La ciudad de Guadalajara siempre se ha distinguido por tener una activa vida cultural, y el directorio de profesionales de la producción, va creciendo exponencialmente. Los protagonistas en las artes escénicas tienen un exponente en Enrique Morales Bautista, conocido en el medio como “Chester”, quien además de desenvolverse en el mundo institucional como jefe de la Unidad de Producción y Eventos Especiales de Cultura UdG, colabora en numerosos proyectos relacionados con teatro, danza y música, en el área de coordinación técnica, y más concretamente en el área de la iluminación.
Tempranos inicios
“Chester” nos remonta a sus inicios: “Empecé a actuar a los quince años, en obras infantiles en el Teatro Guadalajara del IMSS. A raíz de esto, estudié teatro en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, egresando de la segunda generación de la Licenciatura en Artes Escénicas. Estando dentro de la escuela, me di cuenta de que existía una carencia muy grande en la parte de la producción, y por azares de destino me comencé a involucrar en ésta. El jefe del departamento de artes escénicas me invitó a que lo apoyara en la asistencia de dirección de algunas obras, en las que aprendí a jalar cables, a construir escenografías y conseguir cosas. Cuando finalmente egresé de la escuela en el 2000, dejo de actuar y se da la oportunidad de crear una empresa llamada Espacio Vacío, que pretendía profesionalizar la producción de artes escénicas. El mundo de la producción me llenó y me jaló por completo.
“Chester” nos narra cómo fue el inicio de su especialización en el terreno de la iluminación: “Sucedió en 1998, durante un festival de danza contemporánea en Xalapa, Veracruz, en el que una maestra de la escuela de artes metió una obra a concurso, que resultó seleccionada para participar. El entonces jefe de departamento, Carlos Maciel, fue el encargado de diseñar la iluminación y como él estaba imposibilitado para viajar a Xalapa, me invitó a incursionar en el medio profesional de iluminación de esa manera. Estando ahí me di cuenta de lo maravillosa que es la iluminación, cómo podemos crear espacios, y transmitir sentimientos y sensaciones a través de la luz y el color, además de generar un viaje en el que la gente pueda sentir la obra también a través de estos elementos. A partir de eso ya no suelto a la luz; o mejor dicho, ella no me suelta a mí”.