“Con quien haya trabajado no dice en realidad qué tipo de profesional soy. Haber realizado proyectos con Plácido Domingo o Bajofondo ha sido hasta cierto punto circunstancial, creo yo, y eso no me hace mejor o peor que otros”. En su niñez, César Lamschtein tal vez nunca imaginó que cuarenta años después pudiera estar haciendo estas declaraciones. A manera de conjetura, posiblemente él se imaginaba tocando con determinado artista, o haciendo giras con otros, pero hoy no habla del futuro, sino del pasado. Y no habla desde una posición totalmente como músico, aunque lo es, sino como un reconocido ingeniero de audio. Y se los aseguro, todos, alguna vez, de manera consciente o inconsciente, hemos podido apreciar cómo suena un disco que ha pasado por sus manos. De ello y muchas cosas más conversamos cuando César visitó nuestro país, a raíz de la plática que impartió en la Conferencia Anual AES América Latina | México 2015, en el marco de la pasada sound:check Xpo 2015.
Descubrimientos afortunados
En su natal Uruguay, César quería ser músico. Desde pequeño ya tenía firme su vocación y sabía lo que quería hacer en la vida. “Decidí estudiar música con varios instrumentos, pero especialmente con la batería”, comenta. No obstante, no tenía la menor idea de que ello lo llevaría a descubrir el mundo del audio. “El baterista normalmente es el músico que no se mueve para ir a los ensayos; es decir, estos toman lugar comúnmente en su casa. Así que ensayábamos en mi casa. Comento esto porque algún día decidimos comprar un pequeño equipo de audio para poder cantar durante las prácticas y todo se quedaba ahí. Como obviamente necesitaríamos de una consola para conectar más instrumentos, nos dimos a la tarea de encontrar una.
Entonces, un amigo de mi hermana, que era técnico en electrónica, debía reparar una consola de cuatro canales con deck incorporado, cuyos dueños nunca fueron a reclamar, por lo que la acabamos comprando nosotros. Era una consola Tascam y… recuerdo el momento con precisión absoluta, en el que estaba yo sentado en el piso a mis catorce años con la consola apoyada en mis piernas, tratando de descifrar cómo funcionaba el deck. Explorándola, me di cuenta de que con este aparato se podía grabar y sin borrar, y fue ahí donde comprendí totalmente de lo que se trataba eso. ¡Fue como mi momento Eureka! Eventualmente, un amigo me pidió que grabara sus canciones y ahí fue el momento en el que me di cuenta que no quería dedicarme a nada más. Yo quería estar detrás de una consola produciendo y grabando”.
¿Dedicarse al audio de tiempo completo? Fue una fortuna que así lo haya decidido César, porque además, eso le permitió conocer y vivir en un país como Francia, donde estudió Técnicas de Producción de Audio. “Durante mi niñez y adolescencia yo estudié en un liceo francés, lo que me otorgaba los mismos créditos que como si hubiera estudiado en Francia. Eso me valió para ganar una beca, la cual no era precisamente de posgrado, sino una beca de bachiller para continuar mis estudios en el área que yo deseara. Entonces, tomando en cuenta que no había una educación formal en el campo del audio en Uruguay, fue así como llegué en el colegio LISA en Angoulême, Francia, estudiando por tres o cuatro años y obteniendo un título en Técnicas Audiovisuales”.
Aprovechar las revoluciones
Si de revoluciones hablamos, tendríamos que hablar primero de evoluciones surgidas de una necesidad. De acuerdo con César, ciertamente uno de esos grandes movimientos, por lo menos en el mundo de la música, fue la aparición del ADAT. “Es que antes de eso era prácticamente imposible hacer una grabación de calidad en casa. Se podía, como yo lo hacía, grabar en una pequeña mezcladora como la que ya describí, pero no era factible una producción de calidad a nivel casero. El ADAT bajó los costos de manera muy importante, por lo que ya cabía en los presupuestos de más personas, y pensar en una grabación a 24 tracks por fin era asequible. Posteriormente vino la segunda revolución, que en realidad yo la considero menor, porque sólo vino a darle un pequeño impulso más a lo que ya se había iniciado; eso fue Pro Tools. Esto fue lo que dio pie a proyectos como KAPS, ofreciendo servicios de producción de audio. “Claro, con toda esa revolución tecnológica por fin pude construir un estudio para mí”.
Posteriormente, y como de evoluciones hablamos, era natural que toda esa pasión que César sentía hacia el audio desembocaría en un estudio como Vivace, reconocido por todos como un estudio de clase mundial. “Ese estudio lo diseñé con toda mi pasión y todo mi amor, junto con Walters-Storyk Design Group (WSDG). Hasta ese momento en el que nació Vivace, todos los recintos de grabación eran de mediano y bajo presupuesto. No me cabe la menor duda de que esto le vino a dar un lugar muy importante a Uruguay en el mundo de la grabación y postproducción”, comenta César. “Desafortunadamente más tarde me vi en la necesidad de abandonar el proyecto, pero Vivace sigue y lo está haciendo muy bien”. La búsqueda de alternativas llevó a César al frente del equipo de audio y video del Auditorio Nacional de Montevideo. “Hoy, este recinto es mi lugar principal de trabajo, aunque obviamente mi tiempo lo divido entre esto, los trabajos de consultoría (que es uno de los servicios que ofrece KAPS), y la docencia, siendo orgullosamente el docente más veterano en audio que hay en mi país”.
La experiencia en virtualmente todos los campos del audio (o muy probablemente en cualquier carrera), otorga al profesional una perspectiva diferente completamente. Las lecciones aprendidas aquí se aplican acá y viceversa. Se hacen combinaciones mucho más interesantes. Las aportaciones son mucho más sólidas. “Si me preguntan cuál es mi campo favorito en el audio, en realidad no puedo dar una respuesta concreta”, afirma César. “Lo que quiero decir es que si yo hago la mezcla de una banda en vivo en cinco minutos, no hay nada en realidad que justifique que me tome doce horas mezclar una canción en el estudio. Un tema que mezcle en doce horas no necesariamente será mejor que la que me tome dos horas, por ejemplo. El punto aquí es que el tiempo no es directamente proporcional con la calidad de una mezcla”.
Sin embargo, tal vez la mezcla de una canción, el comienzo de un nuevo proyecto o el diseño de un estudio no han sido los más grandes retos que César Lamschtein ha tenido durante su carrera profesional. Sus más grandes desafíos, según él, han sido consigo mismo: “Debo reconocer que soy una persona con carácter muy fuerte. Eso funciona muy bien en ciertos entornos y situaciones, pero en otros puede tener efectos muy negativos y confieso que en mi caso me ha jugado en contra más veces de las que me ha ayudado. Me desenvuelvo muy bien técnicamente, tengo buen oído, creo que poseo buen gusto para la música –siempre trato de escuchar mucha música- ; pero cuando se trata de relaciones interpersonales, ahí puedo decir que es algo que se me dificulta muchísimo. No es que sea un caso raro, de hecho pienso que sucede muy a menudo entre los ingenieros”.
“Lo que viene siempre es muy impredecible, pero puedo decir lo que me gustaría que viniera: aportarle mucho más al mundo de la música en el campo de la mezcla. Creo que muchas buenas grabaciones se han llegado a estropear precisamente por no tener una buena mezcla”, afirma César con toda la razón que le dan sus años de experiencia.
“Como yo tocaba varios instrumentos, me dedicaba a grabar mis canciones yo mismo; es decir, mi método de componer era precisamente por este medio, grabando instrumento por instrumento, parte por parte”.
“Lo que yo podría decir es que lo que hago es por la música. En algún momento llegué a creer que el trabajo en el estudio y en vivo son distintos, pero me di cuenta de que son básicamente lo mismo”.
“Creo que aquellos que logran tener un mejor manejo de las relaciones con los demás, muchas veces logran ser los más exitosos, aunque no necesariamente sean los que técnicamente se desenvuelven mejor, eso también lo debo decir”.