Por Juan Carlos Flores
John Marshall Field nació en Pennsylvania, USA en 1967, y se trasladó a México recién nacido. Como baterista, tuvo sus primeras oportunidades en la grabación profesional en la ciudad de Guadalajara, donde radicó por 35 años, después de radicar alternamente en Ciudad de México, Puerto Rico y los Estados Unidos. John ha hecho una pulcra carrera en la producción, mayormente desarrollada entre la capital tapatía y la capital del país. Por sus oídos y trabajo pasaron importantes grabaciones que ahora se consideran piezas clásicas del catálogo jalisciense, y en una gran diversidad de géneros musicales. Actualmente elabora un proyecto televisivo de carácter artístico en Playa del Carmen, a donde emigró recientemente.
Encuentros virtuosos
Así narra John parte de su historia: “Mi vida está apegada a la música en la inspiración y la creatividad. Apreciar la música de la manera en la que algunos lo hacemos hace al oído más sensible. Mi padre era coleccionista de música clásica y de violines antiguos y cuando yo escuchaba los sonidos de cada uno de ellos, se quedaba en mi mente ese sonido en especial. Varios violinistas de esa época tocaron y grabaron con estos instrumentos, entre ellos el gran Hermilo Novelo, a quien mi padre le donó uno de sus preferidos violines Guarneri. A mis siete años, mi padre falleció y ya no se escuchaba música clásica en casa; sin embargo, empecé a descubrir a los Beatles, Pink Floyd y Alan Parsons, entre miles de grupos más en los setenta y ochenta. Recuerdo el primer equipo de sonido formal que tuve: un Gradiente 360, un amplificador/mezcladora fabricada en Brasil con una distinguida calidad de sonido, además de dos tornamesas Pioneer con sistema de regularización de velocidad. Con este equipo comencé a trabajar como DJ cuando tenía quince años”.
Para lograr un sonido, en especial al grabarme, comencé a trabajar la acústica junto con la electrónica. Mi primera mesa fue una Tascam de doce canales, hasta llegar a 32 y la grabadora era de cinta de una pulgada, también Tascam”.
El ingeniero narra un encuentro decisivo en su rumbo profesional: “A los 17 años, ya viviendo en Guadalajara, tocaba la batería y tenía mi banda de rock con la que salíamos a dar conciertos a diferentes lugares del país. Un día estaba en casa practicando con mi batería y haciendo algunas grabaciones caseras, cuando el ingeniero irlandés David Radburn -quien había migrado a Guadalajara tiempo atrás e instalaba estudios de grabación-, pasó casualmente por la cuadra y se detuvo al escuchar. Tocó la puerta y me propuso hacer equipo, ya que necesitaba un baterista. Así fue cómo inicié en la ingeniería de sonido. David fue mi maestro, y gracias a él entré al mundo de la producción. Siempre me sentí atraído por la ingeniería de audio y fui atento a los sonidos de cada instrumento. Visualizaba los ángulos con referencia a la mezcla y la interpretación”.
John prosigue: “Para lograr un sonido, en especial al grabarme, comencé a trabajar la acústica junto con la electrónica. Mi primera mesa fue una Tascam de doce canales, hasta llegar a 32. La grabadora era una análoga de cinta de una pulgada, también Tascam. Posteriormente, viajando y trabajando, pude tener dos máquinas de dos pulgadas: una Sony APR 25 y una Soundtrack, con la que grabé a cientos de grupos de muchísimos géneros”.
Nace Audioarte
John Field comparte como fundó los estudios Audioarte, conocido centro de producción en la Perla Tapatía, y el cual surgió en un momento clave del auge de nuevos estudios de grabación en la época: “En 1988 lo inauguramos en Los Robles, Jalisco, con Los Hermanos Castro, a quienes grabamos ese año. Posteriormente conocí a un gran maestro de la producción: Jorge Corres, y a otro gran aliado, el músico y productor Juan Marcos García “Jackson”, con quienes trabajamos durante los años noventa jingles con muchas agencias publicitarias de gran prestigio, además de grabar y producir a innumerables grupos y solistas. Toda la música que salía del estudio tenía su propia esencia. Sólo pensaba en lograr captar la magia del artista y darle un lugar apropiado entre la orquestación y los efectos correctos, sin utilizar ecualizaciones o compresiones extremas: siempre intento respetar el sonido original. Me gusta atrapar la riqueza del instrumento del artista sin tantos micrófonos, intentando hacer un sonido clásico y versátil”.
“Alternamente a la actividad del estudio, viajaba a la Ciudad de México, donde trabajé para sellos discográficos en estudios como productor, grabando a bandas de pueblo y grupos de rock. Trabajaba día y noche. La capital siempre me abrió las puertas. Trabajaba en los estudios de Discos Musart, además de hacer algunos proyectos de arte para Sony Music, y a la vez masterizaba para BMG Ariola, cuando se fabricaban los discos de vinilo”
Actualmente cuento con un pequeño equipo digital con lo básico para grabar en Pro Tools, con micrófonos AKG, monitores Tannoy, interfaz Focusrite y M-Audio y varios plug-ins en una computadora muy poderosa
La difícil sencillez
John finaliza con su actividad actual y con una recomendación para los nuevos ingenieros: “Para mi proyecto actual en Playa del Carmen, a donde migré hace cuatro meses, actualmente cuento con un pequeño equipo digital con lo básico para grabar en Pro Tools, con micrófonos AKG, monitores Tannoy, interfaz Focusrite y M-Audio y varios plug-ins en una computadora muy poderosa. Sigo practicando y renovando técnicas para grabar. Mi recomendación para mezclar es imaginar una obra artesanal, más que una obra repleta de electrónica y ediciones, así como formar un equipo de personas con un ingeniero de sonido, un director artístico y un arreglista, si es un proyecto nuevo, además de aprender a escuchar música en monitores flat. Esto es importante para lograr un buen resultado”, concluye.
El portafolio de John Field
- La Revolución de Emiliano Zapata
- Toncho Pilatos
- La Mafia
- Grupo Bryndis
- Rostros Ocultos
- Cuca
- José Fors
- Pequeños Musical
- Banda M1
- Dina Buendía
- Paloma del Río
- Mariachi Los Toritos