Compresión y groove: ¿puede un compresor alterar el ritmo?

Por Alejandro González*

En el mundo del audio, los compresores suelen ser uno de los dispositivos más incomprendidos o, al menos, más confusos. Esto se debe en parte a que su efecto es difícil de identificar auditivamente, especialmente para quienes están comenzando en la producción o mezcla.

Sabemos que la compresión dinámica es, ante todo, un proceso que actúa sobre la amplitud de la señal. Sin embargo, es común escuchar a productores e ingenieros describir los compresores con adjetivos que parecen referirse a otras dimensiones del sonido: que un compresor es “agresivo”, “colorido” o “transparente”; que el audio comprimido se siente más “presente”, más “profundo”, o que todo “se empasta” mejor. Estas percepciones, si bien subjetivas, nos llevan a preguntarnos si la compresión afecta más que solo el nivel.

En este artículo nos centraremos en una de las consecuencias menos discutidas de la compresión: su efecto sobre la percepción temporal del sonido y cómo puede alterar (a veces sutil y otras radicalmente) el groove de la música.

La compresión afecta más que el volumen. Al moldear la envolvente de los sonidos, influye en cómo los percibimos en el tiempo. Y dado que tanto la dinámica como el ritmo son dimensiones musicales, el compresor se vuelve una herramienta que puede moldear la musicalidad de una interpretación.

La compresión en el dominio del tiempo

Los controles de attack y release de un compresor determinan cuánto se demora este en comenzar a actuar y en dejar de hacerlo. Son controles temporales y por tanto, nos sacan del dominio puramente dinámico para adentrarnos en el terreno del tiempo.

El ritmo, por definición, es una organización de eventos sonoros en el tiempo. Si alteramos cómo y cuándo se perciben estos eventos, estamos afectando (al menos perceptualmente) el timing. 

Todo parece indicar que sí, un compresor puede influir en el ritmo.

El oído y las transientes

Nuestra capacidad para percibir el ritmo se basa en gran medida en identificar con claridad dónde ocurren las transientes, es decir, los ataques iniciales de los sonidos. Son estos los que nos dan pistas sobre el pulso.

Más de una vez me ha tocado producir canciones con una instrumentación predominantemente etérea, donde por momentos solo están presentes strings o pads con tiempos de ataque largos. En estos casos siempre ocurre que, al intentar grabar una voz encima de esa instrumentación, es realmente difícil saber cuál es el pulso. La falta de información transiente impide tener una pista clara de dónde comienza cada acorde y, por tanto, no sabemos con certeza dónde empieza el compás o dónde están sus tiempos fuertes. Para dicho caso, por supuesto, viene al auxilio el metrónomo, que es un sistema de sonidos percusivos, con un ataque claramente marcado que indica con exactitud dónde está cada tiempo del compás.

Ahora bien, los compresores (al trabajar con los peaks de la señal) tienen el poder de atenuar o remodelar estas transientes y, aunque no desplacen literalmente la señal en el tiempo, sí pueden modificar su envolvente, alterando cómo percibimos el momento en que “ocurre” el sonido.

El P-Center y la percepción del groove

La envolvente de una señal de audio, denominada ADSR, por sus siglas en inglés de Attack, Decay, Sustain y Release suele ser profundamente modificada por la compresión, pudiendo afectar la percepción de su ritmo y su groove. Si bien la compresión no va a “mover” literalmente la señal en el tiempo, sí puede afectar el llamado “Centro Perceptual” o P-Center, que describe el momento en el que se tiene la sensación subjetiva de que ocurrió un sonido. Este punto es discutido en el trabajo “Dynamic Range Processing and Its Influence on Perceived Timing in Electronic Dance Music” (Brøvig-Hanssen, Sandvik, Aareskjold-Drecker, 2020):

“Dado que la compresión de rango dinámico cambia tanto la envolvente del sonido como su intensidad, es probable que un sonido comprimido se perciba con un tiempo diferente al mismo sonido sin comprimir. En primer lugar, un compresor generalmente moldea la fase de ataque de un sonido, incluido su rise time (…) existe una interacción perceptual entre la envolvente y el tiempo, ya que esta influye donde experimentamos la ubicación temporal del P-Center del sonido. Si la compresión acorta la fase de ataque de un sonido, es probable que su P-Center se perciba como más temprano y bastante preciso, especialmente si el sonido es de corta duración. Por otro lado, si la compresión alarga la fase de ataque de un sonido, su P-Center probablemente se percibirá como más tarde y menos definido, especialmente si el sonido es de larga duración. En otras palabras, el P-Center del sonido cambiará dependiendo de la duración del rise time, así como de la duración del mismo”.

Lo anterior significa que, dependiendo de los ajustes de attack y release, podemos hacer que un beat de batería suene más “urgente” o más “relajado”, aunque su posición en el grid siga exactamente igual. Esta cualidad tiene enormes implicaciones al trabajar con material percusivo o rítmico, así como en el mixbus, donde pequeñas decisiones pueden alterar significativamente el carácter rítmico de toda la canción.

Dinámica, tiempo y musicalidad

Ya no cabe duda de que la compresión afecta más que el volumen. Al moldear la envolvente de los sonidos, influye en cómo los percibimos en el tiempo. Y dado que tanto la dinámica como el ritmo son dimensiones musicales, el compresor se vuelve una herramienta que puede moldear la musicalidad de una interpretación.

Muchos de los conceptos asociados al groove tienen una base perceptual que puede ser influida por la compresión. Una línea de bajo puede sonar más “adelantada” si sus transientes han sido enfatizadas con un ataque rápido; una batería puede sonar más “cohesiva” si el release está ajustado para encajar rítmicamente con el tempo de la canción.

Aprendiendo a oír “más que compresión”

La próxima vez que usen un compresor, especialmente sobre instrumentos percusivos o en el mixbus, presten atención no solo a los cambios de volumen o “pegamento”. Pregúntense: ¿Cómo se siente el ritmo después de comprimir? ¿Cómo reacciona su cuerpo? ¿Sus pies o su cabeza se mueven de forma distinta? ¿Le aporta a la musicalidad de la canción? 

El compresor no solo modifica el nivel: también puede redibujar la forma en que sentimos el ritmo. Moldear eso es, en realidad, el arte de la compresión.

Ingeniero en sonido, artista, productor musical y docente con una carrera destacada en los dominios del arte, la ingeniería y la educación. Ha participado en 2 discos nominados al Latin GRAMMY, ha tocado en más de 500 conciertos como guitarrista, participado en más de 250 fonogramas distribuidos internacionalmente. Ha colaborado con artistas y productores de 11 países de América y Europa y ha impartido más de 15 workshops y asignaturas en sectores académicos.

Contacto para mezclas, producción, clases y talleres: www.alejandrogonzalezvargas.com