Por Mikel Hernández*
Hubo una época en la que, para lograr credibilidad en la industria musical y entretenimiento, había que ganarse un lugar para construir una carrera sólida. El mundo de la creatividad tuvo un guardián que iba más allá de lo que hoy conocemos como influencer, un luchador que aguantó más de tres caídas y sin límite de tiempo. Estoy hablando de Pepe Navar, que es y será una institución, un testigo que nos narró los movimientos culturales que ocurrían en la música, cine y televisión, sin olvidar mencionar que defendió su esquina y abrió camino sacando a la luz al underground, dando su lugar a quienes realmente lo merecían.
En esos años, en México era increíble dedicarse a lo que a uno le gusta, aun siendo interdisciplinario; sin embargo, Pepe lo materializó. En uno de esos primeros logros de sus búsquedas encontró a Vía Láctea, proyecto independiente de Carlos Alvarado; posteriormente, los astros se alinearían para dar vida a lo que conocemos como Chac Mool, con Jorge Reyes, Mauricio Vieleto, Armando Suárez, Carlos Castro y el mismo Alvarado.

El amor por la música de parte de Pepe lo llevó a comprar una grabadora que solía llevar a conciertos en Ciudad Universitaria en la Ciudad de México; a la carpa Geodésica, y a la azotea donde vivía Rockdrigo, entre otros lugares. En una ocasión fue invitado por Alvarado y llevó a firmar a Chac Mool con la disquera Polygram por tres discos; posteriormente, en Warner Music, se encargó de producirlos, al lado de los ingenieros Paco Rosas y Francisco Miranda, en estudios RCA y Golden, para dedicarse después a promover a la banda en medios masivos de una manera profesional y convirtiéndose en uno de los primeros A&R por su talento multidisciplinario.
Pepe Navar destacó por lograr portadas icónicas y conceptuales, como el LP de “Nadie en especial”, de Chac Mool, que fue de gran calidad gracias al sonido y el arte del disco, formato gatefold y vinil transparente, como un producto vanguardista. Para la portada del cuarto disco consiguió la licencia del único steel de los que existían a color de la película “Raging Bull” (“Toro salvaje”), que originalmente fue filmada en blanco y negro y donde aparece Robert De Niro en la conocida escena en la que el actor recibe un golpe en la cara, detalle que en varias ocasiones, platicando con Pepe y Carlos Alvarado, les mencioné que profetizaron lo que vivimos hoy: una “Caricia digital”, editado en Warner, donde Pepe figuró como jefe de prensa y donde firmó a Kerigma.

El periódico El Universal fue la casa donde Pepe publicó su columna, además de la revista Rolling Stone. Escribió libros como “Quiero ver sangre”, el que documentó e ilustró las películas de lucha libre en México, junto a Raúl Criollo y Rafael Aviña.
Con un humor único y sarcasmo, Pepe hizo crítica. Sabía que había que ganarse el lugar con el talento, haciendo las cosas de manera profesional. Como buen luchador, desenmascaró a varios, protegiéndonos de evitar caer en la mala calidad o lo superfluo de los mercenarios, como él mismo los describía. En su columna dejó claro que hay que mejorar la calidad, ya que, con el exceso de medios e influencers, el entrevistado y el arte pasan a segundo o tercer plano.

Gracias a Pepe, el Tianguis del Chopo tuvo su merecido reconocimiento. Cada sábado acudía al puesto de Juan Heladio (QEPD). Se quedan proyectos pendientes, como un libro en el que estuvo trabajando sobre películas de cine mexicano y que esperemos algún día vea la luz, así como un capítulo de nuestro podcast, lanzar material inédito de Chac Mool y también el material de Rockdrigo González, que fue restaurado en Estudio 19. Por todo lo compartido, gracias, Pepe. Hasta siempre.
*Guitarrista, multi instrumentista, productor musical, ingeniero de audio y mezcla. Realizador de audiovisuales, podcasts y programas de radio, como El rock no tiene la culpa. Colaborador en Ibero 90.9 FM y Estudio 19. Creador de la empresa Electric Treviland y académico en la Universidad Anáhuac México Norte y Sur.
