con riders más grandes”.
Llegó el nuevo siglo. “Cuando me di cuenta, ya estábamos operando la consola Yamaha DM2000 y manejando 96 canales”, explica Chacho Peniche; “pero al mismo tiempo, me hice de un estudio con sistema Pro Tools y empecé a utilizar controladores, así que estaba muy familiarizado con el uso de layers. La gran oportunidad me llegó en 2001, cuando hice un disco de Regina Orozco y dos años después, con Horacio Franco el CD Sólo Bach. Horacio lo preparó durante 13 años y un día me preguntó si lo quería grabar. Por eso compré el Pro Tools. A finales de 2003 ya había producido discos de la Camerata Cervantina y tuvimos bastante éxito”.
La oportunidad de trabajar con Benny
Antes de la consola Venue. “Pasamos un tiempo usando otra consola digital con preamplificadores boutique, como Millennia, Grace Design o API y un sistema de snake que nos hizo el ingeniero Mellibosky, para que grabáramos conciertos en unas Tascam de 24 tracks a disco duro; ahí ya podíamos hacer sound:check virtual o reproducir lo que se tocaba, en el mismo sistema”.
La primera Venue en México. “Fue curioso: cuando Benny adquirió su consola Venue sabíamos que ya grababa, pero mi sistema ya hacía eso; claro, implicaba veinte estuches más, pero finalmente, fue nuestra gran herramienta; la primera que se compró en América Latina y que me tocó estrenar; pero además, no fue sólo la consola, sino que tuvimos todas las tarjetas, ecualizadores y muchos plug ins. Fue pionero de un montón de cosas”.
El nuevo sistema, muy interesante. “Sé que es muy sexy hablar de la consola Venue porque estamos cumpliendo diez años con ella y ahora vemos cómo se ha estandarizado”, valora Chacho Peniche.
Próspero
La bella época. “Nos empezó a ir bastante mejor e hice mi primera producción en audio 5.1 (prácticamente la primera hecha en México), para el disco Hits Live (Sony, 2005) de Moenia. Impresionante. Y le siguieron varios más de Kabah: El Pop Ha Muerto, Viva el Pop (Sony, 2005); De la A a la Z (EMI, 2006), con Susana Zavaleta y Armando Manzanero y posteriormente, Estoy (Warner, 2006), el DVD de Benny; que grabamos en el Auditorio Nacional y del que hicimos absolutamente todo: desde el audio y grabación del concierto hasta la mezcla y masterización”.
Diez años aplicando surround en vivo. “Tuvimos el gusto de haber hecho el diseño de audio de Cumbre Tajín en 2007 y que hasta la fecha lo siguen usando, así como realizar en el Zócalo el arranque del Teletón 2008, uno de los surrounds más grandes del mundo y que fue todo un reto técnico, porque cada ocho metros, se desplaza un cuadro el sonido, pero lo resolvimos de una manera ingeniosa”, sostiene satisfecho; “también, hicimos el sistema en 5.1 que muestra el mural de Diego Rivera en la Alameda Central y otro más, en Italia: el del Baptisterio de Volterra (La Toscana) con música de Alejandro Gómez Dettudo, pero ese fue un surround en 8.1 canales”.
Tiempo después, Chacho participó en la instalación de un sistema en 5.1 canales para la Secretaría de Marina. “Montamos un surround para Presidencia de la República y el gabinete en Champotón (Campeche). Era un surround muy impresionante, de sesenta por diez metros”, recuerda; “sonorizamos en tiempo real una orquesta sinfónica y a los batallones, para interpretar Carmina Burana y la Obertura 1810, con cañones en vivo y todo”, pone otro ejemplo; “durante el festival de cine FICO, tuvimos la felicidad de montar en el lago del Bosque de Chapultepec un sistema surround para la Alloy Orchestra de Nueva York. Ahí, se proyectaron las películas de Nosferatu y El Buque Fantasma. El año pasado hice otro, para el 60 Aniversario del Cine Sonoro en México, durante la entrega de los Arieles en el Palacio de Bellas Artes”.
Desde hace un año
“Tenemos funcionando Tepozound, nuestro estudio en Tepoztlán, que también era otro sueño: un estudio lo suficientemente grande como para tener un grupo tocando en varias cabinas, separado de manera muy cómoda y en ese lugar que nos gusta tanto”, sonríe; “y el estudio en el Distrito Federal, que se llama Boonkker; porque el nombre se lo pusieron cuando éramos una agencia de post producción; pero el único que se quedó fui yo. El único que produjo discos”.
2015, lleno desde antes. “Tengo tres discos por sacar: uno de reggae, con la Fundación Cangrejo; un proyecto con Carmelo Rastrillo; La Casa de Todos, también reggae, y uno de heavy metal, con un grupo que se llama Sólidus. Este mes entramos a grabar pianos con Aquiles Morales. De ahí, nos seguimos con unas obras para clavecín”, dice Chacho mirando la agenda; “el año pasado, grabamos Sones y Danzones del Cuarteto de Guitarras de la Ciudad de México. Está increíble ese disco y uno de los músicos tiene un proyecto para guitarra con clavecín que vamos a grabar. Más adelante vienen un grupo de percusiones de Sinaloa y los Discos de Aniversario de la Orquesta Sinfónica de Sinaloa, con un programa variado”, nos mira frotándose las manos.
Sincero. “La verdad, le agradezco a Dios el haber corrido con tanta suerte”, concluye Gonzalo Peniche.
No fue suerte: su éxito se escucha.